Las petroleras, bajo presión sin cuartel en la Cumbre del Clima

Las petroleras, bajo presión sin cuartel en la Cumbre del Clima

La Conferencia de París. Reciben críticas por su papel en el cambio climático. Y el negocio muta con una venta de activos en el sector.

En un mundo donde se deshacen los polos, también se derriten verdades: entre ellas, las financieras. Las empresas de petróleo, que parecían tener la suerte atada, hoy no sólo sufren la baja del precio del crudo, sino que también están empezando a sentir la presión moral del calentamiento climático. Uno de los que pueden dar testimonio de esta transmutación es el fondo de la familia Rockefeller, curiosamente una de las primeras en hacer fortuna con el oro negro. Pero hace 14 meses, la institución que guarda el legado monetario de la Standard Oil no sólo decidió vender todas sus inversiones en activos fósiles, sino que también espera poderle cambiar su márketing de deseables a repugnantes, tal como le sucedió a los fabricantes de cigarrillos.

Ya hay 500 inversores que han sacando su dinero del petróleo, el gas y, sobre todo, el carbón, el combustible más sucio y dañino para la atmósfera. Entre ellos, hay inversores institucionales –y no sólo los Rockefeller– sino también fondos de pensión estatales, ciudades, universidades y señores ricos también. Upsala, Melbourne, el London School of Economics, el Fondo de Pensiones del Estado de California, por mencionar algunos, se encuentran entre ellos. Esto representa un total de 3,4 billones millones de dólares. Hace un año, esta cifra era sólo de apenas 50 mil millones de dólares.

Tan caliente se ha vuelto el tema de la “desinversión” y la cuestión del riesgo de las inversiones en fósiles, que empezó a dominar la agenda paralela en la cumbre del Clima de París o COP21. Por ejemplo, hoy el ex vicepresidente de EE.UU., Al Gore, tiene un evento programado con el think tank Carbon Tracker para advertir que las compañías fósiles corren el riesgo de perder 2.200 millones de dólares en proyectos en la próxima década si no cambian la estrategia que han tenido siempre. El ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, también tendrá un propio show con banqueros sobre el mismo tema, mientras que ayer la batuta la dominó 350.org , que es la organización que empezó con el movimiento de desinversión. En verdad, fueron los estudiantes universitarios en Estados Unidos los que arrancaron con el movimiento, como una forma de anclar el difuso tema del cambio climático a un eje en la realidad. Y el dinero habla mejor que nadie.

Stephen Heintz, presidente del Rockefeller Brothers Fund, se pasea feliz por los pasillos de la Cumbre del Clima no sólo porque siente que ha tomado una buena decisión al sacar sus pies del plato del gas, del petróleo y del carbón (apenas les resta deshacerse de un 3,3% de las posiciones que tenía cuando empezó a vender sus acciones) sino también porque han hecho dinero desde entonces. Fue en Septiembre de 2014 cuando la institución hizo su anuncio de desinversión y desde entonces el precio del barril de crudo se hizo trizas verdaderamente. Acaso fue el destino el que conspiró para que todo esto ocurriera, más que la correción climática y política.

Cuando se le pregunta si les dijeron que estaba loco, Heintz tiene su respuesta clara, casi ensayada: “Es irónico que nuestra plata venga del pretróleo. Pero cuando John D. Rockefeller fue a trabajar a los 16 años en la industria, hizo fortuna porque vio el futuro. Si hoy estuviera vivo, él sabría que el futuro no está en las energías fósiles. Estaría liderando la revolución de energías limpias y ganando plata con ello. No creo que haya sido extraño que hubiéramos tomado esa decisión: fue nuestro liderazgo”.

¿Argentina debería avanzar sus inversiones en petróleo y gas shale? Mr. Heintz responde: “No. Creo que deberían motorizar sus inversiones en energías renovables. Tenemos que movernos como un planeta. Y de eso se trata esta Cumbre. Tenemos que movernos tan pronto como podamos a la revolución de las energías limpias. Tenemos que llegar al fin de la era fósil en un período de 20 a 30 años. Y tenemos que adoptar cada paso lo más rápido posible”.

En la misma sintonía, Kevin de Leon, presidente del Senado de California, dice que por primera vez su estado logró desacoplar el crecimiento económico del aumento de las emisiones, lo que –según él– confirma que no es necesario quemar combustibles negros para generar empleo. California, que es por si sola la séptima economía mundial, tiene un gigantesco sistema de jubilaciones para empleados públicos y maestros. Al deshacerse de sus inversiones en carbón, –afirma– el gobierno se cubre de posibles juicios por pérdida de valor del fondo. “El carbón es una inversión de riesgo hoy”, sostiene el legislador. “En California se crearon 500 mil empleos en energía, tanto en eficiencia como en tecnología”, cuenta. Con las limpias, se puede.

Comentá la nota