Desde el momento del cierre, en agosto de 2007, las instalaciones de un ícono de la cultura local permanecieron en el olvido. Ahora, el proyecto de una galería comercial promete volver a mostrar el esplendor del edificio; considerado como parte del Patrimonio Histórico de la ciudad.
El jueves 2 de agosto de 2007, los empleados del cine y la gente de la ciudad amanecieron con la noticia de que las puertas del Colón habían cerrado de forma permanente. Después de 65 años de ofrecer los productos de la cinematografía mundial, la falta de fondos y la creciente competencia local provocaron la quiebra del emprendimiento y un revuelo en el ambiente cultural, que protestó con la esperanza de salvarlo.
El Colón cerró por un fallo del Superior Tribunal de Justicia, que decidió no seguir extendiendo el conflicto por pago de deudas que tenía la administración de las salas.
La movida de protesta llevada adelante por los miembros de diferentes grupos locales, no consiguió la reapertura del "último romántico", como se lo conocía. Pero al menos, lograron que la estructura edilicia del cine fuera reconocida como un patrimonio cultural de la ciudad.
Semanas después del cierre fue presentado ante en Concejo Deliberante un proyecto de Ley para que el edificio fuera considerado de Interés Municipal. Esto último se debió a los rumores de que empresarios privados tenían planeado demoler el lugar para levantar edificios, borrando así una parte importante de la historia cultural correntina.
Finalmente, según manifestaron a EL LIBERTADOR, desde la Dirección de Patrimonio del Municipio, el proyecto pasó a Comisión y en sus ítems dejaba en claro que quien quiera comprar el edificio para cualquier proyecto debía respetar la fachada original y varias partes consideradas de interés por el valor histórico que representan.
NUEVO FIN
Sin embargo, el tiempo pasó y luego de cinco años de que fuera declarado como parte del patrimonio cultural, lo que en un momento fue lugar de encuentro para los amantes del cine, quedó completamente abandonado.
Hoy existe un proyecto que está prácticamente aprobado, según el cual, el edificio será reutilizado para la construcción de una galería comercial.
En diálogo con este medio, el arquitecto Juan Carlos Chaparro, director de Patrimonio Municipal, comentó los detalles del nuevo emprendimiento. "Un particular compró el edificio, interesado por el gran tamaño de la estructura en general. Como condición, se le impuso que respete la fachada, el hall de entrada y una de las escaleras de acceso al lugar, y aceptó, por lo que en los próximos meses podrían comenzar las obras", explicó.
El funcionario manifestó su conformidad por la viabilidad de proyecto. "Sinceramente, estamos conformes, porque era una vergüenza como estaba el edificio. Es bueno que después de tanto tiempo el potencial de esta estructura pueda volver a mostrarse en todo su esplendor", explicó.
Para finalizar, el arquitecto Chaparro comentó que si bien el proyecto ya está aprobado, lo que resta para el inicio de las obras es que se terminen de presentar la totalidad de los planos. Desde el Municipio ya dieron el sí, ahora resta que se terminen de detallar algunas cuestiones técnicas para iniciar las obras.
El adiós a un símbolo
"El viejo Colón resiste al tiempo…", rezaba uno de los artículos periodísticos hace más de cinco años, cuando se anunciaba la inauguración de otras salas de cine en varios supermercados de la ciudad. Sin embargo, la resistencia duró poco y a pesar de las estrategias que llevaron adelante, algunos de los socios gerentes del Colón no alcanzaron a solventar la multitud de obstáculos que debían sortear.
El Colón, que había abierto sus puertas al público durante los primeros años de la década del ´40, cerró definitivamente. Era el último cine tradicional que aún quedaba en pie en la ciudad.
"Por un cariño al cine hice reformas y en este momento no me arrepiento de nada, me voy conforme; a lo largo de todos estos años el cine es cultura, sueños y comunicación, no me importó hacer cine por lo económico, el trabajo fue siempre el mismo. A veces nos sentimos como una especie en extinción, porque hacíamos un cine artesanal, ahora apuntan a precios exorbitantes", expresó en esa oportunidad, ante un medio local, el señor Roberto Giovanetti, socio gerente del Colón durante los últimos 25 años en que estuvo en funcionamiento.
Cuando se refería a reformas, Giovanetti hacía mención a la división de la imponente sala de proyecciones. La dividió en cuatro salas, con el objetivo de ofrecer más opciones al público y con la esperanza de lograr así mayores ingresos. Pero además de que esto no resultó como lo esperaban, las obras provocaron daños irreversibles en la acústica del lugar. A tal punto que, como hicieron notar algunos de los últimos asistentes, "uno podía estar escuchando el sonido de la película que proyectaban al otro lado, mientras trataba de escuchar la que había ido a mirar". Los manotazos de ahogado por rescatarlo no sirvieron de nada y el Gigante se despidió para siempre.
Una batalla perdida contra el paso del tiempo
La última función de Coloso correntino se proyectó apenas un día antes de su cierre definitivo. El Gran Cine Colón pasó así a ser parte de la historia y la memoria de aquellos que supieron disfrutar de los estrenos que ofrecía cada semana.
Su caso pasó de esta manera a formar parte de los otros cines tradicionales que formaron parte de la historia cultural de la ciudad. El arquitecto Chaparro, de la Dirección de Patrimonio de la ciudad, explicó que la situación vivida en las otras salas fue más o menos similar. "Sucumbieron ante el paso del tiempo, la aparición de tanta competencia en los últimos años y los cambios de las tecnologías con la aparición de los nuevos aparatos que ofrecían mayor comodidad a los espectadores, hicieron que las salas de cine ya no fueran rentables y poco a poco fueron cerrando", comentó.
El arquitecto mencionó los casos del Gran Rex, el cine Corrientes, los cines San Martín e Ideal y La Perla, todos de la misma época y también contemporáneos al Colón.
Haciendo una revisión de cada caso en particular, el funcionario dio a conocer que el cine Corrientes se encontraba pegado a la sede de lo que hoy le corresponde al edificio de Lotería Correntina, por calle Córdoba. El Rex tenía el plus de su ubicación sobre la peatonal Junín, pero después de la última bajada de telón, la gran envergadura de su sala fue reutilizada para la explotación comercial. Es así que actualmente un comercio de venta de electrodomésticos está emplazado sobre su estructura.
La Perla, que fue inaugurada en 1918, funcionó por varias décadas emplazado en la esquina entre las calles Mendoza y Junín. Hoy, una famosa confitería ocupa el lugar, aunque aún puede verse la estructura original, con la gran perla de cemento sostenida con postes del mismo material, que daba el nombre a la sala, sobre el techo del edificio.
Finalmente, el cine Ideal que estaba cerca de la plaza Libertad, ahora es una pizzería y el San Martín, que estaba sobre la avenida 3 de Abril, actualmente es la estructura de una iglesia evangélica en la que participan muchas personas cada fin de semana.
Chaparro hizo mención de que se trata de una situación que se da en forma común en todo el país en los edificios históricos. "La desvalorización que se le da al patrimonio arquitectónico es algo general, no se trata de una situación que sólo ocurre en nuestra ciudad. Nos preocupa, porque son construcciones cargadas de historia que se pierden con el paso del tiempo", finalizó.
Realidad aparente en tres dimensiones
Gracias a James Cameron, quien fue uno de los directores pioneros en introducir el 3D a la magia del cine con la película Avatar, cada vez las casas productoras se aferran más a re-editar las cintas en este novedoso formato. Cuya característica más atrayente consiste en la posibilidad de verlas en relieve, en tres dimensiones, frente a lo que habitualmente era una pantalla de proyección plana, sólo visualizable en dos dimensiones.
Este "invento", por llamarlo de alguna manera, no es tal, pues la tercera dimensión es un artilugio mental, una ilusión generada en el cerebro, que sirve para distinguir fondo y figura, profundidad y orientación espacial, mientras el cuerpo está en movimiento.
Los especialistas explican que la capacidad de generar este efecto se debe a la visión estereoscópica, derivada del hecho de poseer dos ojos separados entre sí por unos cuantos centímetros y que justo por esta razón, no captan imágenes idénticas, sino que cada uno tiene un ángulo de visión propio. A cada momento las imágenes registradas por los dos ojos son sintetizadas por el cerebro, resultando en una imagen tridimensional.
Tal cual expresa la información de la enciclopedia digital más grande del planeta, Wikipedia, "una pantalla 3D es capaz de transmitir diferente información en cada ojo, consiguiendo así el efecto estereoscópico que a su vez, consigue el efecto de profundidad de la imagen. Este efecto se puede conseguir de dos maneras, mediante el uso de gafas, método empleado en las salas de cine del país. O también, sin ningún tipo de accesorio, aunque un poco más costoso".
De una forma u otra, cada vez son más numerosas las salas de cine que ofrecen al menos una de las proyecciones diarias en este formato. De hecho, también es mayor el número de películas que son reeditadas para poder ser apreciadas con los lentes 3D. Y, aunque en un primer momento, asistir a una presentación de esta categoría constituía en un costo mucho más levado con relación al precio de la proyección original, este valor fue decreciendo y ha ido acomodándose lentamente a los bolsillos de los aficionados a los últimos estrenos de la industria cinematográfica.
CONTRACARA: Aumentó la venta de entradas
Al contrario de lo que se presuponía con el adelanto de la tecnología que provee de nuevos artefactos para poder disfrutar en mejor calidad y mucho más rápido de las ofertas cinematográficas, sin la necesidad de salir del hogar, es notable el incremento de asistentes a las salas de cine.
Durante las vacaciones de invierno, los cines de la ciudad tuvieron una asistencia de 68.203 espectadores, 39,8% más que en las vacaciones de invierno del año anterior, lo cual revela un marcado incremento.
En las pasadas vacaciones de invierno recibieron 48.783 espectadores. Un número marcadamente inferior al del último receso escolar y administrativo. Así lo refleja un informe publicado en el portal nacional "cinesargentinos.com", respecto a las provincias que tuvieron vacaciones de invierno en el periodo del 7 al 22 de julio, entre las que se cuenta a Corrientes.
Según se indica, la mayoría de los distritos mostraron un crecimiento con respecto a las vacaciones de 2011, siendo Corrientes una de las que más creció y que más entradas vendió.
Se registró así un crecimiento de espectadores de 39,8%, motivado en parte por la incorporación de salas con tecnología 3D, que fueron las que más entradas de cine movilizaron en venta.
Se destaca que Corrientes creció en ventas sin sumar nuevas salas o complejos de cine.
"Desde 1997 están las cifras confiables provistas por Ultracine y en 2004, se había logrado el mejor julio, con 7,6 millones", finalizan.
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