El movimiento obrero se unió al PJ pero puso sus condiciones

El movimiento obrero se unió al PJ pero puso sus condiciones

En un acto que puede considerarse histórico, los gremialistas locales se mostraron con Bermejo y Martínez Palau, pero les pidieron -por escrito- participar en un eventual futuro gobierno.

Sabido es que el justicialismo mendocino pugna por mantener no sólo la unidad de sus dirigentes sino, y sobre todo, la de los votos que separados lograron sus precandidatos en las PASO, para así avanzar sobre los casi 5 puntos que los separaron como Frente para la Victoria de Cambia Mendoza y retener la Gobernación.

En ese sentido, ayer logró un fuerte espaldarazo de parte de casi la totalidad del movimiento obrero organizado, que se puso al hombro la unidad del peronismo mendocino a favor de la fórmula Adolfo Bermejo-Diego Martínez Palau, aunque no sin antes hacer públicas sus pretensiones, quejas y condicionamientos.

Marcar la cancha

Tal vez ni los candidatos mismos o el medio centenar de trabajadores que asistió al cine Selectro lo comprendieron plenamente, pero el hecho puede considerarse histórico si se tiene en cuenta que por primera vez y tras casi 20 años de discordancias, el gremialismo local se mostró unido con el objetivo común de que triunfe el peronismo, pero también, para dejar por escrito la aspiración lisa y llana de participar en una gestión gubernamental.

Porque eso fue lo que sucedió en el acto de la unidad peronista que contó con la presencia de históricos dirigentes sindicalistas, como el titular de la CGT mendocina, Rodolfo Calcagni y el líder del sector petrolero y la CGT disidente Jorge Córdova, que junto con Bermejo y Martínez Palau encabezaron un acto en el que también participaron los ex precandidatos del FpV, Alejandra Naman (Guillermo Carmona se excusó por tener que estar en una reunión en Buenos Aires), Matías Roby y Ariel Pringles.

Un acto que fue “una verdadera fiesta peronista como hace mucho no se veía”, como calificaron los organizadores al encuentro, añadiendo que “se extrañaba algo así”, mostrando que la intención no era tanto hablar del peronismo del siglo XXI, inundado de kirchnerismo, sino hablar más de Perón y Evita, como queriendo demostrar que lo que viene, en el marco de la unidad, es el peronismo puro, “el de los trabajadores”, como dijo un dirigente antes de que empezaran los discursos.

Fue además un acto de arenga permanente, en el que los dirigentes partidarios, los ex precandidatos, pero sobre todo los candidatos, apuntaron al enemigo preferido, el radicalismo, al que le cuestionaron su “alianza” -prefieren llamarle así en lugar de “frente” Cambia Mendoza- “por ser un rejunte de la izquierda anarquista con la derecha neoliberal” y por querer “dar marcha atrás en lugar de hacer un cambio”.

Pero también fue un acto en el que Bermejo y Martínez Palau, subidos a la maroma proselitista, se comprometieron a gobernar incluyendo a los trabajadores. “No era necesario firmar nada, yo me comprometo a gobernar con ustedes porque así lo siento”, dijo en un momento el maipucino candidato a gobernador, arrancando los alaridos de la multitud.

“Hartos de ser gorreados”

Pero si bien fue un acto para mostrar la unidad peronista, esa que todos anhelan, sobre todo traducida en votos, quedó claro que, como dijo Córdova, “se trató de un acto de las organizaciones sindicales” y fueron ellos los que buscaron el protagonismo.

Fue por eso que tras las palabras de Bermejo, que fue el último orador de la dirigencia política, la palabra la tomó Calcagni, que le retrucó al candidato que más allá de la confianza que él le inspira, era necesario firmar el compromiso. “Estamos hartos de que nos hayan gorreado, por eso lo pedimos por escrito”, indicó con dureza el también titular de Sipemon, en clara alusión a aquellos gobernantes peronistas que no les dieron cabida en sus gestiones.

“Este es el producto de las rabias contenidas durante ocho años”, dijo por su lado Córdova, enfocado en las gestiones de Celso Jaque y Francisco Pérez.

Y por eso ambos, que aseguraron que las conversaciones “vienen de hace mucho tiempo, no sólo desde el 19 de abril” (cuando se realizaron las PASO) coincidieron que más allá del resultado del 21 de junio, “lo que se garantiza es que el sindicalismo vuelve a estar unido” y en ese sentido aseguraron que “el gobierno que venga, encontrará a una CGT unida y combativa”.

Pretensiones sindicales

El compromiso firmado consta de ocho puntos. El primero y principal, exige “la devolución al movimiento obrero de la Casa de la CGT”. Se trata de la recuperación del inmueble de la calle 25 de mayo que hoy se encuentra abandonado.

El segundo es la “participación orgánica y activa del movimiento obrero organizado en las políticas públicas del próximo gobierno”. El tercero, “creación de un organismo de empleo y capacitación para jóvenes”.

Luego, la “elevación de la Subsecretaría de Trabajo a la categoría de Ministerio”. El quinto, la “creación del Consejo Económico Social”.

El sexto, la “participación del movimiento obrero en la política de vivienda”. El séptimo, la “participación del movimiento obrero en las políticas de Estado que amplíen la matriz productiva provincial”. Finalmente, el octavo,  el “reconocimiento de la historia cultural de los trabajadores a través de la Casa de la Cultura, que se ubicará en el solar donde vivió el maestro Tito Francia”.

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