La ocupación de camas de terapia con pacientes con coronavirus es la menor en casi un año y crece el uso para otras patologías

La ocupación de camas de terapia con pacientes con coronavirus es la menor en casi un año y crece el uso para otras patologías

La tendencia comenzó a revertirse el 30 de julio y cobró fuerza en los últimos días. Se están reprogramando cirugías suspendidas y atendiendo casos postergados. El personal de salud denuncia falta de contención emocional.

La sostenida baja en los contagios de coronavirus se tradujo en un cambio en el uso de las Unidades de Terapia Intensiva (UTI). Mientras que en el peor momento de la segunda ola se cancelaron las cirugías y se postergaron atenciones para dar prioridad a los pacientes críticos con diagnóstico covid-19 positivo, diez semanas después ocupan menos de un tercio de las camas y los internados con otras patologías los duplican.

De acuerdo con el reporte del Ministerio de Salud, hay 3173 personas internadas en estado crítico con coronavirus en todo el país, la cifra más baja desde el 17 de septiembre de 2020, cuando eran 3108.

Los datos dan cuenta de que la situación de las UTI logró descomprimirse luego del pico de 7969 que había alcanzado el 14 de junio, apenas 15 días después del máximo registro de contagios para un solo día desde el inicio de la pandemia. Al borde del colapso, las autoridades sanitarias de la mayoría de los distritos ordenó cancelar cirugías no urgentes y postergar atenciones para dar prioridad a la atención covid.

Desde ese entonces pasaron diez semanas en las que tanto los contagios como la ocupación de camas de terapia intensiva comenzaron una curva descendente. En el Gobierno se lo atribuyen en parte al avance de la campaña de vacunación, pero también a que tras una nueva etapa de asilamiento social se logró contener la segunda ola.

Según los datos de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), cuando la ocupación de camas con pacientes con coronavirus saltó del 58% al 73% a fines de mayo, la atención de otras patologías se redujo del 32% al 18%. En ese momento queda apenas el 9% de las unidades libres y la saturación del personal era extrema.

Sin embargo, la situación comenzó a revertirse desde ese entonces. El 30 de julio fue la primera vez que se reportó mayor ocupación de pacientes con otras patologías que los covid positivos, de acuerdo con el informe.

Pero el cambio más radical fue es que la SATI registró en su último reporte que hay más camas libres (28%) que pacientes internados con coronavirus (23%), los que se redujeron a menos de la mitad de las personas que presentan otras patologías (48%).

No obstante, la enfermedad sigue golpeando con fuerza a quienes llegan a una UTI, el 73,35% requiere de Asistencia Respiratoria Mecánica (ARM) y un 13% CAFO (Cánula Nasal de Alto Flujo).

Qué pasa en el AMBA

Tanto en el pico de la primera como de la segunda ola de coronavirus en la Argentina la mayor preocupación estuvo centrada en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde se concentra la mayor densidad poblacional del país, acelerando y facilitando la propagación de la enfermedad.

Según la SATI, en su último informe registró que del total de ocupación de camas el 16% correspondía a pacientes covid positivos. De las personas en estado crítico, el 78% requirió de ARM.

Si se divide por distritos y se toma el total de camas disponibles, en la Ciudad de Buenos Aires hay un 25,24% de pacientes internados con la enfermedad y en la provincia de Buenos Aires un 32,62%, mientras que 49,9% y 40,55% respectivamente presentan otras patologías, y 24,85% y 26,83% están libres.

Agotamiento emocional

Desde el inicio de la pandemia, el personal de salud está al frente del combate contra el coronavirus, exponiendo su vida y en permanente contacto con la muerte. La velocidad y la gravedad de la enfermedad no les dio tiempo a ocuparse de lo que les sucede a ellos, pero apenas se descomprimió la situación salieron a la luz todas las falencias: desde la falta de insumos hasta su frágil estado emocional.

En los momentos más críticos le pusieron el cuerpo a la escasez de sedantes para intubar pacientes, atendieron más personas de las que indican los protocolos (por falta de personal o por ausencia de quienes se infectaban), vieron morir familiares, pero pero al mismo tiempo debieron seguir dedicándose a su trabajo. Todo eso los terminó afectando y ahora se conocen las consecuencias.

De acuerdo con el informe de la SATI el 54% de los profesionales de las terapias intensivas consultados reconoce que le hace falta un sostén emocional, pero más de la mitad (55%) de las Instituciones no se los ha ofrecido y las que sí lo hicieron, para el 60% esa ayuda no les sirvió. Esto llevó a que el 42% deba recurrir a un equipo externo.

“El equipo de salud de la UTI sufrió y sufre de un alto estrés emocional con signos de Burnout, agotamiento físico y mental. Todos los profesionales deberían recibir un sostén psicológico de calidad desde las mismas instituciones donde trabajan, dado que muchas veces, por diferentes motivos, no es posible contar con un soporte emocional por fuera de las instituciones”, advirtió la SATI.

 

Por Mariana Prado

Comentá la nota