La actriz se luce como la mamá de Mariano Martínez en la ficcón Mi problema con las mujeres y define a su personaje como una mezcla de "pendevieja" con "comehombres". "En la TV de hoy te adaptás o no trabajás más", asegura.
Julián Anzoategui
Empezó como modelo. Fue un símbolo sexual entre las mujeres de los '80. Protagonizó películas inolvidables como La playa del amor (1979) y se lució como una de las más populares partenaires de Alberto Olmedo en sus sketches. Su pareja con Cacho Castaña hizo hablar al país. Fue mamá, quedó viuda y hasta estuvo al borde de la muerte. Es que Mónica Gonzaga, con el paso del tiempo, es una de las pocas mujeres del medio que aprendió a reinventarse.
Nació en 1958 en el seno de una familia de clase media y todo lo que logró en su vida profesional, dice, se lo debe a sus padres. De su infancia, Gonzaga destaca el esfuerzo que hacía su madre como costurera y recuerda con exactitud las palabras que le decía: "Ella quería a toda costa que yo fuera artista. De mis padres tenía una exigencia brutal, sobre todo con la parte estética", comenta la actriz a la que su mamá le hacía presionarse la punta de los dedos varias veces al día para estilizarlos y que no quedaran anchos cuando fuera grande. "Mi papá todo el tiempo me decía 'Moniquita, no te vayas a ensanchar de caderas'. Con eso creo que ya tengo para 20 años de psiquiatra", bromea la morocha que sigue estando tan vigente como en aquella época y redobla la apuesta cada lunes a las 22:30 con su papel en Mi problema con las mujeres, el unitario que protagoniza y produce Mariano Martínez para la pantalla de Telefe, donde interpreta a una madre muy particular.
–¿Por qué te exigían tanto en tu familia?
–Yo empecé de protagonista y eso es algo que no les pasa a todas, por eso valoro aquella exigencia de mis padres. Me acuerdo que mi mamá me decía: "Antes que costurera como yo, prostituta". Aunque en realidad ella quería que yo me casara con un señor de la alta sociedad y listo.
–Es raro, porque ellos no tenían nada que ver con el rubro...
–Mi papá era empleado de una automotriz y mi mamá era modista. Eran cosas de la época, imaginate que yo de mi papá decía que era el amante de la Coca Sarli como para hacerlo más importante. En el colegio yo decía que mi papá era contador, porque todos mis compañeros tenían padres profesionales y a mí me daba vergüenza no tenerlo. ¡Nunca quise ser menos que nadie!, esa es la verdad, aunque entiendo que un contador puede ser un pelotudo terrible.
–¿Por eso que te inculcaron de chica terminaste siendo modelo?
–No sé. Mamá, a mis 13 años llevó una foto mía a Dick Van Dyke y jamás paré de trabajar. Concursé en todo lo que había. Para mí era una joda porque podía llevar a todos mis amigos gratis al boliche. Ahora, a la distancia, creo que lo tendría que haber tomado más en serio, pero desde me lo tomé muy light.
–¿Eso te perjudicó?
–Con el tiempo sentí que podría haber seguido una carrera con más actitud. Sólo eso. Fui dominada por el destino mi carrera. Nunca fueron todas flores.
–¿Y cómo te sentís con tu trabajo en Mi problema con las mujeres?
–Realmente esto fue una muy buena experiencia porque el productor es Mariano Martínez, y cuando yo hice el piloto de esta ficción, lo vi a Mariano que iba a ser mi hijo y al toque visualicé a mi hijo real en esa edad. Me contaron que era una madre muy “pendevieja”, extrovertida, sacada, papelonera y eso me entusiasmó mucho.
–¿Te salió enseguida el papel?
–Me llamaron cuando yo ya tenía claro el concepto. Uno de los pilares en los que me apoyo es que yo observo mucho a la gente y lo que yo llamo la "pendevieja" es cada vez más popular. Te la encontrás a la salida del colegio, en el rugby de tus hijos, en el súper.
–¿Cómo te llevás con las "pendeviejas"?
–Yo pienso que hay algo que está cambiando que es la expectativa de los años. Antes, de los 50 a los 60, ya eras una abuela tejiendo escarpines en un sillón mecedor, con 90 kilos de más y ahí se había terminado todo y vivías a través de lo que le pasaba a tus hijos. ¡Ahora cambió! La mujer empezó con el gimnasio y no lo larga, porque si a los 50 empieza con el reuma, caza pilates.
–Sería como la canción de Arjona: “Señora, póngale vida a los años”.
–Sí, pero él dijo a los 40. Yo le diría a Arjona que entre a actualizarse porque ahora las de 40 compiten con las de 17. Eso quería hacer yo con mi personaje. ¡Quería parecerme a las mamás del colegio de mi hijo que se compran ropa en la casa donde compran sus hijas! Sentí que el vestuario de Elsa (su personaje) tenía que ser en vez de leopardo, bien apendejado.
–Elsa es más una "comehombres"...
–¡Una comehombres pendevieja! Yo la iba a hacer onda las madres del colegio de mi hijo, pero por mi pasado terminó siendo una comehombres, por el tema de que fui una sex symbol y el público tiende a encasillar. A mí me vestís de nuevo con ropa ajustada, minifalda, un súper taco y me acomodás el pelo y ves a la ex Mónica Gonzaga en la actualidad. Esta madre que le tocó al personaje de Mariano Martínez, sumado a un padre que se las tomó, es la que causa todos sus males.
–¿Te sentiste identificada?
–A nivel personal estoy viendo que eso de salir con gente 20 años más grande no va más. Me quedo convertida en enfermera, la búsqueda la tengo que hacer tocando timbres en las casas porque no salen mucho. Entré a bajar el tope. Cinco caramelitos menos o cinco más que mi edad y listo. ¡Geriátrico no, definitivamente!
–¿Qué querés decir?
– Puede haber uno súper mantenido de 70, pero en general los hombres se han cuidado menos. No hablemos del "Colorado" de Narváez que va todo el día al gimnasio porque de esos hay pocos. No te digo encontrarlo a él porque no me gustan los colorados, menos de ese tipo y son yeta. Lo que me pasa a mí les pasa a muchas. Siempre estamos redondeando para abajo las mujeres.
–¿Sentías la necesidad de estar acompañada todo el tiempo?
–Todo el tiempo no, pero cuando mi hijo (Adriano, de 14 años) empezó con todo esto de las matinée que ahora van a terminar más tarde, con la ida al club, con la ida a lo de los amigos… ¡Necesito alguien para que me haga el aguante y lo busque! A mí me encanta la compañía de un hombre, la paso bien, me divierto, entonces preferiría siempre tener a alguien al lado. No es lo mismo que una amiga.
–¿Sentís que estás encasillada para hacer siempre papeles de madre?
–Siempre hago de madre, o cocoliche o más fina, pero generalmente no son parecidos a mí. Yo estuve 15 años casada con un señor que se dedicaba al cine, con el que viajamos por el mundo, nos movíamos en ambientes muy caretas y mi vestuario real tiene que ver con esos ámbitos. Por eso siempre me llaman para hacer de la mujer distinguida o paqueta. A mí me divierte el disfraz y hacerme la loca.
–Interpretás a una madre invasiva. ¿En la vida real sos así?
–Sí. Yo soy bastante rompe bolas. Lo que pasa es que mi hijo parece que tuviera 30 años por su forma de ser muy madura. Vivimos juntos y yo reconozco que soy un poco invasiva.
–¿Cómo ves la tele hoy?
–Me encanta trabajar para la tele nuestra, pero hay que amoldarse. Si ves “Bailando por un Sueño”, ves que es muy diferente el respeto que había antes para con el público. Hoy garpa más ser chabacano que otra cosa. Es obvio que nuestro público cambió. Lo que hacíamos en Matrimonios y algo más era pícaro, hoy es visto como una estupidez. Se corrieron las barreras de contención. Te adaptás a eso o no trabajás más.
–¿Te sentís referente de muchas mujeres?
–¡Exacto! Eso más que nada. Yo sé que la mujer no quiere colgar a los 50 y quiere tener la posibilidad de seguir vistiéndose sexy, quiere mostrar las piernas o los brazos porque se la pasó en el gimnasio fortaleciéndolo. Es la mujer siglo 21.
–¿Qué se viene de ahora en más?
–Nada más. Por suerte yo puedo alquilar unas propiedades que tengo y vivir de eso. Me voy a Punta para ver qué pasó con los tornados y ocuparme de todas esas cosas que no hago durante el año. No puedo hacer teatro porque con eso de que mi hijo ahora puede hacer la pelotudez esa de ir a boliche con alcohol, no puedo. Tengo que ocuparme de lo que traje a este mundo.
Mónica Gonzaga tiene claro cuál esu camino. No le teme a posar suelta de ropa para la lente del fotógrafo, conserva el sex appeal de los ’80 y no se guarda nada a la hora de opinar. Agradece, cierra los ojos frente al espejo y, ya de vuelta en la rutina de grabación, le pide a la maquilladora un delineado aun más grueso. «
"porcel jr. está loquito y tira fruta de cualquier tipo"
Que en sus comienzos Mónica Gonzaga fue un ícono sexual está claro. Adquirió popularidad mostrando su cuerpo escultural junto a Alberto Olmedo y se destacó en varias películas gracias a su “palomita”. “También trabajé con Sapag y con Porcel. Los nombro porque ahora se los está vapuleando y son grandes comediantes”, dispara la actriz que lejos de temerle al grabador se acomoda en su butaca y enfrenta las versiones.
–¿Trabajaste mucho con Porcel?
–En dos oportunidades nada más. Fue un señor con muchas dificultades de salud. Yo por suerte no tuve ningún tipo de problema ni acoso. ¡Hay otros empresarios del medio que acosan alrededor de una mesa a las chicas que recién empiezan! A mí no me pasó ni con Olmedo con quien trabajé mucho, ni con Porcel. Siempre fue respetuoso. Ya saben que yo tengo carácter, por eso jamás me hicieron esas propuestas raras y si lo hacían se comían un cachetazo.
–¿Y Porcel Jr. qué opinión te merece?
–¡Está loco! Un día propone una cosa y otro día otra, es incoherente. El chico no está bien psíquicamente, pero a veces los locos dicen la verdad. Descoloca a todo el mundo. Lo escuché decir cosas que son reales y la verdad es que de Porcel ha vivido mucha gente y él no tiene por qué vivir de esa gente.
–Pero pide 20 mil pesos para trabajar….
–No sé si le tienen que dar trabajo, pero de alguna manera alguien se tiene que hacer cargo de él. No pueden permitir que ese chico esté como un loquito tirando fruta de cualquier tipo abiertamente porque para el público todo lo que escucha por tele es verdad y marca tendencia.
Señora refinada
En agosto, Mónica Gonzaga volvió al cine con el estreno de la película Rehén de ilusiones, dirigida por Eliseo Subiela, en la que actúa, junto a los protagonistas: Romina Ricci y Daniel Fanego. También está involucrada en otro proyecto, ítalo-brasileño, sobre la vida de Anita Garibaldi, la mujer de Giuseppe Garibaldi, héroe de la independencia italiana. "Con la película entró en juego el otro coté. En un momento empecé a mandar mails y videos a todas las productoras ofreciéndome para laburar y hacer cine independiente. Dio la casualidad que en la productora de Subiela justo necesitaban una señora refinada, dueña de galería de arte, y me tocó. Fue algo muy bueno actuar con él", comenta la actriz, aunque confiesa que la asustó un poco el desafío: "No es lo mismo que hacer una ópera prima. Yo soy una irresponsable permanente, pero me pongo la camiseta de lo que estoy haciendo. Entiendo eso de que el que manda, manda. Por eso siempre trato de respetar lo que dicen para no desentonar. Subiela fue muy claro diciéndome lo que necesitaba de mí y respondí bien", afirma.
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