Monsanto logró el permiso para construir su planta

Monsanto logró el permiso para construir su planta
Radicación. El Ministerio de Agua y Ambiente aprobó el proyecto y dio luz verde a la semillera para construirlo. Antes de que trabaje deberá completar el estudio de impacto ambiental.
02/09/2012 00:00

Por Florencia Ripoll

Desde esta semana, es oficial: la multinacional semillera Monsanto, gigante proveedora del negocio agroindustrial y blanco de críticas de ambientalistas y grupos que rechazan los alimentos transgénicos en todo el mundo, obtuvo el permiso oficial para construir la planta de acondicionamiento de semillas transgénicas de maíz que anunció en Malvinas Argentinas.

El gobernador José Manuel de la Sota anunció la radicación a la opinión pública, semanas atrás, pero desde entonces la empresa de origen norteamericano no había podido iniciar la construcción del complejo –que será el segundo mayor del mundo, luego del similar que tiene en Rojas, Buenos Aires– a la espera del permiso oficial para hacerlo. En diálogo con Día a Día, el ministro de Agua, Ambiente y Energía de la Provincia, Manuel Calvo, confirmó que con la resolución 595 esa cartera, autoridad de aplicación de la normativa ambiental, se aprobó el “aviso de proyecto” presentado por la empresa. Esa autorización es el primero de los dos grandes “sí” oficiales que debe lograr el complejo industrial a nivel provincial, y le permite a Monsanto hacer toda la obra civil de su planta, en la que anunció que invertirá un total de 1.500 millones de pesos.

El segundo y definitivo permiso es aprobar el estudio de impacto ambiental para poder, una vez terminado el complejo, ponerlo a funcionar. Ese estudio incluye, por ejemplo, garantías sobre cómo se manejarán las emisiones de material particulado al aire y los residuos que genere la planta, sus sistemas de monitoreo y circuitos de tratamiento, y el esquema aprobado del manejo del residuos peligrosos que desecha (semillas curadas con agroquímicos descartadas).

Otra autorización que ya tiene la empresa es la autorización de radicación de la Municipalidad de Malvinas Argentinas.

Aguas divididas. Este diario consultó a Calvo sobre la marcha legal del desembarco, que avanza en un mar dividido entre quienes promueven ese modelo de desarrollo agroindustrial –plenamente instalado en el campo argentino, que siembra semillas transgénicas desde 1996 y hoy masivamente– y la resistencia de parte de los vecinos de Malvinas y todo un arco de individuos, organizaciones civiles y partidos políticos que rechazan ese sistema y cuestionan en particular las prácticas de Monsanto, como el cobro de patentes por el uso de sus semillas y muchas otras prácticas .

“El aviso de proyecto que autorizamos permite a la firma a construir toda la obra civil de la planta, en un predio de 29 hectáreas antes destinado a la siembra. Monsanto la presentó en cuatro etapas, y se aprobó la primera, que en realidad es la más importante porque incluye todo el proceso de tratamiento y embolsado de la semilla. Las otras son ampliaciones del lugar para mayor producción.”

–¿Qué incluye ese permiso?

–Implica que según lo que exige la ley de ambiente de la Provincia (2131), el proyecto cumple con los requisitos y factibilidades necesarias para poder comenzar a ejecutarse. En este caso, además de la documentación que completó la empresa, nuestros técnicos pudieron viajar al complejo de Rojas, y sacarse dudas in situ. Lo que resta completar, a medida que se avanza en otros exámenes y presentaciones, es el estudio de impacto ambiental, que debe ser aprobado para que la planta pueda funcionar.

–Una de las preocupaciones de vecinos de Malvinas Argentinas es el uso del agua que hará Monsanto, ¿qué dice al respecto?

–La zona de Malvinas es uno de los corredores con mayor cantidad de agua subterránea, y no tiene problemas de abastecimiento ni de calidad. Recursos Hídricos dio la factibilidad de agua, la empresa deberá completar la obra necesaria para obtenerla: una perforación que supervisa y mide la Provincia, y sobre la que cobra un canon. Esa estructura debe estar lista para el estudio de impacto ambiental. También tiene ya las factibilidades de gas y energía, emitidas por Ecogas y Epec, que también requerirán obras.

–También hay miedo por la posible emisión de material particulado…

–La planta es un módulo cerrado donde se hace el proceso, está todo adentro. Igualmente, en el estudio de impacto ambiental, previo a la habilitación, se evaluarán esas acciones y el plan de monitoreo. Habiendo visitado Rojas, donde hay un proceso similar, ya hay opiniones al respecto.

–En definitiva, un temor central es que contamine el entorno…

–Con este primer permiso y el análisis de impacto ambiental, como Estado tenemos cubiertos todos los controles necesarios para que la actividad se realice en el marco de la ley. Eso nos da garantía de que se hará una actividad con los requisitos ambientales.

–Monsanto asegura que su planta “tiene menos impacto que una automotriz u otras ya radicadas”, ¿qué dice al respecto?

–No me gusta comparar las actividades, hay que cumplir con la legislación vigente. Monsanto cumplió y por eso salió la resolución. Nuestra responsabilidad como autoridad de aplicación es evaluar, en este caso una planta de semillas de maíz, sea de quien sea. Si viene una estación de servicio le pido lo mismo que a Monsanto, por supuesto con las características que requiere cada actividad, pero siempre un aviso de proyecto y un estudio de impacto ambiental.

–Más allá de la planta, parte importante de la resistencia a la empresa es global, se la rechaza como gigante promotora de los transgénicos, ¿qué opina al respecto?

–La responsabilidad del Ministerio es el cuidado y preservación de los recursos de la provincia aplicando las leyes de agua y ambiente. Ahora, cierto es que las sociedades se desarrollan, crecen y se generan estos emprendimientos (como el de Monsanto) porque hay mayor demanda de alimentos, por eso avanza también la tecnología, para satisfacerla.

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Una multinacional

Monsanto fue fundada en 1901 en Missouri, Estados Unidos. En sus inicios distribuía sacarina, en los años ‘20 expandió negocios a la química industrial y luego a los plásticos.

En los ‘70 comenzó a desarrollar herbicidas y poco después biotecnología, áreas que hoy son su fuerte. Produce el glifosato (bajo la marca Roundup), tan utilizado en la agricultura como cuestionado por su impacto ambiental. La firma remarca que está calificado como de los de menos riesgo (categoría IV).

Es la mayor productora mundial de semillas genéticamente modificadas (preparadas para resistir herbicidas), sobre las que detenta patentes. En la Unión Europea (salvo dos países) el uso de esa clase de semillas no se permite, pero en otros, como Argentina, está admitido desde 1996 y hoy masivamente difundido. El posible efecto perjudicial sobre la salud humana de estos alimentos es un tema en arduo debate.

A Monsanto se la cuestiona, además, por sus prácticas empresariales (por ejemplo, participar en la elaboración del agente naranja, un químico usado en la guerra de Vietnam para destruir la selva que causó numerosas muertes y malformaciones, incluso a soldados estadounidenses).

Por otra parte, Argentina viene promoviendo el uso de biotecnología en el agro, y acaba de autorizar la venta en el país de la soja RR2, la última semilla genéticamente modificada patentada por Monsanto que, se promociona, eleva sensiblemente el rinde por hectárea. Desde esta perspectiva, la biotecnología se valora para elevar la producción de alimentos.

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Vecinos y otras organizaciones resisten con marchas

Aglutinados en la asamblea “Malvinas Lucha por la vida”, habitantes de Malvinas Argentinas, de Monte Cristo, Capital y otras localidades, y organizaciones sociales y ambientalistas se vienen aglutinando en resistencia de la radicación de Monsanto.

“Por un lado, rechazamos el montaje de esa planta, que manipula semillas envenenadas y que tiene muchos puntos ciegos, como la baja calidad del empleo que ofrecerá, su uso de agua, etc. El progreso que enferma y mata no es progreso”, explicó Matías Marizza, miembro de la asamblea. “La segunda resistencia que hacemos es al modelo que encarna Monsanto: el uso de transgénicos en el campo. No queremos acá ni en ningún lado una empresa que colabore con la expansión de este modelo agropecuario que excluye pequeños productores y agota los recursos naturales”, agregó.

El viernes, un grupo se concentró sobre ruta 19 y repartió folletos explicativos a conductores y peatones, y luego marchó por la localidad para replicar la acción en la ruta A88. El colectivo anti Monsanto planea acciones similares para esta y la próxima semana, y el 17 de setiembre se sumará con una marcha callejera en Córdoba capital a una protesta de rechazo mundial a Monsanto.

“Malvinas, Lucha por la Vida” realiza asambleas todos los miércoles en diferentes lugares de Malvinas y difunde sus reuniones, acciones y otros materiales informativos en su Facebook, que se llama como el grupo: Malvinas Lucha por la Vida.

Entre otros referentes, las Madres de Barrio Ituzaingó Anexo, protagonistas del histórico juicio que terminó con un fallo condenatorio por aplicación ilegal de agrotóxicos en un campo, se manifestaron en respaldo de la resistencia de los vecinos de Malvinas Argentinas.

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