Presión de Temer a diputados para que voten la baja del gasto

Presión de Temer a diputados para que voten la baja del gasto

El complejo desafío de ordenar las cuentas. Esta semana la Cámara discute la reforma que pone un techo por 20 años a los gastos incluso de salud y educación.

Las cuentas que no cierran, y el Fondo Monetario Internacional que dijo que Brasil solo volverá a tener superávit fiscal en 2020, obligaron al presidente Michel Temer a realizar un llamamiento dramático a sus bases parlamentarias. Les pidió que aprueben “cuanto antes” la reforma de la ley presupuestaria que permitirá colocar un techo a los gastos por los próximos 20 años. El jefe de Estado se reunión con los líderes políticos para aplacar las resistencia a votar semejante proyecto, que “congela” por dos décadas las partidas presupuestarias destinadas a salud y educación –estas se ajustarán solo por la inflación pasada, sin considerar el incremento poblacional--.

Para el ocupante del Palacio del Planalto, quien asumió en lugar de Dilma Rousseff el 1º de septiembre último luego del impeachment contra la ex presidenta, votar esa enmienda constitucional le daría “oportunidad” a los diputados de “demostrar seriedad con las cuentas públicas”. Eso les dijo en una cena organizada por el presidente de la Cámara Baja Rodrigo Maia, el martes por la noche, entre el presidente y los congresistas. Temer defendió también su postura con la siguiente aseveración: “Sin límite en los gastos públicos, Brasil para a la quiebra”. Las razones para que los diputados recelen de votar esa nueva legislación obedece, ni más ni menos, a necesidades estrictamente políticas. Nadie quiere ser responsabilizado por una sustantiva reducción en los gastos en salud y educación. El propio gobierno dio un paso atrás y enmendó el proyecto. Entrará a regir recién en 2018, con lo cuál el impacto electoral será mucho más tenue.

El Fondo Monetario Internacional hizo una evaluación pesimista sobre las posibilidades de Brasil de recuperar el equilibrio fiscal. Dijo que en el país habrá superávits primarios recién a partir del 2020. Peor aun: calcula que la deuda del Estado debe llegar en 2021 a 93,6% del producto bruto interno. Las precisiones del FMI contrastan con las del ministro de Hacienda Henrique Meirelles para quien Brasil podrá volver al superávit dentro de tres años. En consonancia con su casa matriz (el FMI), el Banco Mundial sostuvo que “es complicado” proyectar en qué momento el coloso sudamericano podrá retomar el crecimiento. La institución sostuvo que hay una doble combinación de problemas: “Los altos intereses mensuales (que se pagan por la deuda pública) y el déficit fiscal”. Así lo afirmó Augusto de la Torre, el economista jefe del BM para América Latina y el Caribe. A diferencia de lo que ocurre con el territorio “verde-amarillo”, América del Sur en cambio da señales de una recuperación económica, luego de un quinquenio de retrocesos en medio de la caída de los precios de las commodities y la desaceleración del crecimiento en China. Este año, según las estimaciones de la institución, la economía brasileña se derrumbará en 3,2%. Y el año que viene tal vez pueda tener un repunte de 1,1%. Pero el BM no se engaña. Afirma que esa recuperación depende, ante todo, de la capacidad política que tenga el gobierno para avanzar en “las reformas necesarias”.

A Temer le gustaría llevarlas adelante. Ayer sostuvo que el proyecto de techo del gasto público es “esencial para proteger a los grupos más vulnerables”. Y agregó que “puede parecer una enmienda constitucional para la élite, pero no lo es”. Para él “si se controla el gasto pública habrá repercusiones positivas para todo el mundo”. De acuerdo con el presidente, este proyecto permite el uso discrecional de 20% del presupuesto por parte del Ejecutivo. Ayer, el jefe de Estado habló ante una plarea empresarial convocada por la revista Exame. Allí volvió a repetir su frase favorita: “No tengo miedo de ser impopular”. Y mereció por ese dicho fuertes aplausos. Pero todos saben que aquí no importa la popularidad presidencial sino lo que quieran votar los diputados y senadores. Nadie olvida el año y media que falta para las elecciones presidenciales, que también son de gobernadores provinciales y de congresistas.

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