Quien llegaba era el  asesor del Ministerio de Planificación Federal, y oficiaba de recaudador para el gobierno K.

Tal como ocurrió también en Necochea, todos sabían que había un sistema aceitado de corrupción en donde los municipios no tenían nada que ver.

De todos los planes de viviendas de los planes federales, ninguno se terminó en Necochea y Quequén y en la mayoría de las ciudades de la provincia.

De dichos barrios sólo quedaron los carteles CRISTINA PRESIDENTE  y al lado un montón de ladrillos cerámicos todos derruidos.

La Nación firmaba convenios con los municipios, venía un emisario de Planificación, designaba las empresas para las obras y luego el dinero que se giraba desde la Nación iba directamente a las compañías.

Como necesitaban certificar los avances de obra, volvía este emisario de Planificación, se juntaban en un hotel, y les firmaba para que cobraran aun sabiendo que eso no existía y que no era real.

“Los apellidos como el de Uberti o el nombre de Carlos Kirchner ya los escuchábamos acá en esta zona en el 2004 cuando nos decían que había que hablar con ellos para tener obras”, explicó Pinchetti.

“llevaban en el auto  plata de la obra pública y del Plan Federal de Viviendas. Esa plata era de las empresas para los retornos. Los intendentes en esto la veían pasar. Erreguerena en Balcarce, David en Ayacucho o Rodríguez en Lobería se pelearon con los k y nunca más nos llegó una obra”, explicó.

No haber comulgado con el kirchnerismo tuvo sus consecuencias para la gestión de Erreguerena. Recuerda Pinchetti que “en un determinado momento se consiguieron las viviendas y un paquete muy grande de obras que se cayeron en 2005 cuando vino Cristina Kirchner acá a Balcarce y nosotros elegimos seguir siendo lo que éramos y siempre fuimos: peronistas.