ATENAS.- "¿Es un chiste?", se preguntó en forma burlona Chrisoula Panagiotidi, una esteticista de 36 años de Atenas, al enterarse de que la Unión Europea (UE) había ganado el Premio Nobel de la Paz.

Hace tres días, cuando perdió su empleo, Panagiotidi pasó a engrosar las filas del 25% de griegos desempleados, mientras el país atraviesa el quinto año de una profunda recesión. Cuando le dijeron que no era ningún chiste, su incredulidad se convirtió de inmediato en indignación.

"Es una burla hacia nosotros y hacia lo que nos toca vivir actualmente -dijo-. Acá, lo único que van a lograr es enfurecer a la gente."

En todo el continente, donde se culpa a las políticas de la UE por la profundización de la peor crisis económica de la que se tenga memoria, muchos europeos dijeron estar desconcertados por el destino del premio. Otros están simplemente indignados.

"No lo puedo creer. Serían los últimos de mi lista. Es una organización totalmente inerte y anodina", dijo Philip Deane, un consultor informático de 38 años de Dublín.

Irlanda, al igual que Grecia, se vio obligada a pedir un rescate financiero a la UE y al Fondo Monetario Internacional (FMI), que fue otorgado en el marco de un estricto programa de austeridad.

Mariana Fotiou, una ateniense de 69 años que vende billetes de lotería, está furiosa. "¡Me da tanta bronca! Estamos en guerra financiera, ¿o no se dan cuenta? La única autoestima que va a levantar este premio es la de [Angela] Merkel", remató Fotiou, en referencia a la canciller alemana, cuya insistencia en la aplicación de medidas de austeridad a cambio de ayuda la convirtió en un personaje que los griegos detestan.

Merkel estuvo en Atenas a principios de esta semana. Furiosos por su presencia, una multitud salió a manifestarse. Quemaron banderas nazis y se enfrentaron con la policía.

Pero incluso en países duramente golpeados por los tiempos de crisis hay muchos que dicen entender la lógica de otorgarle el premio a una organización a la que se atribuye el mantenimiento de la paz durante más de medio siglo, en un continente arrasado por dos guerras mundiales.

"Está bien lo que hicieron", expresó Howard Spilane, un irlandés de 38 años. "Europa está en crisis, pero comparado con las guerras, incluso comparado con la Guerra Fría, Europa está mejor que antes. La gente sufre, pero no se está muriendo. El balance es altamente positivo."

Son las mismas respuestas alentadoras que se escuchan en Europa del Este, donde muchos exhiben su membresía de la UE como una insignia de su identidad europea, tan arduamente ganada, y como un bastión contra el regreso del comunismo totalitario.

"A mí me alegra, aunque me parece raro", dijo Andras Kocsis, un estudiante húngaro de 18 años de Budapest. "Está bien, porque la UE hace mucho por los derechos de la gente", sostuvo.

RESENTIMIENTO

Aunque también en los ex países comunistas los elogios distan de ser generalizados, ya que la UE despierta el resentimiento de muchos. Petr Hajek, subdirector de la oficina del presidente checo Vaclv Klaus, que antes apoyaba a la UE, pero después le dio la espalda, dijo que la Unión carece de "legitimidad democrática" y que estaba contribuyendo a generar "animosidad entre las naciones".

"La libertad y la democracia están temblando en un rincón, lo mismo que ocurría durante los regímenes que sufrimos en Europa durante el siglo XX", dijo Hajek.

En Bosnia, que espera sumarse al bloque -pero que no olvida las vacilaciones y divisiones de la UE frente a la guerra de 1992-1995-, Kada Hotic dijo que el premio era "una vergüenza".

Su hijo, su esposo y dos hermanos se cuentan entre los 8000 hombres y niños musulmanes que fueron masacrados por las fuerzas serbias de Bosnia en 1995. "La UE tiene la obligación de proteger a las minorías de Europa, pero fue incapaz o no quiso proteger a los musulmanes de Bosnia. Incluso hoy hace poco y nada por impedir conflictos en el resto del mundo", concluyó.