Estudian “pase verde” para que solo los vacunados entren a bares, hoteles o clubes: ¿es viable?

Estudian “pase verde” para que solo los vacunados entren a bares, hoteles o clubes: ¿es viable?

La posibilidad de aplicar un pase verde, como el de Israel, es alentada por operadores turísticos e intendentes. Lo estudian en Agesic, el GACH y Salud Pública.

El pase verde es un certificado que se lleva en el celular y también se puede descargar. Incluye una pequeña imagen animada de personitas verdes que caminan felices porque están inmunizados contra el COVID-19. Pero es, por sobre todas las cosas, la puerta de acceso a buena parte de las actividades que hoy se pueden realizar en Israel, el país que lidera la carrera mundial por la vacunación: más del 60% de los nueve millones de habitantes ya recibió al menos la primera dosis de la vacuna de Pfizer (el 53% se dio las dos) y en las últimas semanas la tasa de contagios y muertes se redujo al mínimo. El pase verde es la entrada a un nuevo mundo: permite comer en el interior de un restorán (los que no lo tienen deben sentarse en las mesas de afuera, como cuenta el médico Alejandro Roisentul en una nota que se publica al final de este artículo), alojarse en hoteles, ir al club, al cine, al teatro, a eventos culturales o religiosos, o incluso participar de una boda.

“Cuando llamás a un restaurante para reservar mesa, te preguntan si ya estás vacunado: ¿tiene pase verde?”, cuenta la periodista Isabel Kershner, corresponsal de The New York Times en Jerusalén, quien publicó hace unos días una crónica donde relata que en Israel están probando un anticipo del futuro pospandémico. Es un laboratorio respecto a cómo puede funcionar una sociedad donde un alto porcentaje ya ha recibido una de las vacunas de mayor efectividad y donde el confinamiento deja de ser necesario.

Por ahora todo funciona bastante bien allí, pero Kershner también admite en su crónica: “Cualquier combinación de factores —retrasos en la producción de dosis, la aparición de una nueva variante resistente a las vacunas y la gran cantidad de israelíes que siguen sin vacunarse— podrían romper la ilusión”.

A Israel le siguieron otros países. Dinamarca implementó el “corona pass”, que permite entrar a restaurantes, museos, bibliotecas, gimnasios, peluquerías, cines y teatros. No es necesario para otras tiendas y centros comerciales. En Reino Unido también han anunciado un pasaporte sanitario para ingresar a partidos de fútbol y eventos en lugares cerrados, mientras que la Unión Europea avanzó esta semana en un certificado verde de vacunación para viajar entre los países sin necesidad de cuarentenas ni hisopados.

Ahora bien, ¿es viable aplicar un pase verde a corto plazo en Uruguay, cuando la inmunización avance? Es verdad, cuesta pensar en algo así cuando el país pasa en este momento por lo peor de pandemia y hay récord de muertes. Incluso, Uruguay se encontraba ayer entre los cinco países con más muertes por millón de habitantes en los últimos siete días, superando a Brasil en América del Sur, según el sitio Our World in Data. Pero, en contrapartida, también es una de las naciones que avanzan con mayor rapidez en la vacunación, con un porcentaje ya cercano al 30% de la población con la primera dosis.

Pero, antes de pensar en Uruguay en un sistema de pase verde, hay muchos aspectos a tener en cuenta, desde legales hasta éticos, y hay diferentes opiniones entre científicos y también entre constitucionalistas. En el sector empresarial —particularmente hoteleros y gastronómicos— ven la idea con muy buenos ojos, según un relevamiento realizado por El País. Lo mismo sucede en varias intendencias de departamentos con fuerte influencia del sector turístico: el pase verde sería apoyado al menos por Colonia, Maldonado, Canelones, Rocha y Salto. Varios legisladores del oficialismo están atentos al tema e, incluso, el diputado colorado Felipe Schipani presentó un proyecto de ley que regula el derecho de admisión en la emergencia sanitaria.

En el gobierno hay quienes piensan en el tema pero aún no hay nada decidido ni estudiado a fondo, según indican fuentes de Presidencia. De todos modos, el subsecretario de Turismo, Remo Monzeglio, dice que el Ejecutivo estudia por estos días las experiencias de otros países, como Israel. “Lo está estudiando Salud Pública y el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) y nosotros también lo haremos”, indica.

Si bien el subsecretario de Salud Pública, José Luis Satdjian, adelanta que una definición está “aún muy verde, valga la redundancia”, en el GACH se encomendó un estudio cuyo resultado aún no se conoce. “Aplicable es, hay que ver los temas éticos”, dice un integrante del grupo, quien pide no ser identificado.

En tanto, en la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y el Conocimiento (Agesic) dicen que “es perfectamente posible” aplicar el pase verde. De hecho, el equipo del programa salud.uy ya trabaja en el tema de motu proprio, evaluando posibilidades y monitoreando sistemas de otros países. “Pero nosotros no tomamos decisiones. Si del gobierno lo piden, lo podemos implementar”, indica una fuente del organismo. En ese sentido, la propia aplicación Coronavirus UY podría servir como herramienta para ese pase verde, apuntan fuentes vinculadas al gobierno.

En lo que sí hay avances más concretos es en el asunto del futuro pasaporte sanitario uruguayo. De hecho, el jueves pasado hubo una reunión virtual donde participaron autoridades del Ministerio de Turismo y del Ministerio de Relaciones Exteriores con representantes de las gremiales turísticas. La actividad se llamó “Pasaporte sanitario: el día después de la apertura de fronteras”.

Se trata de un problema global y por eso se busca “lograr algo que sea aceptado por la amplísima mayoría de los países”, dice Monzeglio. Uruguay estudia por estos días cómo se preparará para recibir a los turistas extranjeros y se trata del momento “justo” para decidir: “Cuando acá haya inmunidad de rebaño, tomaremos precauciones para que la gente venga sana y pueda hacer turismo como antes. Perfectamente podemos seguir pidiendo PCR negativo y cuarentena. Pero también veremos si pedimos la vacunación”.

El pase verde, una buena excusa para vacunarse.

Pero volvamos al pase verde como eventual futura llave de acceso a diferentes actividades. El tema, según supo El País, fue discutido esta semana en los grupos de WhatsApp de hoteleros y en general hay consenso en que es una buena medida que el gobierno podría estudiar y que debe ir de la mano del pasaporte sanitario electrónico. Muchos operadores turísticos creen que permitiría reactivar al sector a corto plazo, cuando haya un alto porcentaje de la población con las dos dosis de la vacuna.

El gerente general del Grupo Solanas, Alejandro D'Elia, preside la Cámara de la Industria Hotelera Turística, es directivo del Centro de Hoteles de Punta del Este y la Cámara Empresarial de Maldonado. Y está convencido que algo así ayudaría a reactivar la economía en un sector muy golpeado. “Fijate que de acá a 30 días habrá un millón de uruguayos con las dos dosis... ¿Por qué no generamos un pase verde para empezar a habilitar algunos sectores, incluso los boliches nocturnos? Sería una excusa para los jóvenes: precisarían la vacuna para ir a tomar algo”.

El presidente de la Asociación Turística de Colonia, Andrés Castellano, también está a favor de implementar un pase verde en lo interno y un pasaporte sanitario para los turistas extranjeros (que implicaría un certificado de vacunación o un test positivo de anticuerpos para los que ya se enfermaron y un PCR negativo), pero cree que en el primer caso debe tenerse en cuenta el tema de la eventual discriminación de los que aún no hayan podido vacunarse por falta de disponibilidad de la dosis. “Para tener igualdad de condiciones lo mejor sería que eso entre en vigencia cuando todos los que quieran hayan recibido las dos dosis. Si no, es injusto”, afirma Castellano, quien también ve viable que los bares pueden tener una zona de libre circulación con pase verde y un lugar afuera para el resto.

Para el empresario, accionista del hotel Dazzler de Colonia, hay una obvia necesidad de las empresas pero también del país para sostener las fuentes laborales en un sector que históricamente es un motor de la economía. Porque el último año ha sido muy duro para el turismo y el futuro aún es incierto. Hay muchos hoteles en Colonia que ya no abren entre semana y otros tienen pensado cerrar hasta las vacaciones de julio, algo impensado en un departamento que suele estar abierto siempre para el turismo. Pero hoy ni los uruguayos llegan. “Todos tenemos la planillita Excel de lo que sale el cierre total. Y a veces es la mejor ecuación, pero eso significa mucho más que una cuestión económica: pierde el país", dice Castellano.

Desde la Asociación de Hoteles y Restoranes del Uruguay, su presidente Francisco Rodríguez considera positivo todo lo que permita trabajar al sector. Si existe un pase verde, afirma, debe aplicarse solo en los establecimientos habilitados y registrados. “Pero si todos respetamos los protocolos y los aforos, los pases serán testimoniales”, indica Rodríguez, dueño del céntrico Hotel Metro en Montevideo.

Federico Celsi, propietario del histórico Bar Facal en 18 de Julio y expresidente del Grupo Centro, observa el pase verde como “una herramienta interesante”, no solo pensando en el público local sino en el extranjero cuando se abran las fronteras. El empresario lo equipara a lo que sucedió con la ley antitabaco aprobada por Tabaré Vázquez en su primer gobierno: “Había miedos porque se exponía a los locales gastronómicos a decirle a la gente que se retire. Pero, por la vergüenza de hacer algo que está mal, fue como automático. Creo que habrá un control social”.

El actual presidente del Grupo Centro, Armando Litvan, apunta que un pase verde sobre todo puede ser necesario en los comercios donde hay concentración de gente que excede las posibilidades de mantener la distancia recomendada. “Si se cumple con el aforo y los protocolos, no es tan necesario”, apunta.

La Cámara Uruguaya de Turismo, que agrupa a todas las gremiales del sector, aún no ha realizado un análisis sobre el tema pero su presidenta Marina Cantera dice que existe un amplio consenso respecto a que un pasaporte sanitario es imprescindible y que, en el caso del pase verde, puede tratarse de una solución de transición entre la situación compleja actual y una “ideal” a mediano plazo donde todos los uruguayos se puedan mover con libertad. Pero, también dice Cantera, hay que tener cuidado de que no afecte libertades. “Si para ir al club o la panadería debo tener un certificado de vacunación, podemos complicar mucho el proceso de compra, además de que hablamos de la vida diaria de las personas”, afirma.

Un panorama de similar aceptación aparece si se pregunta en las intendencias de departamentos con fuerte peso turístico. “Sí, claro que sí”, responde el intendente rochense Alejo Umpiérrez (Partido Nacional), consultado por el pase verde. “Solo hay que generar la normativa al respecto”. El intendente salteño Andrés Lima (Frente Amplio) dice que la propuesta es “muy buena” y además incentivaría a la vacunación: “Es una forma de terminar de convencer a quienes aún dudan”.

Desde la Intendencia de Canelones, la coordinadora del gabinete productivo Tania Yanes afirma que la medida podría ser “interesante” para reactivar ciertos sectores que están congelados, aunque la administración de Yamandú Orsi (Frente Amplio) “depende de las decisiones del gobierno”.

En tanto, la intendenta de Montevideo Carolina Cosse (Frente Amplio) piensa que asuntos como este deberían ser tratados en el contexto de un “gran diálogo nacional” que su administración reclama, según afirman a El País desde el entorno de la jefa comunal.

En la administración de Enrique Antía (Partido Nacional) en Maldonado apoyan el pasaporte sanitario y también el pase verde. “Los dos son viables e incluso complementarios”, afirma el director de Turismo, Martín Laventure, quién se ha informado de lo que sucede en otros países que están un paso adelante en este proceso, como Israel.

Martín de Freitas es subdirector de Turismo de la administración de Carlos Moreira (Partido Nacional) en Colonia y además propietario de la posada La Manuel Lobo, ubicada a metros del casco histórico de Colonia del Sacramento.

De Freitas conoce bien al sector y anuncia que lo más probable es que varios comercios se adelanten al gobierno y pidan una certificación a los clientes, una vez que haya un porcentaje significativo de uruguayos vacunados. “Yo puedo decir que en mi posada solo acepto gente vacunada. Entonces, voy a ganar un grado de seguridad. Y lo mismo pueden hacer restoranes. Cada uno tiene el derecho a elegir quién entra a sus lugares”, explica el funcionario y empresario. Luego aclara que todo eso tiene sentido si se sigue avanzando en la vacunación y se logra bajar el alto nivel de contagios. “Además, eso no implica romper aforos ni protocolos, pero muchos clientes pueden inclinarse a elegir lugares así”, dice.

De Freitas sabe que el tema está arriba de la mesa del gobierno. “Todas estas cosas, tanto el pase verde como el pasaporte sanitario, están siendo evaluadas de manera seria por el Ejecutivo. No todo es extrapolable de otros países que estaban muy mal y hoy están reabriendo su economía, pero estoy seguro que hay que copiar medidas”, afirma.

¿Es una medida legal?

Si salimos de los intereses sectoriales, aparecen matices y opiniones contrapuestas. El diputado colorado Schipani se adelantó y presentó la semana pasada un proyecto de ley que pretende promover la inoculación masiva y para eso regula el derecho de admisión: plantea que, durante la emergencia sanitaria, los comercios podrán prohibir la entrada a quienes no se vacunen contra el COVID-19 y lo mismo regirá para el acceso a los espectáculos públicos. Pero no lo hace obligatorio y establece que podrán entrar quienes acrediten que no pudieron vacunarse por prescripción médica u otra circunstancia.

“Hay que hacer ambientes seguros para la salud de las personas”, dice Schipani. “El que no se vacuna es un perjuicio para la sociedad: no solo no contribuye a la tan mentada inmunidad de rebaño, sino que además es un potencial vector de contagio”.

Pero en la bancada del Partido Nacional dicen a El País que por ahora no hay voluntad de tratar un proyecto de ley así. Desde Cabildo Abierto, el diputado Eduardo Lust —quien es abogado constitucionalista— opina que no se precisa una ley para habilitar a un comercio a prohibir el ingreso a quien no se haya dado la vacuna. “Eso está en el derecho de propiedad”, explica.

¿Y si el Estado obligara a los comercios a exigir el pase verde, como en Israel? Ahí Lust no tiene dudas: sería ilegal porque la vacuna no es obligatoria. “Hay un principio general del derecho, que es casi un mandato bíblico: lo que no se puede obtener por vía directa, no se puede obtener por vía indirecta”, indica.

Su colega Martín Risso, también abogado constitucionalista, coincide en que el Estado no puede obligar a los privados a establecer un pase verde y que no se precisa un proyecto de ley para habilitar a ejercer ese derecho de admisión, que ya existe y está implícito en la libertad empresarial. Pero, admite Risso, un proyecto de ley como el de Schipani sí puede ser una señal interesante hacia la población.

“Si el dueño de un restorán decide publicitar el lugar como libre de COVID y por eso establece que solo pueden entrar los ya vacunados, lo puede hacer sin problemas”, afirma el especialista. Eso sí, debe anunciarlo previamente y, por supuesto, aplicar “el mismo criterio para todos”. Así nadie se queja, obvio.

Mi nombre es Alejandro Roisentul, soy cirujano y trabajo en el hospital Zif de la ciudad de Safed, al noreste de Israel, cerca de la frontera con Siria y Líbano. Nací en Argentina y acá dirijo la unidad de cirugía oral y maxilofacial. La verdad es que estamos saliendo de la gran crisis que vivimos este último año y eso es posible gracias a las vacunas. Pero las vacunas son solo parte del éxito. La otra parte es el comportamiento de la gente, la responsabilidad sanitaria.

Aunque está el 100% del personal sanitario vacunado, dentro del hospital nosotros nos movemos siempre con barbijos. Nos cuidamos muchísimo, vale la pena seguir un tiempo más usándolos porque aún no está a cero el nivel de infección, pero sí son pocos los enfermos: hay unos 50 casos nuevos por día en todo el país. Todavía tenemos 5.232 contagiados, pero hace un mes había unos 40.000.

En el hospital teníamos tres unidades para atender a los enfermos de COVID y ahora dejamos una sola con cuatro o cinco enfermos.

En cuanto a la vida afuera, los negocios están abiertos pero para entrar se pide el pase verde, como se le llama aquí. El otro día fui a un restorán y me lo pidieron. Si no lo tenés, podés sentarte en las mesas de afuera, al aire libre.

En los gimnasios es inflexible: no entrás sin el certificado. Ese pase es digital, lo tenés en el celular en forma automática a la semana de haber recibido la segunda dosis

¿Cualquier país puede aplicar un pase verde? Primero debe ser un lugar donde todos puedan vacunarse, si así lo quieren. Porque si eso no sucede, segregás al que quiere vacunarse y no puede. Es un tema ético muy importante. Acá en Israel tenés la libertad de no vacunarte, pero si no lo hacés te pedimos que no vayas a lugares donde tenés el riesgo de infectar a gente que sí quiere cuidarse.

A la gente joven, que son los que menos se vacunaron en nuestro país, se los puede incentivar y una forma es decirle: si no te das la Pfizer, no podrás entrar a un gimnasio, no podrás ir a un cine o a un teatro. Necesitamos que cooperen.

Israel es un país doctrinado, en el sentido positivo. Este es un país que sabe lo que son las guerras y esta es una guerra pero contra un enemigo impalpable. La gente está al pie del cañón para salir de esta.

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