Se cumplieron 100 días de gobierno: ¿llegó el momento de las obras en la provincia?

Se cumplieron 100 días de gobierno: ¿llegó el momento de las obras en la provincia?

Costó más de lo esperado, pero finalmente se conocieron los lineamientos generales de la política económica con la que la gobernadora María Eugenia Vidal pretende encarar “el plan de obras más importante de los últimos 50 años”, como remarcan exultantes en el entorno de la mandataria.

 

Lo que nadie dice es que también será el endeudamiento más importante de los últimos 50 años y que por el momento ni el oficialismo ni la oposición pueden dar garantías de que este vez sí, los miles de millones de dólares que pagaran las generaciones futuras, terminen mejorando la infraestructura de la provincia y no se esfumen en la cuenta de gastos corrientes del Estado.

Además desde la oposición, surgieron severos interrogantes al ligar la toma de deuda bonaerense con la necesidad de Mauricio Macri de recuperar reservas del Banco Central hasta que “lluevan” los dólares de la liquidación de los productores de granos y de los inversionistas extranjeros.

Es que los 1250 millones de dólares del primer empréstito bonaerense se quedarán en el Central y la provincia recibirá su equivalente en pesos.  El objetivo del ejecutivo nacional es que otros distritos sigan ese camino y generen un flujo constante de moneda extranjera que no represente deuda para el estado central.

Lo único concreto es que el gobierno bonaerense tiene la agenda, los proyectos, y el dinero para encarar obras pendientes que podría realmente revolucionar la calidad de vida de los bonaerenses de algunas regiones, mejorarla sensiblemente en otras y saldar deudas pendientes con la mayoría.

De todas maneras, y por si quedaban dudas, la propia Vidal se encargo de aclarar que las obras solo serían posibles con el endeudamiento y entonces, si los cálculos salen mal, otras vez habrá que debatirse entre realizar los trabajos postergados o responder a las necesidades cotidianas de los bonaerenses.

“Yo siempre fui peronista”

El desmembramiento del Frente para la Victoria tras la derrota electoral no se ha detenido, pero si se ha desacelerado notoriamente.  Los esfuerzos de los diputados para evitar la ruptura en la cámara baja de la provincia podrían hace la diferencia con el escenario nacional, donde se espera una nueva sangría este semana cuando se vote la derogación de la Ley cerrojo en el Senado.

El fino equilibrio que mantienen los sectores conducidos internos del kirchnerismo, que todavía se entusiasman con la posibilidad de una conducción “colegiada” del bloque, más allá de la necesidad formal de elegir a un presidente, colisiona con las expectativas del Frente Renovador, que en el caso del Senado ha tomado la iniciativa como fuerza opositora más activa.

Como lo anticipamos en esta columna tiempo atrás, los renovadores oscilan entre el acompañamiento al gobierno y la crítica propositiva, y esa estrategia empieza a mostrar sus frutos. Iniciativas como el proyecto de reforma policial, presentado por Ramiro Gutiérrez, o el pedido de derogación de gravámenes “ilegales” de las facturas de gas que promueveHernán Albisu, desnudan los límites del macrismo y del FPV para avanzar sobre esos temas.

El problema para los K es que no pueden desentenderse de la gestión de Daniel Scioli y encuentran límites a la hora de plantear transformaciones en materia de gestión sobre seguridad, obras, servicios, educación y salud.  Por el momento, cualquier intento de proponer una transformación profunda en cualquiera de esas áreas, a pesar de ser necesaria, encontrará como respuesta un durísimo “¿por qué no lo hicieron cuando gobernaban?”.

El problema para Cambiemos es su falta de información sobre la provincia.  A 100 días del comienzo de la gestión, el equipo de gobierno ni siquiera está completo y todavía quedan casilleros por cubrir en las terceras y cuartas líneas del gobierno.  Por eso solo el trazo grueso de la gestión avanza, mientras el resto espera mejor suerte en el mediano plazo.

La ventaja para el oficialismo es que la unidad entre k y renovadores parece lejana. Desde Cambiemos fomentan lecturas según las cuales peronismo y radicalismo atraviesan a todos los espacios y por eso mismo el modelo de partidos tradicionales ya no existen.

Sin embargo, por lo menos el 60 por ciento de los legisladores bonaerenses se definen peronistas o cercanos al peronismo y por eso la unidad del peronismo, bajo cualquier liderazgo, la idea que desvela al PRO.  Es que ese escenario convierte al PJ en imbatible en territorio bonaerense y complicaría las chances de continuidad de Cambiemos.

Claro que no depende del oficialismo bloquear o no los contactos entre los “compañeros”. Por eso esta semana, volvió a escucharse con fuerza en los pasillos de la legislatura una frase que aparece cada vez que se cierra un ciclo interno dentro del movimiento nacido el 17 de octubre del 45: “yo siempre fui peronista”, se escucha cada vez más, lastimando los oídos de los oficialistas.

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