Llaryora está solo y espera

Llaryora está solo y espera

El gobernador de Córdoba sabe que la mayoría de los cordobeces apoya a Milei, pero aguarda su momento.

Por Gabriel Silva.

Desde el arranque de la gestión libertaria en Casa Rosada, el Gobierno nacional adeuda a las arcas del Estado cordobés alrededor de 300 mil millones de pesos entre la caída de los subsidios al transporte, el Fonid, los fondos de la Caja de Jubilaciones y programas sociales provinciales que hasta diciembre se sostenían con un porcentaje de aportes nacionales como es el caso del Paicor. El programa de alimentación en escuelas que impulsó Angeloz, continuó Ramón Bautista Mestre y el peronismo con De la Sota y Schiaretti terminaron por consolidar como una política de estado en Córdoba.

Estos son los números que, hasta altas horas de la noche se discuten en El Panal, la casa de gobierno cordobés, y conversaciones de las que forma parte la mesa chica del gobernador Martín Llaryora. La misma que, hace unos días y en la última reunión de gabinete, vio cómo los dos principales asesores que tiene el cordobesismo pintaban el escenario actual: "la gente votó hastío y el que mejor representó eso fue el que ganó la elección. Pero acá puede pasar como cuando todos te dicen que tu mujer te es infiel, te lanzan señales y vos sos el último en enterarte o no queres ver", dijo uno de ellos para graficar la relación entre Milei y el electorado cordobés. Con números que, en términos de imagen y a seis meses de gestión, siguen favoreciendo más a Milei que a Llaryora.

El heredero del cordobesismo es consciente de esto. No le escapa, sabe que Córdoba, por su historia refractaria al kirchnerismo, primero compró a Macri y ahora es el turno de Milei. Pero espera, aguarda. Compara todo el tiempo el inicio su gobernación con los arranques de las gestiones municipales; primero en San Francisco y luego en la capital cordobesa, y hace los mismos números. Dice que siempre arrancó administrando crisis.

En esa espera, desde el llaryorismo más puro empiezan a hablar de un Milei sin continente, un líder sin estructura de gobernadores, parlamentaria, sindical y ni siquiera del establishment empresarial o mediático que lo puede hacer vulnerable ante cualquier malestar social. Si la macro no trae resultados alentadores en el corto plazo para los sectores más débiles de la economía, la tolerancia va a encontrar un límite.

Desde el arranque de la gestión libertaria en Casa Rosada, el Gobierno nacional adeuda a las arcas del Estado cordobés alrededor de 300 mil millones de pesos. Llaryora sabe que Córdoba, por su historia refractaria al kirchnerismo, primero compró a Macri y ahora es el turno de Milei.

Saben también, en el PJ cordobés, que es poco probable la aparición de una ‘foto de Olivos', en la comparación con Alberto F. aunque sí el descontento generalizado puede estar atado a la construcción de diversos factores. "La gente también banca a Milei porque, a diferencia del anterior que se fue sin ningún tipo de valor en su palabra, este cumple con lo que dijo que iba a hacer. Y aun cuando esto sigue siendo de un costo altísimo para las clases media y baja, la gente por ahora soporta y respalda", reconocen.

Este Milei insular es compartido también por otros gobernadores que preguntaron en los últimos días y de manera reiterada a los despachos cordobeses qué se sabía del cada vez más debilitado y ya extinto Pacto de Mayo. La respuesta desde acá fue la misma que hace un mes: "no sabemos nada". Motivo por el que, no sólo descartaron la iniciativa, sino que también apuntan a las contradicciones entre los anuncios grandilocuentes y lo que termina concretando el gobierno libertario.

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Ahora, ante la posibilidad de un encuentro más modesto que se definirá en los primeros días de la semana, en el cordobesismo sostienen: "En el verano arrancaron con la Ley Ómnibus y una reforma trascendental del Estado, terminaron negociando una acotada Ley Bases que ni siquiera pueden sacar en el Senado. Con el promocionado Pacto de Mayo puede pasar lo mismo", dicen.

En simultáneo, Llaryora insiste públicamente con su perfil de respaldo a Milei, aunque sin la vehemencia de hace unos meses vuelve a marcar distancia con el libertario. Esperando que sea la sociedad cordobesa la que elija el momento para iniciar el trámite de divorcio.

Puertas adentro, como contó LPO esta semana, el gobernador sigue tendiendo puentes para reconstruir el bipartidismo con la UCR y trasladar ese aislamiento al senador Luis Juez, hoy el principal aliado en Córdoba que tiene Milei. Mucho más después de la cena en Olivos del miércoles pasado, post desembarco de Nicolás Posse en el Senado.

Gobernadores preguntaron en los últimos días y de manera reiterada a los despachos cordobeses qué se sabía del cada vez más debilitado Pacto de Mayo. 

Desde los despachos del Panal ya observan -y disfrutan- cómo se caen algunas denuncias del juecismo que no tienen respaldo radical. Por caso, la última que involucró al empresario Manuel Tagle, aliado clave en las campañas de Juntos por el Cambio, y al ministerio de Seguridad que encabeza Juan Pablo Quinteros.

De todas maneras, los radicales con terminales porteñas saben que las facturas en contra de Juez no vienen por la tensión pública entre el líder del Frente Cívico y el eje Lousteau-Yacobitti; sino que tienen como motivo principal un hecho que Juez se encargó de hacer público y no tuvo respaldo ni consideración mediática en los despachos del poder: el rechazo juecista a la postulación de Ariel Lijo para la Corte. Factor condicionante en la continuidad de alianzas y la construcción de nuevas sociedades con miras al 2025.

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