Juan Carlos Rousselot: Todo un estilo

Juan Carlos Rousselot: Todo un estilo
En diciembre del 94 había una cumbre de intendentes justicialistas en la quinta de San Vicente, lugar de residencia del entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde...
Nueve jefes comunales discutían animadamente sobre el destino del fondote reparación histórica del conurbano y se mechaban en la charla detalles de la interna partidaria cuando un ensordecedor ruido se apoderó del ambiente. Era un majestuoso helicóptero blanco que se suspendía sobre sus cabezas.

“¿Es la Chiche?”- preguntaron al gobernador en referencia a su esposa. “No, no tengo ni idea de quien puede ser”. Minutos después Juan Carlos Rousselot bajó del helicóptero, estacionado en medio de la cancha de fútbol, con los dedos en V y con su característica sonrisa de oreja a oreja. “Es incorregible”, les dijo el gobernador a sus interlocutores mordiéndose el labio inferior.

El diario, en marzo del 95 despejó la incógnita: Rousselot pagó durante 1994, más de 200.000 dólares de los fondos municipales para desplazarse en helicópteros que le alquilaba a la empresa RA-CA, a pesar de que su distrito, Morón, el tramo más largo no es mayor a 10 kilómetros. En realidad volar era uno de los hobbies preferidos del ex intendente y nunca entendió porque no podía darse esos gustos con el dinero que la gente pagaba en impuestos. Después de todo, esa misma gente lo había elegido para administrar su plata durante 12 años.

La cantidad de ejemplos similares podrían ocupar decenas y tal vez cientos de páginas como esta, pero tal vez no viene al caso. La historia de Rousselot es la historia de la Argentina.

A fines de la década del sesenta estuvo cerca del sector nacionalista de las Fuerzas Armadas, pero realmente se acercó al poder con el ascenso del peronismo en el 73 cuando se convirtió en la mano derecha de José López Rega, en el temible Ministerio de Bienestar Social de la Nación. Ya entonces cosechó varias denuncias por amenazas y extorsión que pagó con algunos meses de prisión. Los casos más conocidos fueron el intento por apoderarse de Radio Nuclear de Zárate, usando su poder para encarcelar a uno de los socios que se negaba a entregarle la emisora a Rousselot y el apriete a Héctor Ricardo García, el dueño de Crónica pidiéndole, en nombre de López Rega la mitad de su exitosa editorial para permitirle la reapertura de canal 11. De la misma época datan las denuncias que lo involucraron con la Triple A, una organización paramilitar de ultraderecha responsable de la desaparición de más de 2000 personas y de amenazas a políticos, artistas e intelectuales.

A fines de la dictadura se acercó al sector de las FFAA que coqueteaba con una salida a una democracia tutelada: el mentor era el almirante Emilio Massera. En ese grupo militaban, entre otros, su amigo del alma Mario Caserta, Alberto Pierre, Armando Gostañán, Miguel Angel Vicco, Carlos Spadone, Alberto Samid, los sindicalistas Luis Barrionuevo y el petrolero Ibáñez, los militares Za Za Martínez, Carlos Cañón y el almirante Marrón, y un pintoresco patilludo que años después llegó a presidente de la Nación: Carlos Saúl Menem.

El retorno a la democracia lo encontró nuevamente insertado en los medios y desde allí a la intendencia de Morón en 1987, de la mano de Menem solo hubo un paso. La alegría duró poco. Mientras sus amigos se encaramaban en lo más alto del poder, él fue destituido en 1989 acusado de haber firmado una concesión directa para un millonario sistema cloacal con el grupo Macri.

También por una decena de actos de corrupción como comprar miles de pesos sin factura, o costearse vacaciones en Italia con su esposa con dineros públicos. Algunos meses después de su destitución, el escribano que firmó el contrato de las cloacas, Elvio Cegarroa, fue asesinado a la salida de su casa-quinta. Le dispararon a la garganta desde una moto. Cuando revisaron su cadáver aún llevaba consigo su billetera y su reloj de oro.

Desde el 91 al 98, se mantuvo al frente de una comuna donde la corrupción y la violencia fueron moneda corriente. Al término de su primer año de mandato se le inició su primer causa por el pago de sobreprecios en alrededor de diez millones de pesos. Entregó los principales servicios públicos a empresas relacionadas con su entorno y el principal proveedor de la comuna, dueño de una empresa de recolección fue asesinado mientras le ponía una bomba a un vecino crítico de su gestión.

Hacer periodismo independiente en Morón durante su mandato fue más peligrso que ser corresponsal de guerra. Lo que se ventiló en el juicio, amenazas y malversación de fondos fueron durante todos esos años, cosas de todos los días. De todos y cada uno de los días. Violencia, corrupción e impunidad fueron las tres caras de Rousselot.

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