Las estadísticas revelan que se duplicó el número de femicidios de adultas mayores, y las sobrevivientes denuncian las violencias.
Durante el año pasado se registró ocho femicidios y hasta octubre de este año fueron 15 las mujeres de entre 60 y 87 años asesinadas por sus parejas o ex parejas, según el Observatorio “Marisel Zambrano” de la ONG La Casa del Encuentro, a propósito de celebrarse hoy el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer.
“Hay que soportar el mandato cultural con que estas mujeres han vivido”, señaló Ada Rico, directora del observatorio que releva los femicidios en base a noticias publicadas en 120 medios de comunicación de todo el país.
“Ocultamiento y presión sociocultural” son las definiciones que sumó Lucrecia Oller, facilitadora de grupos de mujeres en situación o sobrevivientes de violencia, del cual participan adultas mayores.
A ellas “les cuesta más pedir ayuda por la moralina ridícula con nos criaron, donde tuvimos que aprender, como podíamos, desde qué era la menstruación hasta lo que son las violencias”, agregó.
Otro dato que surge de las estadísticas de La Casa es que de los 23 femicidios identificados entre al año pasado y este, en doce casos los asesinos se suicidaron.
La titular del observatorio analizó al respecto que “ellos pusieron su energía en poseer y dominar a esa mujer y con la desaparición de su ‘objeto de posesión’ su vida ya no tiene sentido, sumado a que es un nuevo acto de cobardía que les impide afrontar la condena social y judicial”.
También surge de las estadísticas que los femicidas, al ser personas mayores de 70 años, en la mayoría de los casos solicitaron o tienen el beneficio de la prisión domiciliaria, derecho que “tienen por ley y da para un debate muy amplio que va más allá de los derechos, esos mismos derechos que la víctima perdió”, opinó Rico.
Las mujeres adultas piden ayuda “cuando se les presenta la muerte, cuando se dan cuenta que en la próxima paliza o empujón, él las va a matar”, resaltó Oller, o “cuando sienten que hay algo en sus vidas que no cicatrizó”.
El número telefónico nacional gratuito 144 ofrece información sobre violencia de género.
PONER EN PALABRAS EL SUFRIMIENTO
Rosa, Nelly, Emilia son algunas de las víctimas identificadas por la ONG que ya habían presentado denuncias contra su pareja por las agresiones constantes.
Las historias de las 23 mujeres tienen matices propios, pero hay particularidades como aquellas que estaban separadas pero seguían conviviendo en la misma casa con el agresor.
“Seguramente estas mujeres mantuvieron durante años un vínculo de violencia. La víctima piensa que las cosas son así y ya no van a cambiar, sumada a la culpa y la vergüenza que sienten”, aportó Rico.
Mujeres de más de 60 años dialogaron con Télam sobre sus historias de violencia. Una de ellas tuvo la oportunidad de irse del país cuando, a los 30 años, sufrió una agresión de su marido.
“Volví años después y continué mi vida en Argentina. Me di cuenta de las secuelas que había dejado el maltrato en mi porque tenía miedos, tartamudeaba. No había sanado las heridas a pesar de los años porque no había podido hablar”, relató hoy, que tiene 67 años.
Una de ellas, de 83 años, recibió castigos físicos 50 años atrás cuando decidió escapar de su agresor, cuidar de su hija e hijo, y hace cinco años fue a buscar ayuda profesional porque “tenía una angustia que no entendía, hasta que me di cuenta que nunca había puesto en palabras lo que viví”.
Estas mujeres “dedicaron su vida al cuidado de otras personas, y no podían develarle a sus hijos la verdad, una verdad que se convirtió en un pacto de silencio en la familia, donde todos y todas saben, pero nadie pone en palabras el sufrimiento de esa mujer”, reflexionó Rico.
La dirigente explicó que ellas “quedaron atrapadas en la telaraña en que el agresor las envolvió, dejando de lado sueños, deseos y expectativas”.
Ambas especialistas coincidieron en que “no hay edad para lograr una vida libre de violencias” en un contexto “legal y social que visibiliza y condena las agresiones”.
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