Reticente a hablar y con miedo, el hombre que está preso por piratería del asfalto sospecha que Roberto Aníbal fue asesinado. Cargó contra el fiscal que investigó el crimen y no descarta que su hija haya sido víctima de una red de trata.
Aníbal era el testigo que usó la Bonaerense para armar la causa que luego se desmoronó. La semana pasada explotó su casa de Moreno y murió.
En tanto, ante la pregunta de si pensaba que el ataque al juez Alfredo Drocchi –al que golpearon y amenzaron por denunciar connivencia policial judicial en el caso– estaba vinculado al crimen de su hija, respondió que no sabía quién era el magistrado.
Vestido con una remera sin mangas y un pantalón deportivo negro con tiras blancas, Rodríguez recibió a Tiempo Argentino en una de las denominadas "Casitas de Casal", en referencia a las viviendas que construyó el Ministerio de Seguridad provincial que encabeza Ricardo Casal bajo el programa Casas por Cárceles, que se implementó en el régimen abierto de la Unidad 47.
Minutos antes de la entrevista, Carola Labrador fue a visitar a su marido, como lo hace habitualmente. Rodríguez explicó que ella es la que lleva sobre sus espaldas la causa de la nena. "Carola está al tanto de toda la investigación. En todo este tiempo, yo ni quise ver las noticias referidas al caso. Cuando mi hija aparece en la tele, cambio de canal. Prefiero escuchar la radio, conozco toda la programación de las radios. Desde acá no puedo hacer nada, me llega información de todos lados pero estoy esperando a salir. Una cosa es lo que dice la justicia y otra diferente es lo que pueda sentir yo, como padre", cuenta.
–¿Y qué siente?
–Nadie se imagina la tristeza que tengo. No puedo sonreír, ni ser feliz, y sé que jamás voy a poder volver a serlo. No puedo ver las fotos de Candela. Todos los días espero que Dios me lleve para acompañarla. Necesito estar a su lado una vez más. Pero todavía no es mi momento. Muchos pueden aprovechar lo que acabo de decir "para suicidarme".
En muchos tramos de la entrevista, las lágrimas dominan sus ojos. Después de varias pausas se reincorpora y pregunta: "¿Qué piensan ustedes del crimen?" La respuesta, más bien, se convierte en otra pregunta:
–Todo indica que el secuestro está vinculado a ciertas actividades suyas o de su mujer…
–Eso es una gran mentira. El único torcido acá soy yo. Carola es una mujer que trabajó toda su vida para ganarse el pan. Dicen que me llevé un camiónde dos millones de dólares, pero eso también es mentira.
–Entonces, ¿cómo explica el caso?
–La que tiene que darme explicaciones a mí es la justicia. Hay mucha gente que tiene que ir presa por encubrimiento, empezando por el fiscal y su secretaria, Guillermina Rappazzo, una soberbia que nunca nos creyó nada. En esos días desaparecieron muchas chicas en Hurlingham. ¿Por qué no se investigó nada de eso?
–¿Usted cree que el crimen está vinculado con la trata de personas?
–Prefiero no decir nada, pero detrás de esos delitos hay gente muy poderosa.
–¿Piensa que se va a esclarecer el crimen de su hija?
–Quiero saber qué pasó con Candela. Si en el medio se mete la política, es un problema de ellos. No entiendo cómo pudieron tener nueve días secuestrada a mi chiquita. Quiero sentarme cara a cara con el asesino, pero no para matarlo. No busco venganza, sólo quiero saber por qué lo hizo. «
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