Que evitar un mal no traiga otro, la leucemia no espera a la pandemia

Que evitar un mal no traiga otro, la leucemia no espera a la pandemia

La mayoría de las veces las patologías oncohematológicas no pueden prevenirse, por eso es que requieren ser abordadas rápidamente por un equipo de especialistas. Además, es fundamental el cumplimiento y continuidad de los tratamientos.

La urgencia de la pandemia de Covid-19 hizo que muchos de los tratamientos de otras enfermedades sean demorados o hasta interrumpidos, lo que pone en riesgo la evolución y el pronóstico de los pacientes. Este es el caso de las patologías oncohematológicas -como las leucemias- que aunque la gran mayoría de las veces no pueden prevenirse requieren ser abordadas rápidamente por un equipo de especialistas.

En la actualidad, varios tipos de leucemia se pueden controlar muy bien y se logra llevar la enfermedad a niveles indetectables en forma sostenida en el tiempo, pero los expertos remarcan la contradicción de contar con tantas innovaciones médicas en Argentina dirigidas a este tipo de enfermedades que luego no llegan a los pacientes que las necesitan.

A pesar de estos aspectos esperanzadores para estas patologías de las que hay casi 3.000 diagnósticos al año en Argentina (56 por semana), desde ALMA (Asociación Leucemia Mieloide Argentina) hacen hincapié en el derecho a la salud de los pacientes con estos "cánceres de la sangre" y al acceso a los medicamentos, que en nuestro país están disponibles y su cobertura está garantizada por la ley, pero que aun así resultan difíciles de conseguir.

La dra. Alicia Enrico, Jefa de Hematología del Hospital Gutiérrez de La Plata, refirió lo que vive a diario en el consultorio: "cada uno a su manera, pero a todos los pacientes les impacta el diagnóstico. De todos modos, a medida que avanza el tratamiento, pierden el miedo y se adaptan al nuevo estilo de vida".

La pandemia puso algunas trabas para el acceso a la salud: el informe Impacto de la pandemia Covid-19 sobre el sistema de salud argentino, firmado por más de 25 sociedades científicas, concluyó que en nuestro país las consultas médicas cayeron un 50% y las prácticas de laboratorio, un 63%, por lo que se espera, inexorablemente, un impacto negativo en los resultados en las enfermedades de la sangre.

Avances y demoras

El contexto pandémico limitó el acceso a tratamientos justo cuando los avances médicos que hubo en el manejo de estas enfermedades le han facilitado la vida a los pacientes. Por citar unos ejemplos, la leucemia linfocítica crónica, la más frecuente en adultos (representa el 30% del total de casos, lo que equivale a unos 75 mil por año a nivel mundial), ahora se trata sin quimioterapia, con medicamentos que logran que en 8 o 9 de cada 10 pacientes no se hallen rastros de la enfermedad en sangre y que pueda darse por terminado el tratamiento tras uno o dos años, sin que la enfermedad retorne.

La leucemia mieloide aguda, en cambio, es más compleja. En el mundo, hay unos 190 mil casos por año y es la más frecuente de todas (36% del total). Suele tratarse con quimioterapia, pero hay opciones para quienes la tienen contraindicada por edad o estado general de salud.

"Esto muestra que la ciencia avanza y que el progreso es constante, pero necesitamos que los prestadores de salud acompañen la innovación y no se interpongan entre el paciente y su posibilidad de vivir más y mejor. A veces sentimos que la medicina nos da una segunda oportunidad, pero una que la burocracia sanitaria se encarga de quitarnos y eso es inconcebible", aseguró Fernando Piotrowski, paciente y Director Ejecutivo de ALMA.

Demorar solo unos pocos días el inicio del tratamiento de una leucemia aguda puede ser gravísimo, e interrumpir por varias semanas el tratamiento de una leucemia crónica puede hacer retroceder muchos casilleros.

Al respecto, la dra. Enrico explicó que, como con todo tratamiento crónico, "el cumplimiento (adherencia) al tratamiento es vital para un buen resultado". 

Comentá la nota