Basura, robos y vecinos con nervios a flor de piel

Basura, robos y vecinos con nervios a flor de piel
Sobre los cimientos de lo que fue la empresa Celulosa Argentina SA se vuelcan a diario basura y escombros. La Municipalidad se encarga de la limpieza porque los propietarios del terreno no colaboran con el mantenimiento. Pero los carros invaden el terreno y forman montículos de desechos en pocas horas. En los márgenes de la manzana, la inseguridad intimida a los vecinos.
La mayoría de los vecinos sabe que es una propiedad que está en litigio y que no hay mucho por hacer. De todos modos, algunos sueñan con verla convertida en un espacio verde, como una extensión del parque Avellaneda, o en un emprendimiento comercial que avive esa oscura manzana. También saben que aunque la Municipalidad hace limpiezas periódicas, un basural está creciendo en el corazón de lo que fue la ex papelera. A diario y en casi todo momento, los carreros depositan bolsas de basura y escombros. Y lo hacen a plena luz del día. Esta actividad -según los vecinos- se ha incrementado durante el último mes. Según Tomás Héctor Lobo, se necesita urgente un cambio de paisaje para que los carros y los ladrones dejen en paz la zona. "Está prácticamente abandonado. De vez en cuando vienen y limpian, pero al rato tiran basura de nuevo. No se lo puede mantener tal como está. Por eso es necesario que hagan cualquier cosa para que no siga pasando lo que ocurre ahora", comentó Lobo.

Según la Municipalidad de la capital, los operarios limpian a diario unos 15 vaciaderos clandestinos. Pero algunos vuelven a formarse en pocas horas. Además, es muy difícil erradicarlos porque no desaparecen, sino que se mudan a otro sitio. Generalmente se forman frente a lugares en los que no vive nadie: baldíos, casas abandonadas o predios tapiados. En la Dirección de Higiene Urbana explican que cuando se produce un cambio en esos espacios (una nueva construcción, por ejemplo, o la llegada de habitantes), el vaciadero se traslada a otros sitio. Casi no hay dudas: la ex papelera reúne todos los requisitos para convertirse en basural clandestino.

Pero la acumulación de desechos no es el único problema con el que conviven los vecinos: el predio se ha convertido en un escondite para ladrones y en vivienda para un grupo de indigentes. A la luz del día esos hombres hacen pequeñas fogatas para cocinar, queman desperdicios, mendigan y hacen sus necesidades a la vista de todos.

"Un día, los vecinos terminaron quemando sus improvisadas casas, porque se drogaban y molestaban a la gente que pasaba. Luego empezaron a robar y hasta tenían relaciones sexuales a un lado de la vereda. Eran como 15 personas, ahora solo viven cinco o seis", relató Luciano Fernández, dueño de una distribuidora ubicada frente al terreno.

A la triste metamorfosis del paisaje de la ex papelera también la sufren los habitantes de la zona: las veredas están destrozadas y cuando llueve se hace difícil caminar; hay dos casillas de cemento que se están cayendo a pedazos y los árboles ocultan la poca luz que refleja el alumbrado público. Para ellos, los lugares más peligrosos y donde se cometen frecuentes asaltos son las cuadra de Pellegrini y Benjamín Matienzo. El único avance que notaron fue la instalación de una sandwichería en la esquina de avenida Mate de Luna y Pellegrini.

"Nos dijeron que antes de que lleguemos era imposible esperar un ómnibus en la parada, porque los robaban todo el tiempo. Les dieron las gracias a los dueños por dar vida a este oscuro lugar", comentó la empleada Mariela Mansilla. Ella y sus compañeros tienen en cuenta que todavía no es un área segura durante la noche: salen todos juntos para evitar asaltos. Graciela Said, que vive en Crisóstomo al 1.900, afirmó que el peor momento del día para transitar por la zona es la siesta. Por eso, todos los consultados coincidieron en que se necesita más vigilancia.

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