Se dificulta el peritaje del avión porque no lo pueden sacar del río

Se dificulta el peritaje del avión porque no lo pueden sacar del río
Los especialistas uruguayos que deben investigar la catástrofe coinciden en que será imposible remover la aeronave, que está apoyada sobre el lecho fangoso; declararon familiares de las víctimas
La investigación por el accidente aéreo en el Río de la Plata podría demorarse por los problemas que plantea la recuperación de los restos de la aeronave. El bimotor Beechcraft Super King se precipitó el martes en una zona de escasa profundidad y muy pantanosa. "Si uno se queda inmóvil ahí, se hunde", graficó a LA NACION uno de los participantes uruguayos del operativo de rescate de las víctimas. Tanto en la Fuerza Aérea como en la Prefectura de Uruguay hubo opiniones coincidentes sobre la imposibilidad de remover el avión del lugar del impacto.

"Aún no sabemos cómo empezaremos la investigación allí", reconoció uno de los especialistas convocados por el Juzgado N°2, a cargo de la magistrada María Alexandra Facal, de esta ciudad.

Por ahora sólo existen especulaciones sobre lo ocurrido. Pero aquellos que trabajaron en el lugar del accidente aclararon que, por ahora, sólo se encuentran en la etapa de recolectar la mayor cantidad de material de prueba. Los buzos de la Prefectura y de la Armada uruguaya que ayer lograron sacar de la aeronave los últimos dos cuerpos volvieron a tierra con papeles encontrados en la aeronave y hasta recuperaron los asientos en busca de preservar posibles datos.

La investigación formal ni siquiera empezó aún. Y los resultados demorarán varios meses, tal como explicaron todas las fuentes consultadas por LA NACION.

Uno de los cuerpos recuperados ayer fue el del piloto Leandro Larriera. El impacto en la parte delantera de la aeronave fue tan fuerte que él y el pasajero que ocupó el asiento de copiloto quedaron aprisionados entre el asiento y el tablero de instrumentos. Los rescatistas tuvieron que cortar parte de la cabina para extraer a las víctimas.

La propia jueza María Facal y la fiscal Alicia Ghione presenciaron ayer el trabajo de una treintena de buzos y bomberos. "Se mojaron los pies como todos nosotros", señaló un buzo.

La zona del accidente presenta especiales complicaciones para los movimientos. No puede llegarse con lanchas tradicionales, que deben ser abandonadas a bastante distancia. Dependiendo de las mareas, sólo botes rígidos lograron acercarse hasta el fuselaje semienterrado en el fango del lecho.

Algunos rescatistas, para acercarse hasta la aeronave, tuvieron que caminar en constante lucha con el fango.

"Es muy difícil pensar en recuperar el avión en esas condiciones de trabajo", indicó un hombre que ayer luchó contra el barro en el lugar.

Esa dificultad de acceso impidió, en un primer momento, la labor inmediata de la Prefectura uruguaya, que tuvo que esperar el apoyo de helicópteros para llegar al lugar.

El operativo de búsqueda y rescate comenzó el martes pasadas las 13, cuando en el aeropuerto de San Fernando se sorprendieron por la falta de noticias sobre el aterrizaje aquí de Larriera y sus pasajeros. La torre de control pidió a Carlos Lupiañez, un amigo y colega del piloto, que intentase tomar contacto con él. Llamó a su teléfono. No hubo respuesta. Diez minutos después decidió tomar su propio avión para buscarlo. Fue el primero que salió. Ayer fue enviado por la familia a reconocer el cuerpo de su gran amigo.

En el juzgado de esta ciudad consideran que frente a un caso tan especial se debe actuar sin dejar dudas. Apenas un par de horas después de volver de esa ciénaga, la magistrada tomó declaración a los familiares y amigos que llegaron a reconocer a las cinco víctimas fatales. La intención es apresurar los trámites de repatriación de los cuerpos, que se cumplirán durante el día de hoy.

Quebrados por el dolor, se contuvieron entre sí los allegados a los fallecidos Gustavo Fosco, de 53 años, director de Comunicaciones Institucionales de Renault; Fernando Sánchez, de 45, jefe de prensa de esa compañía; Facundo Alecha, de 41, director de Personal y Organización de Royal Canin; Fernando Lonigro, de 44, gerente de TTS Viajes, y el piloto Leandro Larriera, de 43 .

El empresario textil Federico Bonomi, dueño de Kosiuko, envió al juzgado a su abogada personal para que colaborase con las familias de las víctimas. Su presencia ayudó para sortear la inevitable burocracia judicial, que parece volverse más lenta frente a las tragedias.

En tanto, en la ciudad de Colonia, a unos 70 kilómetros de aquí, mejores noticias recibieron los familiares de Sebastián Vivona y Paula Buery, que fueron trasladados ayer a Buenos Aires, de lo que se informa por separado.

El gerente de la textil Kosiuko estuvo internado hasta las 10 en el Centro Médico Orameco, donde se aprobó su evacuación sanitaria hacia un sanatorio privado en Buenos Aires, al que llegó cerca del mediodía.

Fuentes médicas uruguayas confirmaron a LA NACION que las heridas del ejecutivo no pusieron en riesgo su vida y que, más allá de algunos momentos de confusión por el impacto, estuvo lúcido durante la internación. Vivona sufrió fracturas en ambos brazos y en una pierna, pero al ser estabilizada su situación se aprobó el traslado. Él era uno de los ocho pasajeros del vuelo que despegó ayer desde el aeropuerto de San Fernando que se estrelló minutos antes de aterrizar en Carmelo.

La coordinación de la evacuación sanitaria de Paula Buery pudo resolverse en la tarde de ayer y viajó a Buenos Aires acompañada por uno de sus hermanos.

LA OPINIÓN DE UN ESPECIALISTA

"Hasta el momento, en la investigación del accidente ocurrido en Carmelo existen tres hipótesis concurrentes y que conducen a una presunción", afirmó Alejandro López Camelo, comandante de Airbus A 340.

"Una de las posibles causas apunta al combustible contaminado con agua. Para confirmar o descartar esta pista se deben mandar los dos motores a los laboratorios de los fabricantes del avión en Estados Unidos", agregó López Camelo, vicepresidente regional de la Federación Mundial de Pilotos.

"La otras dos presunciones sobre la influencia de la niebla y la decisión de regresar a San Fernando están ligadas al peritaje en el tren de aterrizaje. Si estaba bajo era porque hubo un intento de aterrizar. Si estaba levantado fue porque se quiso volver", concluyó López Camelo.

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