"No extraño ni un poquito la televisión"

"No extraño ni un poquito la televisión"
La actriz que protagoniza la película Ni un hombre más, actualmente en cartel, explica porqué elige el cine por sobre la pantalla chica, habla sobre su relación con la fama y reconoce su fobia a verse a sí misma actuando.

Martín Artigas

Hoy en Buenos Aires, ayer en Córdoba, y antes en Rosario, una lista de entrevistas por concretar y fotos, muchas fotos... El proceso de promoción de una película suele ser uno de los momentos menos disfrutado por los actores. Ella, Valeria Bertuccelli, entra dentro de esa generalidad aunque no pierde el buen humor, la amabilidad ni la costumbre de mirar a los ojos cuando responde las preguntas. Tampoco se priva de juguetear con su pelo, encender un cigarrillo, reírse cuando algo le causa gracia o ponerse seria cuando la charla lo amerita, como para que nadie dude que, antes que actriz, es un ser humano.

Tiene 42 años, un rostro inconfundible y una prolífica carrera que comenzó en teatro, siguió en televisión y se detuvo en el cine, el lugar en el que se siente más desafiada y a gusto. Hoy, justamente, está promocionando Ni un hombre más, la opera prima del mexicano Martín Salinas que la tiene como protagonista y que forma parte de los estrenos de esta semana. Allí, Bertuccelli compone a Karla, una atolondrada mujer que llega junto a su pareja (Juan Minujín) hasta una posada en la Triple Frontera con la intención de deshacerse del hombre muerto que llevan en el baúl de su auto, desatando entonces una serie de desopilantes situaciones que no dan respiro al espectador.

–¿Cómo fue trabajar en esta película?

–Fue muy bueno, me encantó hacerla aunque físicamente resultó un poco agotador porque se filmó en febrero, en pleno verano. La historia transcurre en Foz de Iguazú por lo que todos los exteriores se hicieron allí, mientras que los interiores se rodaron en una casa colonial en los bosques de Ezeiza. Trabajar ahogados de calor, de todos modos, estuvo bueno porque tenía que ver con el clima que atraviesa la película.

–¿Qué fue lo que te convenció de aceptar el papel?

–El guión, principalmente, porque es muy lindo y estaba muy bien escrito; ni bien lo leí me dieron ganas de hacerlo. Después tuve un encuentro con el director y el productor, y ahí me contaron un poco en quiénes habían pensado para interpretar cada papel. Casualmente eran todos actores con los que tenía ganas de trabajar o ya había trabajado, así que eso me animó aún más a decir que sí.

–Vanesa Weinberg, con quien formaste el dúo Las Hermanas Nervio a fines de los '80, formó parte del elenco. ¿Cómo fue el reencuentro?

–En realidad nos cruzamos en una sola escena, pero en una fundamental. Con ella empecé mi carrera, cuando nos presentábamos en el Parakultural, y la verdad que me emocionó verla actuar porque es una artista genial, con una potencia increíble. Fue un recuerdo lindo, que me trajo de vuelta mucha energía de esa época.

–¿Participar de una ópera prima tiene un sabor distinto?

–Sí, porque cuando estás bajo las órdenes de un director con el que trabajaste o que conocés a través de sus películas, ya tenés una idea sobre cómo piensa, cuál es su mirada y su modo de resolver las cosas. La ópera prima te obliga a ponerte en manos de alguien desconocido, que vas descubriendo; es siempre un riesgo más grande.

–¿Cómo definirías a Karla, tu personaje en esta película?

–Es como una tromba, una loca total que está dispuesta a todo y no tiene ningún registro de la realidad; va haciendo sobre la marcha, no tiene idea de cómo seguir. Está un poco desesperada, busca afecto y no sabe entablar una relación con los hombres si no hay un juego de seducción de por medio.

–En la película se hace referencia a ella como "la mujer madura". ¿Cómo te sentís en referencia a eso?

–A mi me gusta mucho ese costado de Karla, que se sienta herida al descubrir que su pareja tiene una amante más joven... ¡Y encima esa amante la interpreta Emme, que es como una bomba! Que le digan "estás vieja" es lo peor que le pueden decir. En lo personal, me resulta muy gracioso que eso sea un tema para las mujeres, como si ser más o menos joven significara algo en sí mismo. Lo que duele, en todo caso, es que te dejen, no importa la edad del tercero en discordia.

–Tu personaje también tira las cartas de tarot... ¿Te interesan las artes adivinatorias?

–¡Sí! Me interesa, pero mi máximo acercamiento es con las runas... Hace poco una amiga me regaló unas y pensé en aprender a tirarlas pero ahí quedé. Es un mundo que me encanta, pero sobre el que no tengo práctica alguna.

–¿Cómo te relacionás con tus personajes?

–A veces tenés que hacer todo un trabajo para entender a un personaje y ponerte en su piel. Eso es lo primero que intento, porque en cuanto lo cuestiono ya no puedo interpretarlo. A medida que leo el guión intento comprenderlo y apropiarme de su historia, y una vez que sucede lo defiendo a ultranza. Se convierte en mi verdad.

–¿Te pasó de terminar odiando a alguno que se haya vuelto muy popular, como "la Tana Ferro" de Un novio para mi mujer?

–Esos personajes me generan agradecimiento, porque es muy halagador saber que tu trabajo llegó al público. Está buenísimo pero también se presta a confusión: muchas veces la gente piensa que sos eso que vieron en la película. Vas a cualquier lugar y te dicen: "No, pará, ¡no te enojes!", y uno tiene que aclarar: "Pero no soy así, les juro." (Risas). Puede resultar un poco plomo, pero en el fondo es lo que todos deseamos y nos resulta entrañable cuando sucede. Sólo hay que aprender a lidiar con ese aspecto de la popularidad.

–También dijiste alguna vez que no te gusta mucho verte...

–Sí, cuando aparezco en la tele es como una pesadilla (risas). No aguanto mi tono, mi manera de hablar... Me escucho de lejos y digo: "Mmm, ¡qué idiota!" Me resulta difícil verme, pero igual con el tiempo aprendí a ser más benevolente conmigo misma.

–Volviendo a los personajes, ¿estás muy pendiente de no repetirte?

–Me da miedo, como le debe pasar a muchos otros actores, pero tampoco me pongo rigurosa con eso porque puede coartar tu libertad de trabajo. Hay personajes que son cercanos, que se pueden tocar pero que no tienen nada que ver entre ellos.

–¿Cuáles son tus temores más frecuentes al momento de empezar una película?

–¡El miedo a repetirme! (risas). No, soy de ponerme nerviosa y ansiosa, pero me parece que está bueno que eso suceda, no me gustaría perder esas sensaciones. En mi caso, el miedo me tiene como atenta. Los temores, básicamente pasan por haber leído el guión y saber que hay dos o tres escenas en las que si no pasa lo que tiene que pasar, mi trabajo está mal.

–¿Recibís muchos guiones por año?

–Bastantes, pero sería mentiroso decir que recibo muchos porque no hay tantos guiones dando vueltas. Pero de lo que recibo, elijo tanto como puedo.

–¿Siempre los leés completos?

–Sí, siempre. Aún cuando a veces se me hace difícil llegar a la mitad, pienso que tengo que seguir porque capaz que ocurre algo que me sorprenda...

–Viendo tus películas en retrospectiva, ¿encontrás una suerte de hilo conductor entre ellas?

–No, la verdad que no. Justamente algo que me gusta es tener el camino abierto. Disfruto haciendo comedia, dramas, películas súper intimistas y otras más comerciales. No siento que estén unidas por nada en particular.

–¿Qué tipo de cine consumís?

–De todo. Veo mucho cine argentino, también de afuera. Me gusta descubrir realizadores independientes, siempre estoy muy abierta a las recomendaciones de los amigos actores o directores. Y la maternidad me lleva a consumir Madagascar también, así que estoy abierta a todos los mercados (risas).

–¿No extrañás ni un poco la televisión?

–No, ni un poco. Nada de lo que me ofrecen me entusiasma como lo hace el guión de una película. También hay algo del modo de trabajar en televisión que no me gusta tanto como el del cine, que valora mucho más el laburo en equipo.

–Pero, ¿mirás televisión?

–Sí, no mucho pero algo miro. ¡Veo Graduados, el éxito del año! (risas).

–¿Y si te llamaran para hacer una participación ahí, por ejemplo?

–Me llamaron, pero no acepté. Hay algo de lo que le ocurre a la gente cuando estás haciendo tele que no me convence. El cine tiene como eso de "te vi en tal película y me gustó"... Es como que tu trabajo está más alejado de tu persona. En cambio con la tele estás ahí mientras la persona come o duerme, te transformás de alguna manera en eso. Prefiero que la gente se acerque si le interesa antes que meterme de prepo en su casa. «

Escenas con Darín

El año próximo, Valeria Bertuccelli verá un sueño hecho realidad: trabajar en teatro con Ricardo Darín. "Es alguien a quien admiro, somos amigos y tenía muchas ganas protagonizar con él. Aun cuando compartimos cartel en las películas Luna de Avellaneda y XXY, nunca nos tocó llevar una historia adelante juntos", cuenta entusiasmada. La obra en cuestión será Escenas de la vida conyugal, contará con la dirección de Norma Aleandro, la producción de Lino Patalano y estrenará en el Maipo hacia mediados de abril o principios de mayo próximo.

Antes, Bertuccelli participará del rodaje de Pensé que iba a haber fiesta, la nueva película de la directora Victoria Galardi (Cerro Bayo, Amorosa soledad). Junto a ella actuarán la española Elena Anaya –protagonista de La piel que habito, de Pedro Almodóvar– y los argentinos Fernán Mirás y Esteban Lamothe. El comienzo de la filmación está previsto para el 20 de noviembre.

una disparatada aventura

Ni un hombre más se inscribe dentro de un género poco recorrido por el cine argentino: la comedia negra. Así, la película escrita y dirigida por Martín Salinas se detiene en la historia de Karla (Valeria Bertuccelli) y Ricky (Juan Minujín), una pareja que huye con 100 mil dólares y el cadáver de un hombre, accidentalmente muerto, en el baúl de su auto. En su escape terminarán buscando alojamiento en un hotel perdido en medio de la selva misionera, que es atendido por Charly (Martín Piroyansky). A partir de ahí, una serie de errores, malentendidos, reencuentros y pequeñas venganzas se van sucediendo hasta alcanzar un inesperado desenlace.

De la película participan también Luis Ziembrowski, Vanesa Weinberg y Germán De Silva, entre otros.

"en este medio hay que curtirse"

"Trato de cuidarme, aunque tampoco soy de los que dicen: 'De mi vida personal no hablo'. Soy consciente de que estoy casada con alguien que es reconocido y eso genera interés”, asegura Valeria Bertuccelli, en pareja desde hace 17 años con el músico Vicentico.

Claro que ella no se olvida cuando, el año pasado, su nombre apareció en los programas de chimentos a partir de un acto de rebeldía en el programa Sábado Bus, conducido por Nicolás Repetto. “Fue horrible, no me gustó nada justamente porque no existo en ese mundo. Era rarísimo estar ahí, pero si algo me dejó esa experiencia es que en este medio hay que curtirse. De vez en cuando te comés una cucharada de cal, es así", rememora a la distancia. "Volvería a hacer lo mismo, no me arrepiento de nada, pero es difícil ver o escuchar determinadas cosas que dicen sobre vos sin que te afecten. Eso es algo que se ejercita, como todo."

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