Nos encontramos al final de las vacaciones estivales donde la hidratación es fundamental. Y en este contexto, seguro que más de uno se ha planteado si es más adecuado beber

agua de grifo o comprar agua mineral; o si en un restaurante debe pedir una u otra. Pues la respuesta es bien sencilla, lo que cada uno prefiera, porque ambas son seguras y

saludables.

Es importante destacar que se trata de productos diferentes. Para empezar el agua mineral embotellada no tiene ningún tratamiento químico y se obtiene en zonas acotadas a las que se aplican muy estrictas normas de protección medioambiental. Además y dependiendo de cada tipo, dispone de unas propiedades minerales de las que carece la de grifo. Además, esta última sí tiene tratamientos químicos y su calidad también depende del estado de conservación de la red de abastecimiento, tanto la pública como la que depende del edificio y de la propia vivienda.

¿Cuál contamina menos?

La realidad es que el agua mineral embotellada es lo más parecido a un producto ecológico, aunque paradójicamente se oponen a ella la mayoría de las organizaciones

ecologistas, que defienden la de grifo, tratada químicamente. ¿Por qué? Porque les pesa más el impacto del envase que la calidad medioambiental del producto.

En este sentido, es importante recordar que las botellas de agua mineral son de plástico cien por cien reciclable y con un nivel de reciclaje en España por encima del 90% en el caso de botellas PET, superando los objetivos actuales de la Unión Europea.

Botellas de plástico / Agrónoma

Un debate público que ha estado muy vivo en los últimos meses, debido al anteproyecto de ley de residuos y suelos contaminados, presentado el 20 de mayo en el Congreso y actualmente en tramitación por la Comisión de Transición Ecológica y Reto Demográfico.  Si bien el enfoque general está ajustado a la estrategia europea, quizás están siendo algo patosos a la hora de enfocar y trasponer el asunto del agua.