Brasil ya tiene más de 12 millones de desocupados

Brasil ya tiene más de 12 millones de desocupados

Problemas para el presidente Temer. Lo informó el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas que mide ese indicador. Alcanzó al 11,8%.

Brasil tuvo un desempleo récord en el tercer trimestre del año: alcanzó a 11,8%, lo que implica que más de 12 millones de personas carecen de trabajo y de ingresos. Lo informó el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE) que mide ese indicador: “La caída récord en el nivel de ocupación es una señal muy negativa. Ahora es la pérdida de personas que estaban efectivamente trabajando y eso es el reflejo de la crisis. No hay ninguna señal de reducción de este fenómeno y la presión continúa muy fuerte”. El diagnóstico es de Cimar Azeredo, coordinador del IBGE.

Según los analistas del instituto oficial, el nivel de ocupación en Brasil es hoy de 54%, es decir, el menor de la serie histórica (que comenzó a registrarse en 2012). Hay, según los cálculos de la institución 64,6 millones de brasileños en condiciones de trabajar que se encuentran fuera del mercado laboral. “Este escenario es muy desfavorable y complicado, sobre todo porque se trata del tercer trimestre: es un período en que el mercado acostumbraba a tomar aliento para atender las ventas de fin de año”, indicó el técnico.

Otro síntoma de la profunda recesión, que se abate sobre la mayor economía del Mercosur, es el abrupto descenso de los ingresos impositivos a las arcas fiscales. En septiembre, la recaudación tributaria volvió a cerrar con una feroz retracción de 8,27%, comparada con igual período de 2015. Y representa el peor mes desde 2009. El Centro de Estudios Tributarios y Aduaneros evaluó que demorará su tiempo hasta que “la mejora de confianza se refleje en el nivel de recaudación”. Señaló que una “mejora en las expectativas” de los mercados “deben ocurrir en forma más intensa y permanente para que tenga impacto en los ingresos federales”. En síntesis postuló que “si las señales son positivas, no alcanzan sin embargo para revertir los resultados negativos de la economía” . De acuerdo con las estadísticas oficiales, considerado el año (enero-septiembre), la caída en los tributos resultó de 7,04% en relación a igual período de 2015, primer año de la recesión.

Lo notorio, en este caso, es el deterioro impositivo procedente de la industria. El Impuesto a los Productos Industrializados (IPI) tuvo una caída de 20,14% en septiembre; y en el caso de la producción automotriz el retroceso fue de 40%. La desolación podrá, sin embargo, revertirse parcialmente hacia fin de 2016 cuando terminen de ingresar los impuestos por capital repatriado (que estaba en el exterior sin declarar) con lo cuál habrá un adicional de 2.000 millones de dólares.

Frente a estos síntomas económicos, el presidente Michel Temer y su ministro de Hacienda Henrique Meirelles tomaron la decisión de “flexibilizar” el mercado de trabajo, que fue anunciada este viernes por la mañana. Al mismo tiempo, tuvieron un gesto de “comprensión” hacia la situación de las pequeñas y medianas empresas, a las que “beneficiaron” con el alargamiento de plazos para el pago de deudas impositivas.

Durante el acto, en el Palacio del Planalto, Temer se vanaglorió de los aplausos recibidos en el auditorio, con presencia exclusiva de entidades patronales. Sin embargo, hasta ese recinto llegaron los sonidos potentes de “vuvuzelas” –las ruidosas trompetas que se estrenaron en el Mundial de Sudáfrica--. Salían de centenas de manifestantes de centrales sindicales que se dieron cita frente a la casa de gobierno en Brasilia para protestar contra la desocupación y las medidas de flexibilidad que toma el gobierno. El presidente brasileño trató de salvar la incomodidad con una ironía. Pidió a los empresarios que al salir del acto ofrezcan empleo a quienes participaban de la protesta. “Quien sabe, cuando ustedes salgan, podrán convidar a aquellos que están afuera a que, si no tienen empleo, arreglen uno. Creo que es una fórmula muy adecuada”, concluyó, en medio de risas.

Lo cierto es que el desempleo, que alcanzó un nivel “alarmante” según los propios institutos oficiales, tiene impacto social considerable. El deterioro laboral lleva a un aumento del empleo precario y a también a un crecimiento del número de personas que, desalentadas, dejan de buscar trabajo.

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