Etiquetado frontal: su impacto en la Argentina

Etiquetado frontal: su impacto en la Argentina

Los sellos en los productos generaron cambios de hábito, aunque el impacto varía según las categorías.

Por: Florencia Lippo.

La ley de etiquetado frontal generó cambios entre los consumidores y también por parte de las empresas de alimentos, que debieron cambiar sus fórmulas para mantener la demanda de los clientes en un contexto en el que la alimentación saludable gana terreno.

Según un relevamiento de ShopApp, el conocimiento sobre la ley, en diciembre de 2021, alcanzaba el 64%, mientras que en febrero de 2023 era el 70%, y en junio 2023, el 75%. "Sin embargo, sólo el 28% declara saber ‘mucho’ o ‘bastante’. Y la cantidad de personas que declaran leer etiquetas de productos asciende al 76%, 7 puntos más que en el relevamiento conducido en febrero de 2023. Esto podría indicar que la ley tiene un impacto sobre el comportamiento en la búsqueda de información nutricional”, explica Juana Merlo, directora de la compañía.

Por su parte, de acuerdo con un informe de New Market Research, un 61% de los encuestados afirma estar más pendiente de su alimentación a partir de la ley de sellos. Asimismo, un 30% dejó de consumir productos no saludables, y un 23% reconoce que "la información que circula" los hizo pensar sobre cómo se están alimentando.

En este sentido, la mayoría de los que participaron de la encuesta se mostraron a favor de la ley y de contar con mayor información a la hora de comprar productos. El 72% declaró: "Me parece bien, si hay algún exceso de un ingrediente nocivo tengo que saberlo". 

En lo que respecta a los cambios de hábitos tomados a partir de la ley, la tendencia es clara:

-Un 43% siguió consumiendo los mismos productos

-Un 57% cambió los productos: dentro de ese porcentaje, un 37% disminuyó el consumo y otro 20% directamente abandonó los productos con sello. 

De acuerdo con el relevamiento de ShopApp, el 33% declara haber modificado algún hábito de consumo desde la implementación de la ley. Este número es superior en mayores de 50 y en NSE altos. Entre quienes cambiaron algún hábito, la cantidad de categorías afectadas es un promedio de 3,3 (es decir, que alteraron su consumo en algo más de tres categorías.

Así, las categorías más afectadas son: galletitas dulces: especialmente en jóvenes (18 a 29 años) y NSE medios; gaseosas: también afectadas en el segmento 18-29 años; y mermeladas y untables dulces: más castigadas en el segmento etario 30-49.

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