Para la politóloga Valeria Brusco, detrás de las apuradas aclaraciones y reformas que se realizan sobre el mecanismo con el que se elegirá al próximo gobernador yace otro intento de fuerzas políticas históricas por conservar su cuota de poder
Tras distintas denuncias de partidos de la oposición, durante estas semanas, desde la Legislatura provincial y desde el Tribunal Superior de Justicia se han producido algunos cambios al mecanismo, al tiempo que se han establecido varias aclaraciones sobre los modos de interpretar algunos artículos de la nueva ley electoral.
Entre ellos, la más discutida ha sido la decisión de habilitar el casillero que permite elegir la opción de lista completa sólo para los partidos que presenten candidatos para todos los cargos. Esta decisión ha sido señalada como perjudicial para las agrupaciones que no cuentan con recursos para cubrir todos los cargos.
Una de esas voces es la de la politóloga Valeria Brusco, quien cree que tales desprolijidades, tanto en la confección de la papeleta que se estrenará el 7 de agosto como en la implementación del mecanismo en sí, terminarán beneficiando a los partidos tradicionales.
Según interpreta, lo que hay detrás de esa y otras decisiones (como la de impedir que los candidatos a intendentes puedan postularse también como concejales) es la intención de la Unión Cívica Radical y, principalmente, del PJ (bajo el lema Unión por Córdoba) de mantener sus cuotas históricas de poder, algo que se puede rastrear desde la fallida reforma electoral anunciada tras los polémicos comicios de 2007.
- Tras la elección a gobernador llevada a cabo en 2007, que derivó en denuncias de fraude, la Provincia anunció la llegada de una reforma electoral, para la que convocó a un consejo de especialistas. ¿Qué se pudo concretar de aquella idea?
- Desde hace muchos años todos mencionan la necesidad de una reforma política como una especie de limbo que condensa todas las cosas buenas que deberíamos hacer para tener un mejor sistema político. Pero las reformas nunca son neutras o desinteresadas. Tampoco llegan naturalmente; son producto de crisis y responden a procesos políticos. En 2007 Schiaretti abrió este proceso porque necesitaba legitimar su autoridad. No lo habría hecho si hubiera ganado con el 50 por ciento de los votos. Pero esa reforma que se anunció con mucha pompa, terminó siendo algo muy menguado, una transformación de algunos instrumentos electorales y de algunas partes del proceso electoral.
- ¿Qué se puede rescatar, como positivo o negativo, de todo el proceso?
-Más allá de la discusión sobre si hubo fraude, que puso a la luz muchas deficiencias del sistema (las boletas, los fiscales, etc.), lo más grave es que se dejaron de lado, intencionalmente, los cambios sobre el financiamiento de los partidos políticos y la publicidad. Son cuestiones delicadas, pues el vínculo entre dinero y política es histórico, pero hay avances. Por ejemplo, lo que vamos a probar en las elecciones nacionales, que no se permite publicidad pagada por privados, sino que los canales y las radios tienen que cederle espacios al Estado, que luego los reparte según fórmulas vinculadas a los votos obtenidos en la última elección. Eso impide que quien tiene muchos millones de pesos disponga de más posibilidades de acceso a los medios que un partido pequeño. En Córdoba se hizo un intento similar, pero meses atrás se aprobó una ley que reformó la reforma y dijo que, como no había tiempo para aplicarla, por esta vez todo quedaría como estaba. Así cualquiera gasta lo que quiere y como quiere, lo que no permite una competencia en igualdad de condiciones.
Lo otro que quedó es la boleta única. Al principio hubo muchas críticas que apuntaban a que era sólo un papelito, un procedimiento nada más, no una cosa sustantiva. Es cierto que es un procedimiento, pero es el más concreto y verdadero al momento de votar.
- En distintos escritos y desde el Centro de Estudios Políticos y Sociales, usted ha solicitado por años la aplicación de la boleta única como instrumento.
- Las boletas antiguas demostraron varios problemas. Es un instrumento precario. La distribuían los partidos como parte de su campaña, que llegaba entonces hasta el lugar de votación mismo. Además suponía costos y esfuerzos extras para ellos, que además de imprimir votos tenían que controlar que no se los robaran en el cuarto oscuro. Con la boleta única no hay que preocuparse por el robo. Y, al estar dividido en cédulas claramente diferenciadas para cada cargo, según sean ejecutivos o legislativos, se evita la trampa de las colectoras.
- ¿La boleta única sirve como mecanismo para descartar las sospechas de fraude?
- Creo que sí. Se han tomado muchos recaudos. A nivel provincial, la boleta única va a tener un código de barras, ciego, que garantiza que no se puedan hacer fotocopias e ir con una boleta en el bolsillo que te haya marcado el puntero. Este código de barras no va a ser identificable, por lo que se evitan problemas de trazabilidad del voto. Si mi boleta estuviese identificada y las autoridades de mesa anotasen que voté con el número tal, podrían ver que voté por el partido tal. En Córdoba la boleta va a tener el número de la mesa que te toque, pero en rigor lo van a tener todas las boletas de esa mesa.
Voto partidario
- Finalmente, el diseño de las boletas no incluirá la opción de elegir lista completa para aquellos partidos que no presenten candidatos en todos los cargos electivos. Esto ha sido señalado como una maniobra para beneficiar a los grandes partidos.
- Hay un problema con la escritura de la leyenda “lista completa”; parece un remanente de la boleta partidaria. Al casillero deberíamos haberle puesto voto partidario. En Estados Unidos tenés claramente la opción para votar al partido Republicano o al Demócrata. Si marcás ese casillero, todos los cargos van para el partido elegido. Si un partido no pone candidatos en algún cargo, es un costo que asume ese partido y vos como votante, que en algunos tramos será elegido otro partido. Pero vos tenés el derecho a expresar tu preferencia partidaria, que es una idea de la democracia, porque en teoría uno no vota personas, sino las ideas expresadas por el partido. Pero no tiene por qué existir esta actitud paternalista del Tribunal Superior de Justicia, que dice cuidar al elector para que no se quede sin votar donde hay candidaturas que no están ocupadas porque ha puesto voto completo. No es un problema. Si quiero votar al partido X, y no pone candidato a gobernador, no importa, yo decido que sea un voto partidario. Es un error seguir pensando, de modo paternalista, en un elector incapaz o poco advertido.
- ¿Estamos hablando de un simple error en la confección de la papeleta? ¿No hay detrás una intención de otra índole?
- Más que un error, hay una actitud tomada por partidos mayoritarios, que siempre encuentran argumentos para beneficiarse, porque esa casilla sí va a estar para los partidos que pueden presentar candidatos en todos los cargos. Entonces al peronismo y al radicalismo le será más fácil indicar a su gente que vote en ese casillero, que es el primero de la izquierda. Pero ese casillero de lista completa también debería estar para todos los partidos o para ninguno. No puede haber un diseño para ciertos partidos y otro para los demás. Me parece una desprolijidad dirigida a beneficiar a dos partidos.
- Entre esas desprolijidades, se ha señalado que, faltando dos meses, llegaremos a las elecciones con un alto grado de improvisación. Se reclama al Gobierno que destine más tiempo y recursos a la capacitación de los ciudadanos.
- Más que el bajo conocimiento de la gente, me preocupa que los legisladores se estén juntando para hacer una ley aclaratoria y que el Tribunal Superior de Justicia tenga que aclarar la interpretación de tal o cual aspecto, faltando pocas semanas para las elecciones. Se hacen aclaraciones, que son toda una reforma, a las apuradas. Por ejemplo, se reclamó que se suspendiera la posibilidad de sumatorias, una misma persona repetida en varias listas. Pero al suprimirse eso, no se va a poder tener candidaturas a intendente y concejal al mismo tiempo, algo que es característico en Córdoba. La interpretación del TSJ es que como la ley dice que no puede haber más de un cargo para cada candidato, el candidato a intendente no va a poder ser cabeza de lista de los concejales. En las listas van juntos el intendente y los concejales, por lo que generalmente el candidato a intendente es el mismo que a primer concejal. Eso permite que los partidos pequeños, que saben que no van a ganar la intendencia, puedan participar como concejal. Es un estímulo para que haya participación de los partidos. Si es una apuesta a todo o nada, muchos no se van a atrever a jugar.
- Durante algún tiempo se pensó en el voto electrónico como alternativa. ¿Es una opción que presenta soluciones a los problemas descriptos?
- Creo que sólo trae solución a una cosa, que es la velocidad. Ahora, no estoy segura de que la velocidad sea un valor que se deba defender. Es un sistema que permite saber quién ganó apenas cerrás la mesa, pero eso puede interesarles a los medios de comunicación que quieran tener las elecciones resueltas a las siete de la tarde. A mí no me importa. Además es un sistema muy caro, que requiere alta inversión, aunque ese es un argumento secundario. El problema central del voto electrónico es la elitización del sistema electoral: genera una necesidad de que todos entendamos el código que se usa para programar las máquinas para que cuente los votos de cierta forma, y no todos somos especialistas. Los peritos informáticos son una pequeña parte de la población. Esto genera una especie de democracia de sabios que exige que todos podamos ver, especialmente los partidos, cómo funciona el sistema, si nos están escondiendo algo. Eso es inadmisible. De hecho, en varios países volvieron atrás con esa decisión.
- Menciona velocidad y precisión. En 2007, el sistema electoral de la Provincia se mostró carente de ambas cualidades. Tuvimos un recuento lento y los controles dejaron muchas dudas. ¿La boleta única permite alguna mejora en esos aspectos?
- Acá también tendremos demora, porque la gente que está a cargo de las mesas va a tener que abrir todas las boletas y contar. Es un sistema, y como tal, todas las partes están vinculadas entre sí. Claro que es más descentralizado que el sistema necesario para un voto electrónico donde, desde una máquina, uno puede tomar una decisión que afecte a varios puntos del sistema. Con la boleta única, si alguien quiere hacer trampas, tiene que coordinar un montón de gente, lleva mucho más trabajo porque hay varias instancias de control. Y no es un problema que haya varios controles y eso exija tomarse más tiempo. ¿Cuánto afecta a la democracia que el ganador se conozca a las 11 de la noche? ¿Deja de ser un mecanismo adecuado para elegir representantes por los próximos años? En esto, la velocidad no es un valor.
Luis Zegarra
Clientelismo
- Usted, que ha participado de trabajos en los que se estudia el clientelismo político, ha señalado que el mecanismo de boleta única atenúa el efecto de la presión que pueden ejercer punteros o dirigentes, pues la papeleta debe ser entregada directamente por el Estado en los lugares de sufragio. Con el viejo mecanismo de sumatorias la acción proselitista llegaba hasta el día mismo de la elección, pues el voto se podía entregar minutos antes de entrar al cuarto oscuro.
- En estas democracias donde hay desigualdades sociales, donde hay pobreza, hay intermediaciones, que no necesariamente son negativas en todos sus aspectos. Acá todos se precian de ser puros, cual si nadie hubiese pedido o realizado favores. Es bueno ser caritativo y regalar la ropa que no me sirve, pero es malo que una persona haga favores a sus vecinos, trabaje por ellos, y después pida que lo acompañen a apoyar tal partido. No es ideal, claro está. Ideal sería que no haya pobreza, pero son procesos que se van resolviendo con el crecimiento económico, cuando desaparece la desigualdad. Lo que la boleta única permite es que el votante no se sienta controlado o extorsionado en el momento de ir a votar, aunque pueda seguir aprovechando y conociendo la política a través de estos seudotrabajadores sociales. Antes les daban la boleta y hacían una especie de prevotación, entonces el votante no tenía mucho margen. Eso no es admisible.
Perfil de la entrevistada
- Valeria Brusco es politóloga.
- Realizó una estancia de investigación en la Universidad de Yale.
- Militante por los derechos de las mujeres, remarca su condición de madre de dos hijos.
- Junto con profesionales de otras disciplinas de las ciencias sociales formó el Centro de Estudios Políticos y Sociales, al que define como una plataforma de pensamiento.
- Es miembro de los equipos técnicos del partido Encuentro por la Democracia y la Equidad.
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