La inflación de junio bajó al 6% debido a la estabilidad cambiaria y el estancamiento de la actividad

La inflación de junio bajó al 6% debido a la estabilidad cambiaria y el estancamiento de la actividad

Los últimos dos meses de calma en el mercado cambiario informal y financiero sumado a una desaceleración en el nivel de actividad contribuyeron a la baja en el índice. Aún así, en lo que va del año, la inflación alcanzó el 50,7%. Comunicación, salud, y vivienda fueron los rubros que lideraron las subas.

 

Ivo Cortazzo

Durante el mes de junio la inflación fue del 6%, e igualó el valor mínimo de este año -enero-. Si bien este dato refleja una continuación del sendero bajista iniciado durante el mes pasado, cuando la inflación había sido del 7,8%, es muy pronto para poder afirmar que esa baja forma parte de una tendencia descendente. Según informó hoy el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) a través del Índice de Precios al Consumidor (IPC), la inflación interanual -junio 2023 contra junio 2022- alcanzó el 115,6%, el nivel más alto desde agosto de 1991. Durante el 2023 acumula una suba del 50,7%.

Que la inflación continúe su sendero bajista iniciado durante el mes pasado no significa que la cifra sea baja. Los niveles de inflación son, aún, muy elevados y continúan erosionando el poder de compra de quienes perciben ingresos fijos -o ajustables con ciertos rezagos-. La relativa estabilidad cambiaria -que vuelve ponerse en jaque por estos días- y la desaceleración del nivel de actividad son factores que contribuyeron a moderar la suba en los precios.

En el informe difundido durante el día de hoy, el INDEC muestra la discrepancia que hay entre los rubros que componen el índice. Los sectores que más incrementaron sus precios fueron comunicación con un 10,5% de suba, salud que hizo lo propio aumentando un 8,6%, vivienda que evidenció una suba del 8,1% y equipamiento y mantenimiento del hogar, con un incremento del 8%. Estos rubros que son quienes lideran los aumentos, no son los mismos que habían encabezado la suba del IPC en los meses anteriores. Durante el mes de junio, el rubro alimentos y bebidas, indumentaria y calzado, y transporte han moderado sus aumentos. También hubo una desaceleración en la inflación núcleo que es aquella que no considera los precios de los bienes y servicios regulados y estacionales.

El hecho de que alimentos y bebidas haya aumentado por debajo del nivel general -se dio lo mismo durante el mes pasado pero en junio fue el sector que menos subió- rompe con una tendencia que venía dándose en el último tiempo. Durante los primeros 6 meses del año, este sector -uno de los más sensibles, sino el más- tuvo incrementos de precios por encima de los evidenciados en el nivel general -a pesar de su desaceleración en los últimos dos meses-. A lo largo del primer semestre, dicho rubro experimentó una variación de precios del orden del 55%. Cuanto más aumenten los alimentos, menos se puede gastar en otros rubros, lo cual le pega de lleno al consumo en el mercado interno y, por ende, al nivel de actividad. 

Una desaceleración en el incremento de precios de este rubro -aunque siguen siendo muy elevados-, podría ser un indicio de una relativa tregua en el deterioro en el poder de compra de los sectores de ingresos fijos o semifijos. Dentro de este grupo, igualmente, hubo una gran disparidad ya que las pan y cereales, en términos generales, tuvieron incrementos muy por encima del nivel general, mientras que la evolución del precio de la carne estuvo por debajo.

Matías De Luca, economista de LCG sostuvo que “El dato de inflación de junio sorprendió por lo 'bajo': 6% mensual. Aún más destacable es que los alimentos aumentaron a un ritmo del 4% mensual, ayudado por un menor ritmo de los productos estacionales.”

“Junio suele ser un mes en el cual la estacionalidad juega a favor, sobre el que, además, en esta oportunidad no se sumaron ajustes sensibles de tarifas y el BCRA convalidó un ritmo de devaluación más bajo del tipo de cambio oficial que en los meses previos. No obstante, la inflación núcleo (que es la que marca el ritmo de los precios), desaceleró en menor medida (fue 6,5%)”, continuó.

A su vez concluyó que “la intervención en el mercado de dólares financieros para mantener un dólar 'estable' parece haber contribuido a moderar la velocidad de aumento de los precios. De todos modos implica sacrificar dólares que el Banco Central no tiene (por lo que se debe endeudar para esto), para controlar transitoriamente un precio. Aún quedan pendientes correcciones en materia tarifaria y cambiaria, por lo que las moderaciones que podamos ver en el corto plazo operan como un ibuprofeno, mientras que los problemas de fondo aún no se resuelven. En este sentido, esperamos que el año cierre con una inflación en torno al 135% anual.”

¿Qué consecuencias tiene la inflación en la vida cotidiana?

La definición de inflación es “un aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios de una economía durante un período de tiempo determinado”. Si este incremento de precios no está acompañado de una suba similar de los ingresos, se produce un deterioro de los ingresos reales.

Este proceso viene sucediendo en Argentina desde el año 2015 aunque cada vez con más profundidad. El hecho de que la inflación esté en niveles tan altos hace que las familias tengan que buscar distintos recursos para poder minimizar el impacto en su calidad de vida -lo cual es, a las claras, imposible-.

Una de las salidas que encuentran los hogares para mantener sus consumos es el endeudamiento para llegar a fin de mes. Un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) revela como ha ido aumentando el porcentaje de hogares endeudados durante los últimos años partiendo de niveles muy bajos.

Nicolás Dujovne, en 2016, aseguró en Brasil que la Argentina tenía “niveles de endeudamiento bajísimos tanto a nivel del gobierno, como a nivel de las empresas y a nivel de las familias”. Esa situación cambió porque según el informe de CEPAL, para fines de 2022, más del 54% de las familias recurrió a fuentes de financiamiento para sostener su consumo.

El hecho de vivir a base de créditos representa, claramente, una dinámica insostenible. El financiamiento de gastos corrientes como el pago de servicios, compra de comida y demás, engrosa la carga de deuda que deben afrontar las familias en su día a día. 

El incremento de los precios tiene como contrapartida obvia el incremento en la pobreza y la indigencia. Durante el mes de mayo, una familia tipo -dos adultos y dos niños-, para no ser pobre, necesitó un ingreso de $217.915,79 mientras que, para no ser indigente, precisó $99.052,64. 

 

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