Juan Llorca y Melisa Gómez: “A mayor tiempo con los abuelos, mayor consumo de bebidas azucaradas o dulces”

Juan Llorca y Melisa Gómez: “A mayor tiempo con los abuelos, mayor consumo de bebidas azucaradas o dulces”

Ambos autores de ‘Leche con galletas’ creen que el tiempo que comparten mayores y pequeños es un regalo, pero también saben que muchos dan cariño de distintas maneras, incluidos los caprichos.

Los abuelos y abuelas son para muchas familias lo más cercano que estarán de dar un significado a ese término difuso que es la conciliación. Las más afortunadas cuentan con su apoyo logístico, su amor incondicional y hasta con algún que otro táper de arroz que les salve del cocinar atropellado del día a día. Melisa Gómez y Juan Llorca creen que el tiempo con los abuelos es un regalo para sus nietos, pero también saben que muchos dan cariño a sus nietos de todas las maneras posibles, incluida la alimentación en forma de dulces y caprichos.

“¿Qué abuelo se puede resistir a una petición de su nieta?”, se pregunta Llorca. El chef de Valencia Montessori School y la dietista-nutricionista acaban de publicar Leche con galletas (Vergara), un libro en el que dan las claves a las abuelas y abuelos para lograr una alimentación saludable. Claves y recetas, porque el libro contienen 50 propuestas de comidas, cenas y meriendas para que comer rico y sano sea una realidad, independientemente de la generación a la que pertenezcamos.

PREGUNTA. ¿Cómo comen, en general, los abuelos y abuelas?

JUAN LLORCA. Pregunta difícil de responder, ya que te diría que, por lo general, comen mucho más producto de temporada, tienen más costumbre de ir a mercados, comprar en fruterías y verdulerías de barrio y eso hace que su alimentación sea quizás más sencilla y tradicional. Pero también consumen mucho dulce. Quizás no dulce como bollería industrial, pero sí de horno y las típicas galletas.

MELISA GÓMEZ. Creo que hoy en día nos encontramos con un grupo bastante heterogéneo de abuelos y abuelas, con algunos más apegados a las costumbres y platos típicos, otros que prueban nuevos alimentos y les gusta innovar y otros que pasan menos tiempo en la cocina y se apoyan más en alimentos procesados o preparados. De forma muy general y según lo que muestran algunas estadísticas, parece que con cada nueva generación se dedica menos tiempo a la cocina y se da más lugar a precocinados y ultraprocesados, tendencia que esperamos que pueda revertirse.

P. Les pregunto esto porque aunque pueden tener un patrón de alimentación más saludable que muchos jóvenes, también señalan que les gusta consentir con productos insanos…

JLL. Para ellos el tiempo con sus nietos es algo maravilloso, por lo que tienden a no saber negarles nada. ¿Qué abuelo se puede resistir a una petición de su nieta? Los abuelos dan cariño a los nietos de todas las maneras posibles, incluida la alimentación en forma de dulces y caprichos.

MG. Sí, cuando revisamos los estudios existentes acerca de la influencia de los abuelos sobre el comportamiento alimentario de sus nietos, encontramos que en muchos de ellos se hallaron asociaciones como a mayor tiempo con los abuelos, mayor consumo de bebidas azucaradas o exposición a dulces, además de utilizar en muchas ocasiones alimentos como premios o como forma de consentir a los más pequeños.

P. Y luego hay frases que suelen estar muy instauradas y que fomentan ese “comer emocional”.

MG. Sí, una de las estrategias más utilizadas para animar a los niños a comer por encima de su apetito es el chantaje. Se puede expresar con frases del tipo “Si te comes X (algún alimento que se considera saludable) o si te comes todo, luego te puedes comer X (generalmente un dulce o producto hiperpalatable) o puedes jugar a X” (o cualquier otra acción que se considere un premio); “Si no te comes X no podrás crecer ni te pondrás fuerte” o “si no comes no crecerás”; “¿No lo vas a probar? o ¿no vas a comer un poco más?... La abuela te lo ha hecho con mucho cariño”. Este tipo de expresiones pueden animar a los niños a comer por encima de lo que sus señales de hambre o saciedad le indiquen.

P. ¿Qué otras formas tienen de mimar o consentir a los nietos y nietas que no sea con la comida?

JLL. Con su sola compañía. Yo al final recuerdo mi infancia con mis abuelos no por lo bien o mal que comía, sino por estar con ellos, sus historias, su cariño, jugar, paseos en bici, cuando venían a buscarme al cole…

MG. Lo más importante es el tiempo compartido. Tiempo para leer un cuento, para dar un paseo, aprender alguna habilidad (como jardinería) o incluso cocinar algo juntos. Si no es opción o se quiere recurrir a algo material, se puede optar por unas pegatinas, unos colores o un cuento, que son detalles que nunca fallan.

P. ¿Se puede realmente convencer a los abuelos y abuelas de la importancia de una buena alimentación en la infancia?

JLL. Es algo complicado (risas). Suelen tener unos patrones muy establecidos, unas creencias con las que se han criado y han criado a sus hijos e hijas. Creo que con cariño, hablando, empoderándoles y dándoles argumentos que sean comprensibles y no les culpe, sino les ayude a sentirse más importantes, seguro que algo podemos hacer.

MG. Efectivamente, no es fácil, pero ver cada vez a más abuelos y abuelas en consultas de nutrición acompañando a los padres, en charlas sobre estos temas o informándose a través de libros, prensa y redes, nos anima a seguir creyendo que se puede.

P. Cuando a los niños no les gusta o apetece lo que hay para comer, hay abuelos y abuelas que optan por prepararles otra cosa en el momento. Hay familias a las que esto no les parece bien. ¿Qué opinan de esto?

MG. No necesariamente tiene por qué ser algo malo. Si la segunda opción se tratase de otro plato saludable, no hay ningún problema. Siempre se pueden ofrecer alternativas como la fruta o si hay un primero o segundo que les guste, servirles más. Al igual que los adultos, a ellos puede apetecernos un plato más que otro. Lo que se suele tratar de evitar es que esto se repita constantemente de modo que no limite la variedad del menú y lo convierte en monótono con dos o tres opciones que se repitan sin lugar a otras recetas o alimentos. Por ejemplo, macarrones con boloñesa, nuggets con patatas fritas, etc. Recordemos que la planificación del menú será responsabilidad del adulto, escuchando las preferencias de los peques e intentando darles cabida, pero asegurando, en la medida de lo posible, que sea variado y saludable.

P. ¿Cómo hablarles de todo esto a los abuelos sin herir sus sentimientos ni hacerles sentir ajenos a la crianza?

MG. Este es uno de los mayores retos, y además es algo muy personal porque depende de la relación que cada quién tenga con sus padres. Creo que utilizando un enfoque principalmente positivo (que suene menos a juicio y más a invitación) e informando acerca de los motivos para hacer muchas de las cosas que hacemos hoy, podremos lograr que nos apoyen aunque no lo vean del mismo modo.

JLL. En el libro tienen todo un apartado maravillosamente escrito por Melisa donde se puede entender y ellos puedes verse reflejados. Nuestra intención es hacerles partícipes de la crianza, del papel tan importa que ellos juegan en la actualidad –con lo difícil que es conciliar la parte laboral con la parte familiar– y que sientan todo lo que pueden aportar en el presente y futuro de sus nietos y nietas.

P. ¿Por qué es importante que toda la familia trabaje junta para lograr una alimentación saludable?

MG. Porque en la alimentación, como en muchos otros temas, la unión será clave para lograr un mejor resultado. Comenzando con la lactancia, por mencionar un ejemplo. Si el deseo de la madre es ofrecer leche materna, pero ante la aparición de dificultades su círculo más cercano (madre, suegra, hermana…) le cuestionan, le aconsejan ofrecer biberón, le hacen sentir culpable porque pueda parecer que el bebé se queda con hambre, es mucho más probable que se abandone la lactancia junto a todos los beneficios que podría aportar. Del mismo modo, si en casa se ofrecen principalmente frutas para merendar o a modo de postre, pero los abuelos o abuelas ofrecen frecuentemente helados, galletas, bocadillos, yogures azucarados, entre otros, notaremos como cada vez más nos pedirán estas opciones. Si en su lugar, abuelos y abuelas comparten más frutas con sus nietos, reforzarán el hábito de merendar fruta, y es mucho más probable que se pueda mantener hasta que nuestros peques sean adultos.

JLL. Es importante que trabaje la familia, ya que es el núcleo de todo crecimiento y educación, valores para la vida, costumbres, pero sería maravilloso que el entorno (centros escolares, los parques, la publicidad) también lo complementase.

P. ¿Qué hacemos si una parte de la pareja está de acuerdo con lo que hacen sus padres, o le resta importancia, pero la otra no lo está?

JLL. Dialogar e intentar llegar a un entendimiento por las dos partes. No hay que olvidar que el fin es el mismo: criar de la mejor manera que sepamos.

MG. Sí, recomendaría mantener la conversación abierta e ir negociando sobre la marcha. Tal vez en algunos momentos habrá que ceder para mantener un buen ambiente en la mesa, en otros se podrán utilizar otras estrategias para llegar a un punto medio.

P. ¿Estamos siempre a tiempo de cambiar hábitos de alimentación si los abuelos se animan o una vez instauradas determinadas costumbres es más complicado?

MG. Siempre se está a tiempo de mejorar, pero cuanto antes seamos conscientes de lo que queremos sembrar y lograr, más sencillo será el camino. Por ejemplo, será mucho más sencillo que nuestros peques sean adultos que se alimenten de forma consciente y escuchen sus señales de saciedad si mientras crecían respetamos su apetito. Si en su lugar, les insistimos o les distraemos con pantallas para que coman, muy probablemente de adultos tendrán que esforzarse en reconocer nuevamente esas señales. Ocurre lo mismo con la reeducación del paladar a los sabores de la comida sin endulzar o sin añadir grandes cantidades de sal: cuanto menos tengamos que retroceder, más sencillo será.

P.¿Por dónde se puede empezar?

JLL. Por lo más sencillo: entender qué papel juega la alimentación en nuestras vidas.

MG. Todo suma y cuando vemos que hay pequeños cambios que son fáciles de implementar, podremos encontrar mayor motivación para seguir adelante. Tal vez te resulte más sencillo incluir una pieza de fruta en las meriendas, tal vez priorizar la fruta entera antes que los zumos o tal vez cambiar el relleno del bocadillo (si se suelen utilizar opciones poco saludables). Cualquiera de estas acciones será beneficiosa y tendremos tiempo para seguir avanzando. El ritmo lo marcará cada familia.

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