Una vocera de MSF en Afganistán, Baikong Mamid, explicó a la agencia de noticias EFE que algunos de los cuerpos no identificados podrían ser los de un empleado y dos pacientes que aún permanecen desaparecidos desde el bombardeo del 3 de octubre pasado, un ataque calificado por el Pentágono como "un error" y por el que el presidente Barack Obama pidió disculpas, sin aceptar un pedido para una investigación internacional.

Mamid también destacó que el ataque estadounidense dejó heridos a 27 de sus trabajadores y a varios pacientes, y redujo a escombros al hospital de traumatología más importante que tenía el norte de Afganistán.

El bombardeo se produjo unos días después que los talibanes tomaran la ciudad de Kunduz, una ciudad de 300.000 habitantes cercana a la frontera con Tayikistán, en su primera gran victoria desde la invasión de Estados Unidos en 2001.

La noticia dejó al descubierto el avance de los insurgentes islamistas y el crecimiento de los combates y la violencia en varios puntos del país.

Poco después y cuando aún continuaban los combates para recuperar el control de Kunduz, las autoridades locales de Ghazni, una estratégica ciudad entre la capital Kabul y la cuna de los talibanes, Kandahar, informaron que habían logrado una nueva ofensiva de los milicianos islamistas para tomar la zona.

El Ejército afgano anunció hoy que contuvo otra masiva ofensiva talibán, esta vez en la sureña provincia de Helmand, el distrito que durante los años de ocupación occidental estuvo bajo control de las fuerzas británicas.

"En la actualidad la amenaza talibán ya no existe en Lashkargah. La ciudad está totalmente segura y en calma y la gente está volviendo normalmente a su vida diaria. Las rutas entre la ciudad y los distritos están abiertas", informó un vocero del Ejército afgano, Rasoul Zazai, con el mismo optimismo con el que el gobierno nacional anunció varias veces la victoria definitiva sobre los insurgentes en Kunduz.

Pese a la contundencia de la declaración del vocero militar, Helmand es considerado actualmente uno de los principales bastiones de los talibanes, quienes controlan al menos tres de sus distritos, y concentran casi el 50% de la producción de opio de Afganistán, una de las fuentes de financiación más importantes de los insurgentes.

Ante el crecimiento de los ataques talibanes, especialmente contra grandes ciudades, el presidente de Estados Unidos, Obama, anunció la semana pasada que dará marcha atrás con la retirada final de sus tropas y mantendrá al menos 5.500 soldados en Afganistán en 2017 y sin una fecha tope para entrenar a las fuerzas locales y ayudarlas en combate cuando Kabul lo pida.