Fernández, que es Alberto, conciliador en las benditas controversias

Fernández, que es Alberto, conciliador en las benditas controversias

Gestos presidenciales para endulzar oídos eclesiásticos y devolución de gentilezas de obispos y curas villeros. Bandera blanca para evitar fisuras en la crisis.

Por GUILLERMO VILLARREAL.

Referentes eclesiásticos y del kirchnerismo más duro pusieron paños fríos a las controversias suscitadas esta semana sobre temas de coyuntura económico social, pero también sobre otras cuestiones de fondo y sustancia ideológica que habitualmente hacen que estén en veredas opuestas.

La gravedad de la realidad circundante acortó la brecha político eclesiástica y dejó atrás las denuncias por demoras en la asistencia sanitaria a los barrios periféricos, comprendiendo visiones diversas por el caso Vicentín y hasta dejando en stand by objeciones por “imposiciones ideológicas” en materia de educación sexual integral o perspectiva de género en las escuelas religiosas.

La gravedad de la crisis del coronavirus hizo que unos y otros bajaran el tono y pusieran la mira en un objetivo común: ¿cómo afrontar la pospandemia del hambre y la desocupación? Todo, en clave de unidad nacional en las vísperas de la fecha patria y sobre la base de la prédica del papa Francisco en cuanto a que “nadie se salva solo”.

El presidente Alberto Fernández intervino para calmar los ánimos tanto puertas adentro de la Iglesia, a la que desde el inicio de su gestión dijo querer tener como “aliada”, como entre los kirchneristas con peso específico en la interna del Frente de Todos que lo llevó al poder.

El primer mandatario aprovechó la tribuna que le ofreció el XXIII Encuentro Anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) para endulzar los oídos eclesiásticos y de los empresarios que adhieren a la Doctrina Social de la Iglesia.

El Presidente llamó a recuperar “el mejor capitalismo, donde empresarios como Enrique Shaw invertían y daban trabajo para el desarrollo de nuestras sociedades".

Al cerrar ese evento virtual, Fernández ponderó la figura de Enrique Shaw, fundador de ACDE y propuesto al Vaticano para que en un futuro sea proclamado beato y después como el primer empresario santo.

El Presidente llamó a recuperar “el mejor capitalismo, donde empresarios como Enrique Shaw invertían y daban trabajo para el desarrollo de nuestras sociedades", al advertir: "Cuando el gerente financiero pasó a ser más importante que el gerente de producción vino el peor capitalismo”.

“Estos son los debates que tendremos que afrontar", pronosticó y planteó: "No creo que haya una opción al capitalismo; sí que se fue degradando y es hora de ponerlo en su verdadera dimensión”.

La tradicional Semana Social, que para esta época del año los obispos suelen organizar en Mar del Plata y que la emergencia los obligó a relizarla en modalidad virtual, también contribuyó a poner en foco las urgencias.

La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) hizo un nuevo llamamiento a la unidad sin odios ni mezquindades y sus máximos referentes predicaron en sintonía ante dirigentes de sectores diversos.

El presidente del episcopado, Oscar Ojea (San Isidro), instó a desechar los internismos y sostuvo que hay que atender las situaciones de hambre y desocupación, que no son nuevas sino que vienen de “antes de la pandemia”.

El prelado consideró que todos los actores sociales, entre ellos los movimientos populares, deben participar del “diálogo grande” que se viene.

Atrás quedaron los roces por las quejas de obispos y curas villeros por los testeos insuficientes, el acceso de ambulancias y las demoras en la asistencia sanitaria de los sectores más vulnerables en la pandemia.

En tanto, el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, el jesuita Jorge Lugones, llamó a deponer “odios que despersonalizan y distanciamientos ideológicos” a fin de trabajar mancomunadamente para hacer frente a las desigualdades heredadas que la pandemia hizo más evidentes.

En este contexto de fricción entre eclesiásticos y kirchneristas, una frase pronunciada en el Vaticano por el cardenal Peter Turkson, al mando de la task force papal para hacer frente al después de la crisis, resonó fuerte en Buenos Aires: "No podemos luchar contra la pandemia si estamos luchando unos contra otros".

Fueron gestos y palabras desde la política y desde los púlpitos que en una semana contribuyeron a bajarles el tono a las divinas controversias, para enfocarse en lo urgente e importante: la unidad de los argentinos.

Atrás quedaron los roces por las quejas de obispos y curas villeros por los testeos insuficientes, el acceso de ambulancias y las demoras en la asistencia sanitaria de los sectores más vulnerables en la pandemia. El epicentro de la tensión se ubicó en La Matanza, uno de los partidos bonaerenses con más casos confirmados y muertes por Covid-19.

Una reunión entre el obispo Eduardo García (San Justo), quien había criticado la “ausencia del Estado” en los barrios populares de la periferia matancera, y el intendente Fernando Espinoza calmó las turbulencias. Y hubo acuerdo para poner en marcha una logística más acorde a las necesidades de estos asentamientos urbanos, donde no siempre es posible responder a la emergencia con los protocolos preexistentes.

Hubo también chisporroteos por la declaración en la que la Pastoral Social de Rosario solicitó que se deje actuar a la Justicia en el conflicto por la cerealera Vicentín y pidió que la crisis se resuelva respetando normas constitucionales, el derecho a la propiedad y preservando el trabajo de empleados y productores.

El planteo eclesiástico causó malestar en integrantes de La Cámpora, la agrupación oficialista que fogoneó la expropiación de la empresa alimenticia santafesina; una idea que, por el momento, no prosperó y sobre la que el Gobierno busca otra salida o acuerdo extraprogramático.

Hubo otros roces por la educación, pero por ahora quedaron entre paréntesis.

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