El escandaloso negocio con las entradas del Mundial

Editorial

La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) quedó involucrada de lleno en la investigación que la justicia brasileña lleva adelante en procura de aclarar pormenores del lucrativo e irregular negocio de reventa de entradas que se desarrolló durante el campeonato mundial que acaba de realizarse en ese país.

 

La policía brasileña investiga a Luis Segura, vicepresidente de la AFA y hombre fuertemente ligado al presidente de esa entidad y vicepresidente de la FIFA, Julio Grondona, quien fue miembro de la delegación argentina que viajó a Brasil, y también a otros integrantes de la entidad, como el contador Emilio Vásquez, el gerente de selecciones Omar Souto y Alberto Capucetti, jefe de seguridad del seleccionado. La irregularidad terminó por salir de lleno a la luz a raíz de una cámara oculta realizada por ESPN Brasil, en la que se ve a Souto vendiendo entradas para el partido de la Argentina contra Bélgica, por los cuartos de final.

La AFA tuvo la posibilidad de comprar 700 entradas por partido para luego venderlas al precio oficial a quien lo considerare oportuno. Desde que estalló el escándalo, ninguna voz oficial salió a decir adónde fueron a parar esos 4900 tickets para los siete partidos que quedaron en poder de la entidad que parece manejada en forma vitalicia por Grondona, cuyo hijo Humberto también fue rozado por el hecho que se investiga. Su nombre y el de su padre figuran en algunas de las entradas revendidas. Tampoco se sabe que hayan quedado constancias legalmente válidas sobre las operaciones de la reventa supuestamente hecha a precio oficial.

Las irregularidades partieron de la FIFA, la entidad rectora del fútbol a nivel mundial, al punto de que por el caso fue detenido Ray Whelan, director de la empresa Match, vendedora oficial de las localidades de la FIFA, sospechado de liderar una red de reventa durante el campeonato del mundo.

Las declaraciones de Segura, quien admitió que había vendido entradas que habían caído en manos de él y de otros dirigentes, oscurecieron un asunto que ya era turbio y que hubiese merecido una pronta explicación oficial de la AFA.

"Yo lo que hice desde mi modesto lugar fue venderles entradas a las personas que viajaron a Brasil sin tickets. Intentamos solucionarle ese problema a la gente", dijo Segura. El dirigente explicó que trató de vender las entradas que le sobraban "a gente conocida" y señaló que los compradores llegaban "por contactos". Sobre la procedencia de las entradas, Segura dijo: "FIFA nos pasó sobrantes y los vendimos a precio oficial." La frutilla del postre del verdadero canto a la candidez la puso el propio Segura cuando, casi admitiendo que la cuestión pudo no haber tenido un desarrollo del todo transparente, dijo: "Si una de esas personas se llevó la entrada y la revendió, ¿qué culpa tenemos nosotros? No podemos acompañarlo hasta la cancha para que entre".

El todopoderoso Julio Grondona no puede hacerse el distraído a la luz de lo ocurrido. El gobierno nacional, en su calidad de dueño del fútbol argentino con el dinero de todos los contribuyentes, es el primero que debió de habérselas exigido. La indiferencia del Gobierno no es más que complacencia frente a un asunto por demás oscuro.

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