Los científicos lograron producir bloques a partir de botellas de plástico PET recicladas. Los ensayos confirmaron que son tan resistentes como los convencionales y podrían convertirse en una alternativa sustentable para enfrentar la crisis ambiental y habitacional.
Tras una serie de estudios, un equipo de investigadores de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) desarrolló ladrillos ecológicos a partir del reciclado de residuos plásticos, que serían igual de resistentes a los materiales cerámicos convencionales.
Los trabajos fueron realizados en Resistencia, Chaco, y se avanza en la posibilidad de convertir residuos en recursos, evitando la contaminación y el impacto ambiental.
El equipo integrado por las arquitectas Lucía Villalba, Herminia Alías y el ingeniero Pablo Martina utilizó el 1,13% del plástico de tereftalato de polietileno (PET), efectivamente reciclado en el Gran Resistencia para realizar estos avances.
Villalba explicó que "la idea es reusar un residuo sólido doméstico-industrial como las botellas de PET, que son 100% reciclables, para crear elementos constructivos modulares para viviendas en la región nordeste".
Los investigadores destacaron que uno de sus primeros obstáculos fue la falta de maquinaria industrial para triturar el material plástico por lo que debieron hacerlo manualmente. Aunque señalaron que el desde el Grupo de Investigación de Energías Renovables(GIDER) de la UNNE ya comenzó el diseño y construcción de un molino triturador de PET.
Los prototipos de ladrillos fueron sometidos a ensayos térmicos y de resistencia, arrojando resultados alentadores: "Podrían utilizarse con total confiabilidad en cerramientos portantes", dijeron los investigadores.
Informaron también que el estudio fue transferido a una comunidad de la localidad de Gobernador Virasoro en Corrientes, "como parte de un proyecto mayor desarrollado para la reutilización del PET en elementos constructivos, desde un enfoque de responsabilidad ambiental, para convertir residuos en recursos, en lugar de descartarlos y volcarlos al ambiente".
Con estos avances, la investigación de la UNNE no solo abre la puerta a una alternativa constructiva sostenible, sino que también pone en agenda la importancia de transformar la basura en insumo productivo.
El desafío ahora será escalar la iniciativa para que los ladrillos de plástico reciclado dejen de ser un experimento prometedor y se conviertan en una solución concreta frente a la crisis ambiental y habitacional de la región. Vale recordar que este tipo de iniciativas ya fueron impulsadas en años anteriores por otras cooperativas locales.
Las ventajas clave de los bloques ecológicos
Los ladrillos ecológicos presentan una serie de ventajas que los convierten en una alternativa sostenible frente a los convencionales. Una de las principales es su aporte a la reducción de la contaminación, ya que se fabrican a partir de residuos reciclados como plásticos, caucho, vidrio o escombros, materiales que de otro modo terminarían en basurales o rellenos sanitarios. De esta manera, contribuyen a disminuir el impacto ambiental y promueven la economía circular.
Otra diferencia clave está en el proceso de producción. A diferencia de los ladrillos cerámicos, muchos ecológicos no requieren cocción en hornos, lo que permite ahorrar grandes cantidades de energía y evitar la emisión de dióxido de carbono. Esta característica, además de reducir costos de fabricación, los convierte en una opción más limpia y accesible.
En cuanto a sus propiedades constructivas, los ladrillos ecológicos ofrecen ventajas como un mejor aislamiento térmico y acústico, lo que contribuye a la eficiencia energética de las viviendas y al confort de quienes las habitan. Suelen ser más livianos, lo que facilita el transporte y la manipulación en obra, sin perder resistencia.
En términos de durabilidad, diversos ensayos han demostrado que los ladrillos ecológicos alcanzan niveles de resistencia comparables a los cerámicos convencionales. Dependiendo de la mezcla utilizada, pueden soportar altas cargas de compresión, lo que los hace aptos para estructuras sólidas y seguras. Esta característica despeja dudas sobre su desempeño y confirma que, más allá de su origen reciclado, se trata de un material confiable para la construcción.
A esto se suma su versatilidad, ya que se pueden fabricar en distintos tamaños y formatos adaptables a diferentes sistemas constructivos. Además, su producción local favorece la generación de empleo y abre la posibilidad de impulsar pequeños emprendimientos comunitarios con un impacto social positivo.
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