Vecinos de distintos barrios porteños sufren cada fin de semana por el consumo de alcohol en la vía pública y las peleas callejeras hasta la madrugada; quejas por la poca presencia policial
Música a todo volumen, gritos, corridas, vandalismo, basura en las calles y peleas entre alcoholizados son algunas de las postales habituales a la salida de los locales bailables de la ciudad. Los vecinos y comerciantes que deben lidiar con estas innumerables dificultades reclaman más control de la policía y acusan a la fuerza de seguridad de mirar hacia otro lado.
Según fuentes policiales y del Ministerio Público Fiscal porteño, se reciben más de 150 llamadas cada fin de semana por problemas generados en los boliches.
De hecho, en la calle Cerrito, entre la avenida Santa Fe y Marcelo T. de Alvear, funciona en un subsuelo La Mary, un local que trastorna el sueño y la vida cotidiana de algunos habitantes de Retiro.
Según cuentan en el barrio, cientos de jóvenes se agrupan en distintos puntos de la cuadra y provocan disturbios en los ingresos de los edificios, de miércoles a domingo, desde la medianoche. "Con este tipo de antros, la cuadra se puso rara y peligrosa. Es espantoso lo que tenemos que vivir. La gente orina y vomita en cualquier parte; se pelean y, además, nos agreden. No puedo bajar a la calle a la noche ni a la mañana temprano. Nos tienen acorralados", aseguró María, que vive a metros del local de baile.
El consorcio de uno de los edificios que lindan con La Mary hizo reiteradas denuncias. Pero nada cambió. La comisaría 15a, situada en Suipacha 1156, no les dio soluciones. la nacion se comunicó con esta seccional, pero no brindaron información sobre el tema.
Alejandro trabaja a metros de La Mary y llega al barrio cerca de las 5. "Ya he visto de todo. Desde vandalismo y peleas hasta parejas teniendo sexo en la vía pública. A la mañana, la zona es tierra de nadie, está fuera de control. La policía nunca aparece."
La Galería City, donde desembocan las salidas de emergencia de este lugar, y adonde los habitués salen a fumar, es un espacio olvidado. Allí, los pocos locales que subsisten deben convivir con la invasión de personas que concurren a estas fiestas. "No puedo dormir tranquilo. Imaginate el riesgo que corre mi negocio, que está justo al lado de una de las salidas. ¿Denunciar? ¿Para qué? Nunca te dan una respuesta", indicó un comerciante.
La Agencia Gubernamental de Control (AGC) se encarga de constatar las condiciones de seguridad, higiene y funcionamiento de los locales. Además, de que se respete la venta de alcohol en los boliches hasta las 5.30. En 2014, hicieron 1021 clausuras por distintas irregularidades, según informaron. Pero hubo 974 violaciones de estas sanciones.
"De la puerta para afuera, todo lo que suceda no es competencia nuestra; es responsabilidad de la policía", dijo un vocero de la AGC.
FLORES, ZONA LIBERADA
The End, Ivanoff, Asbury y Enigma son algunos de los boliches de Flores, a una cuadra de Rivadavia y Nazca, que también causan recurrentes dolores de cabeza a los vecinos.
"Vivimos con miedo. Todos los fines de semana es lo mismo. Hasta las 9 se convierte en zona liberada. El ruido es lo de menos. Hay corridas, batallas campales y vandalismo: rompen autos, puertas y vidrieras", afirmó Gabriel, que vive en la calle Quirno, a la vuelta de estos boliches. "La gente sale muy alcoholizada. Intimidan mucho. Se paran al lado de tu auto, se hacen pasar por trapitos y te exigen plata. ¿Cómo haces para decirles que no?", agregó el vecino.
Omar tiene un puesto de diarios en Rivadavia al 7400; el lugar amanece orinado cada sábado y domingo. "Los comerciantes no tenemos protección. Necesitamos más policías para poder trabajar tranquilos y que el control dentro de los locales sea más exigente", señaló.
Meses atrás, los vecinos de Flores se agruparon y presentaron sus reclamos a la comisaría 38a. En su momento se designaron delegados especiales para controlar la zona. Sin embargo, el operativo, según los vecinos, "sólo duró unas noches y nada cambió". En la seccional aseguraron: "La problemática no es tan grande como la describen. Se implementan los operativos necesarios".
Sobre Niceto Vega, entre Juan B. Justo y Bonpland, en Palermo, están los boliches más convocantes del barrio: The Roxy, Niceto Club e INK, entre otros, reciben miles de personas cada fin de semana.
"Está impuesto que el que vive por acá tiene que tolerar este tipo de cosas. Y no es así. Hace 20 años que estoy en el barrio, si se lo puede seguir llamando así, y no me puedo acostumbrar ni a los ruidos, ni a los trapitos, ni a los actos de vandalismo que sufrimos", comentó Adrián, que reside sobre Humboldt, a metros de Niceto Vega.
Mientras baldeaba una vereda, uno de los encargados de los edificios de la zona contó: "Desde hace diez años que los fines de semana me levanto de malhumor. Vivo para juntar botellas vacías. Hablar con los dueños no tiene sentido; los vecinos tienen miedo y prefieren no confrontar".
No importa cuál sea el barrio: vivir cerca de un boliche es sinónimo de problema. Más aún, cuando las autoridades suelen no cumplir con los necesarios controles.
EL PROBLEMA, EN NÚMEROS
150
denuncias
Son las que realizan los vecinos cada fin de semana en comisarías o fiscalías porteñas
1021
clausuras
Realizó el gobierno porteño en boliches durante el año pasado por distintas irregularidades
947
actos ilegales
El año pasado hubo esa cantidad de violaciones de clausuras en locales bailables; es decir, muy pocos respetaron las sanciones
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