Lealtad, lo contrario de traición

Lealtad, lo contrario de traición

Por: José Luis Jacobo. No fueron precisamente expresiones de lealtad los hechos de la semana pasada, iniciados con una foto en la que secretarios y funcionarios de la administración designados por el intendente Carlos Fernando Arroyo mantenían reunión con el vecino de San Isidro Guillermo Montenegro, y seguidos por una reunión en el hotel Nuevo Ostende en la que la misma mesa se expuso ante afiliados y militantes políticos expresando temas de la actualidad política de la ciudad.

 

En si nada, sólo políticos haciendo política. En rigor de verdad, un acto —o actos— de aspecto negativo en torno de la lealtad al intendente Arroyo, que abren un interrogante sobre el comportamiento de estos actores que han sido nombrados para cumplir tareas concretas por la ciudad y deben por lógica estar alienados con la conducción política que los designó.

En la reunión del Ostende —en el imaginario un hotel “arroyista”— en preguntas dirigidas al tenor de la reunión y en relación a los pretendientes de Cambiemos a la intendencia, se le atribuyo a Emiliano Giri decir “el tiempo de Arroyo ya pasó, ahora viene el tiempo de Montenegro”. La revista La Tecla en su versión marplatense expuso en boca de Giri: “Arroyo es un hombre honesto al que Mar del Plata le queda grande”.

Un asistente a dicha reunión política —destaco el tenor de “política”— me señaló que, en rigor, Giri habría dicho ante una pregunta: “algunos dicen que Mar del Plata le queda grande a Arroyo”. Me ne frega la diferencia. El hijo “intendencial” (SIC) salió en el whatsapp de funcionarios a señalar que lo publicado era una operación y que no se comieran el sapo.

Guillermo Arroyo —que lidera el primer bloque político mudo, ciego, y sordo de la historia política local— buscó desde la hora cero bajar el tenor de la temperatura política a estos dichos e imágenes. No está bueno lo que pasa, aunque no salga del universo limitado de aquellos que hacen de esta y otras situaciones la comidilla del día a día.

Hay una suma de datos que deben ponderarse. Emiliano Giri se auto describe como el “inventor de Arroyo”. Cree que sólo siguiendo su consejo y guía tutelar puede hacer política y, más aún, ser reelecto. Craso error, el hombre del piloto ya se había inventado para cuando Emiliano lo convenció de no cerrar con Sergio Masa y subirse al trencito de los globos de la alegría. Para ese momento, Arroyo acumulaba una historia propia como político y, lo que es definitorio, como docente director de escuela pública, un dato que pocos tienen en cuenta a la hora de valorar su capital político.

Lejos de la perfección, lejos, Arroyo —como les reclamaba Napoleón a sus generales— es un hombre de suerte. Exhibe hoy la única administración comunal sobre ciento treinta y cinco que se auto financia. Paga sueldos en tiempo y forma, no tiene deudas con proveedores. Canceló deudas por mil millones que dejo pendiente de pago la des administración Cospelito y devolvió el poder político a la política. Aldrey Iglesias ya no puede voltear al intendente, no hay que pagar peaje para invertir en Mar del Plata y no hay que rendir pleitesía el 25 de Mayo en la redacción de La Capital. Es para respetar, si de dar la talla hablamos.

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