Los beneficios que no entraron en la historia oficial

Por Hernán de Goñi

Para el Gobierno, el Fondo Monetario es capaz de ejercer un solo tipo de influencia: negativa. En su relato, los funcionarios argentinos nunca aparecen como responsables de errores de política económica, sino como defensores de la distribución del ingreso que no logran persuadir sobre el beneficio de sus propuestas a los técnicos de un organismo perverso.

Sin entrar a discutir el tipo de recetas que impulsa el Fondo (que por lo general no se alejan demasiado de lo que piensa la mayoría de la profesión económica), la historia K nunca cuenta ni las razones por las cuales se acudió al FMI (que no actúa de oficio, sino cuando se lo piden), ni lo que pasa cuando se superan con éxito sus revisiones.

Cuando cortó la relación con el Fondo, Néstor Kirchner asumió como un beneficio el poder meterse en problemas sin que nadie le diga lo contrario. El justificativo de esa movida era político y desde ese punto de vista fue legítima. Pero cuando se percibe que por mantener una relación estable con los organismos de crédito, la mayoría de los países de América latina consiguen que capitales del exterior los ayuden a financiar la salida de la crisis (con Brasil a la cabeza), lo que se ve es que la lista de beneficios era más amplia. Sólo que algunos no estaban en la versión oficial.

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