Furor de cortes y quebradas: Máxima desató la “Tangomanía” en Holanda

Furor de cortes y quebradas: Máxima desató la “Tangomanía” en Holanda
Por María Laura Avignolo

Se multiplicaron las academias y las milongas. En homenaje a la argentina, hoy habrá un gran baile en la plaza

¿Habrá sido el conmovedor “Adiós Nonino” de Astor Piazzolla interpretado en su casamiento con Guillermo, con ese bandoneón melancólico que a Máxima le hizo recordar a su padre Zorreguieta y que hizo llorar a la basílica? ¿O el rumor de que ella estaba tomando lecciones de tango? Los holandeses están convencidos de que la pasión por el tango ha sido incrementado por el aura de Máxima: l as lecciones, las escuelas de danza y las milongas se extienden en todo el reino.

“MaxiTango” será el homenaje en su honor hoy, en la noche previa a su investidura. Más de mil bailarines de 190 nacionalidades celebrarán en “Dam”, la plaza que al día siguiente aplaudirá a la nueva soberana. “Máxima” gritarán en su homenaje, entre cortes y quebradas .

Los tangueros porteños creen que Holanda es el país fuera del Río de la Plata donde mejor bailan el tango. Hasta los grandes milongueros como El Pulpo, que ha enseñado en diferentes ciudades del reino y ahora sus alumnos dutch lo ayudan solidariamente en su enfermedad, observan que los holandeses aprenden con la esforzada disciplina local pero con el ingrediente de la pasión argentina.

En Amsterdam, Groguenheim, La Haya o en pequeños pueblos del reino: en todas las ciudades existan profesores que enseñan tango, mientras que sus alumnos, la mayoría holandeses, se entreveran en memorables milongas.

" Twee heer Bier ”. Dos por cuatro en holandés. El profesor Jacques Berendson podría ganarse la admiración del entrañable Virulazo, maestro de maestros de la milonga. Estilizado, alto, didáctico y enamorado de Argentina, enseña “la sacada” y el “ocho”, dos de los pasos tradicionales, y marca en holandés con fondo de Julio Sosa en el Tango Centro, la escuela de tango de La Haya.

“Pienso que la influencia de Máxima en Holanda es muy grande. Ella es de Argentina. En fútbol es Messi y en tango es Máxima”, dijo Jacques, el profesor.

“De acht”, ordena y sus estudiantes intentan “un ocho” aproximativo.

“Había interés antes de que M áxima llegara. Pero con su arribo, Argentina se volvió más popular en Holanda y también el tango. El interés comenzó a crecer en las academias donde se enseña. Antes de Máxima, sólo algunas ciudades tenían escuelas de tango. Ahora casi todas las ciudades tienen una”, continuó.

Jacques cree que la futura reina de Holanda baila el tango y tomó lecciones. “Pero no sé si es una real milonguera”, admite . “Máxima es una gran elección para el rey. Los holandeses estamos muy orgullosos de ella. Es perfecta para este rol. Es una latina: abierta, espontánea y eso es lo que a la gente le gusta de ella. Lo que fue Evita para Argentina es lo mismo que representa Máxima para los holandeses”, aclaró, con una carcajada.

A pasos de la elegante plaza Pleit, Anita Van der Heim enseña y baila. En un segundo piso frente al Departamento de Justicia, los estudiantes oscilan entre jubilados, profesionales que se relajan después del trabajo, los que ya aprendieron y practican pasos sofisticados y los jóvenes curiosos, que aterrizan a practicar gratis en su primera clase.

“El tango llegó a Holanda antes de que viniera Máxima, pero ella ayudó a que los holandeses conocieran el tango. Yo no sé si aumentó la cantidad de los que bailan, pero si el interés. Desde que Máxima está aquí, la gente diferencia al tango porteño del tango de salón”, contó Anita, que aprendió a bailarlo en Holanda hace más de 15 años y hoy convoca dos veces por semana a serios milongueros.

Desde las siete hasta las ocho y media, se dan clases al ritmo de un CD de Carlos di Sarli. Después, en ese enorme salón con mesitas alineadas con manteles colorados y enormes espejos, como si fuera un club de barrio porteño, la milonga comienza.

Hasta la medianoche y con vino argentino.

También importan los zapatos de baile de Buenos Aires, los “tamangos” blancos y negros modelo 1940 para los hombres, y unos vestidos ajustados, sexys y con tajo para los nuevas milongueras holandesas. Oscilan entre 60 y 180 euros, que se deben sumar a un presupuesto de 155 euros por 10 clases.

“Otra vez carnaval”, cantaban desde el CD. La ingeniera Cindy Leeflang se acomodaba sus sandalias de baile, compradas en Argentina, y junto a Jorik Odems, un ingeniero de seguridad electrónica, literalmente transpiraban la camiseta para entrenarse para la milonga nocturna.

Con acento castizo de Madrid, Cindy contó cómo descubrió el tango. “Fue después de un viaje a Argentina, hace dos años. En Buenos Aires encontré las milongas, las tangueras y los tangueros. Es un baile sensual, íntimo y me encantó”.

“Creo que desde que llegó Máxima hay más interés por el tango aquí. Los mayores y los jóvenes bailan todos el tango ahora. Antes era un baile de salón”, dijo, aunque admitió que “es un poquito difícil bailarlo”.

Jorik fue aún más dramático: “El tango está adentro mío. Yo soy un tango. Es una pasión, una forma de vivir”. El baila dos veces a la semana y a veces más.

Lucas, un graduado de ciencias políticas, está tan entusiasmado con el tango que va a terminar sus estudios en la Universidad de Buenos Aires para practicar y “milonguear en La Catedral”. Ingrid, una jubilada, tomó clases y ya viajó una vez a Argentina a entrenarse junto a su marido.

Esta nueva pasión por el tango demuestra hasta dónde “el dos por cuatro” se ha vuelto tan popular como la nueva soberana Máxima y Leo Messi en Holanda. Una nueva fórmula “for export” para Argentina: una reina nacida en Buenos Aires, fútbol y tango. El bife ya había llegado hace muchos años a Holanda, junto con los exilados de la dictadura militar, que lo incorporaron en su menú de la melancolía.

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