Se complica la situación de un estanciero por el asesinato de Marisol Oyhanart

Se complica la situación de un estanciero por el asesinato de Marisol Oyhanart

Policías de Bolívar declararon que se lo buscaba por “homicidio” cuando la víctima aún estaba desaparecida; sospechan que “compró” su impunidad

A partir de las declaraciones de siete policías bonaerenses comenzó a derrumbarse la coartada de un empresario agropecuario sospechoso de haber tenido relación con el asesinato de Marisol Oyhanart, ocurrido en Saladillo en abril del año pasado. Los uniformados que declararon la semana pasada en la fiscalía de La Plata, a cargo de Ana Medina, pusieron al descubierto las contradicciones del empresario, que habría sido amante de la víctima, y complicaron a los policías de Saladillo involucrados en las eventuales maniobras para encubrirlo.

La maestra jardinera, de 38 años y madre de tres hijos, había desaparecido el 14 de abril de 2014 por la tarde, cuando salió de su casa para hacer una caminata. Minutos después de las 18, su familia radicó una denuncia en la comisaría de Saladillo por averiguación de paradero y comenzó la búsqueda. El día 15, durante la madrugada, se suspendieron los rastrillajes. La búsqueda se reanudó a las 8 y minutos después, en una zona de taperas que teóricamente había sido revisada durante la noche y la madrugada, fue hallado el cadáver de Marisol.

Aquellos policías que declararon ante la fiscal Medina, la tercera representante del Ministerio Público que investiga el crimen, se refirieron a lo ocurrido con ese empresario en la comisaría de Bolívar la noche que desapareció Marisol, mientras en Saladillo buscaban a la mujer.

La pista que apunta a este hombre de negocios residente en Saladillo constituye la única línea de investigación que se mantiene en pie a más de un año del homicidio.

Debido a que todavía no fue imputado por la fiscalía, la identidad del empresario se mantiene en reserva. No obstante, en un informe elaborado a fines del año pasado, los policías del Gabinete de Homicidios sugirieron profundizar la investigación sobre este sospechoso.

PUNTOS OSCUROS

Hubo en las declaraciones de los uniformados que trabajaban en la comisaría de Bolívar un denominador común: revelaron mentiras de sus colegas de Saladillo y cada una de esas mentiras dio un golpe a la coartada de aquel empresario, que no pudo explicar qué hizo, con quién y dónde estuvo la noche que Marisol desapareció.

La primera irregularidad se produjo entre la noche del 14 y la madrugada del 15 de abril, cuando desde la seccional de Saladillo llamaron a la de Bolívar para que fueran a buscar al empresario a su estancia y lo llevaran a declarar como testigo.

Esa convocatoria se realizó sin que la primera fiscal del caso, Patricia Hortel, hubiera dado la orden. Hasta ese momento el caso estaba caratulado como averiguación de paradero. Sin embargo, a uno de los policías de Bolívar le dijeron que debía viajar a Saladillo a bordo del móvil 17.428 “por disposición de la Departamental 25 de Mayo porque había ocurrido un homicidio”.

A esa hora, Marisol seguía desaparecida. Faltaban más de ocho horas para que se encontrara el cuerpo. No obstante, según aquel testigo, desde la comisaría de Saladillo ya se referían al caso como un asesinato.

Otro policía de Bolívar que declaró ante la fiscal sostuvo que dejó constancia en el libro de guardia de que el móvil 17.428 fue enviado con tres efectivos a Saladillo para colaborar con la búsqueda de Marisol.

Pero los tres policías que integraron la dotación de ese móvil afirmaron que no fueron a Saladillo, sino al campo del empresario para llevarlo a la comisaría con el objetivo de tomarle declaración testimonial por el caso Oyhanart.

Dos jefes policiales coincidieron en que ese móvil fue utilizado para trasladar al empresario. Sin embargo, en el libro de guardia figura como despachado a Saladillo, a la misma hora. Ningún acta se labró sobre la verdadera tarea para la que fue utilizado el móvil 17.428.

En su declaración testimonial, el empresario sospechoso dijo que la noche que Marisol desapareció estuvo en su campo solo. Sin embargo, una mujer policía afirmó que el empresario le había dicho que estaba con sus hijos en la estancia. En tanto que la madre de los chicos afirmó que los menores habían estado con ella aquella noche.

Ninguno de los tres policías que fueron a buscar al empresario y a su puestero vio a alguien más en el establecimiento rural en su visita.

Otra irregularidad se produjo cuando fue secuestrado el celular del empresario. En el acta no se certificaron los datos identificatorios del teléfono. Tampoco pudo explicar el jefe policial a cargo del procedimiento por qué desarmó y volvió a armar el celular del empresario antes de enviárselo a la fiscal Hortel, en Saladillo.

Al menos seis testigos involucraron al empresario en el homicidio; otros cuatro aportaron detalles y nombres de los policías que habrían cobrado una millonaria suma del hombre de negocios para borrar las pruebas que lo vinculaban con el asesinato. A pesar de todos estos indicios, el sospechoso aún no fue imputado y el crimen sigue impune.

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