El 40% de los jóvenes consumen bebidas energéticas de forma habitual

El consumo abusivo de este tipo de bebidas provoca insomnio y graves problemas cardiovasculares y renales

“Ahora tengo 40 años. Pero cuando yo era joven, cuando empezaron a salir las primeras marcas, no había ningún aviso de que esas bebidas eran perjudiciales de ninguna manera. Y además te proporcionaban energía y era todo tan increíble… que empecé a consumirlas a diario”. Óscar tenía 13 años cuando decidió cambiar la Coca Cola, la Fanta y el Cacaolat por las bebidas energéticas. Y no precisamente en pequeñas cantidades: “Nunca he sido muy de café, entonces ya por la mañana caía la primera. A media tarde, cuando quedaba con mis amigos me tomaba otra. E incluso me tomaba otra antes de irme a dormir. Imagínate. Eso en un día normal. El fin de semana consumía más y mezcladas con alcohol”.

Una lata convencional, de 250 ml, de este tipo de bebidas contiene 80 mg de cafeína. Es exactamente el doble de lo recomendado por el Ministerio de Consumo para una persona de 70 kg, un peso que puede coincidir con el de un adolescente. Tan solo en una lata. Óscar tomaba 2-3 al día.

Llega el segundo aviso. Con 37-38 años, Óscar tiene problemas a la hora de orinar: “Veía que no tenía la suficiente potencia para hacer pis, o por lo menos como yo recordaba. No lo entendía. Pensé que sería por la edad, pero no sabía que esto pasaba de la noche a la mañana. Así que fui al urólogo y cuando le conté las cantidades de bebidas energéticas que consumía, lo vio claro”. Óscar había desarrollado un problema renal debido al estrés a la que se le había sometido con estas bebidas. “De un día para otro, pase a tener una vejiga de un señor de 65 años”.

Óscar ha tenido que eliminar cualquier bebida que contenga alto contenido en cafeína como refrescos o, por supuesto, las bebidas energéticas. Solo se permite una cosa: “El café de la mañana. Porque sino hay días que no llegó ni al trabajó (ríe)”.

Ahora, lo que cabe preguntarse es ¿Existe alguna forma de consumir estos productos sin que afecte negativamente para la salud? Desde luego, los expertos coinciden en que es mejor no consumirlas. Pero el dietista y divulgador en Instagram Borja Zuazua (The Body Hacker) advierte que en ciertos contextos podemos emplearlas de una forma menos negativa: “En primer lugar, las bebidas energéticas que no debemos ni plantearnos consumir son las que contengan azúcar. Si consumimos, siempre las versiones zero. Y nunca deben emplearse para un uso lúdico. Pero para realizar un ejercicio físico y cognitivo si que podemos usarlas siempre que lo hagamos de forma ocasional”.

De momento, el Ministerio de Consumo ha puesto en marcha un grupo de trabajo con expertos y agentes institucionales para conseguir transmitir este tipo de información sobre bebidas energéticas y sobre realizar un consumo moderado y responsable de estas.

Actualmente, en España el consumo de bebidas con alto contenido en cafeína está en aumento. Ya ocupa un 2% del total del consumo de bebidas refrescantes. Y sus principales consumidores son los jóvenes de entre 14 y 18 años, ya que 4 de cada 10 consumen en algún momento de la semana, y un 16% lo hace mezclándolo con alcohol.

El consumo excesivo de bebidas energéticas, y por tanto de cafeína y azúcar (a no ser que las bebidas sean versión zero) puede generar graves problemas de insomnio y problemas cardiovasculares. Así lo recalca Carmen Rubio, toxicóloga y coordinadora de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) a COPE: “Antes hay que decir que el peso del consumidor es un condicionante importante en el efecto que la cafeína tenga en el organismo. Un consumo de 1,4 miligramos de cafeína por kilogramo de peso corporal al día, puede llegar a afectar en primer lugar al sueño. Es uno de sus principales efectos y está relacionado con el rendimiento en el día a día, en el colegio o en el trabajo. Y por otro lado, puede provocar graves problemas de salud. Los que sobre todo se presentan son los cardiovasculares como arritmias, taquicardias y demás”.

Óscar no sufrió un infarto y pudo dormir del tirón. Pero el cuerpo es sabio y empezó a mandarle avisos de que algo no iba bien. “El primer aviso fue una noche que, después de salir y 4-5 latas, mi novia me preguntó si me habían metido algo en la bebida. Yo le dije que no note nada raro. Y es que al parecer había estado toda la noche castañeando los dientes y mordiendo. Y me quedé muy sorprendido porque ese día me enteré que no era la primera vez que lo hacía pero esa noche fue la más exagerada”. Ese episodio se empezó a convertir en algo asiduo cada vez que Óscar salía por la noche los fines de semana. Empezó a bajar un poco las dosis, a sustituirlas por refrescos en los combinados, pero seguía consumiendo sus latas del día a día.

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