Últimos días de Boltanski en Buenos Aires

Últimos días de Boltanski en Buenos Aires

Entra en la recta final la oportunidad de participar de la experiencia Boltanski en Buenos Aires, visitando las tres instalaciones del artista francés que por iniciativa de la Universidad de Tres de Febrero y con curaduría de Diana Weschler, tienen lugar en el Museo de los Inmigrantes, en la ex Biblioteca Nacional de la calle México, y en las salas de la UNTREF en el barrio de Caseros.

“Christian Boltanski en Buenos Aires” es un proyecto que comenzó hace más de dos años con el trabajo entre el artista, la curadora y la producción de UNTREF/MUNTREF, en 2011 el artista visitó la ciudad para ver los espacios posibles donde montar sus instalaciones, como “site especific”, obras producidas especialmente.

Boltanski (París 1944) es uno de los artistas más destacados de la escena internacional, con una obra signada por el contexto histórico político de la guerra, atravesado por la idea de la persistencia de la memoria. Y plantea sus trabajos como instalaciones generalmente efímeras, donde los conceptos se corporizan a partir de objetos cotidianos, ropa, telas, cables lamparitas, y sonidos.

En la charla ofrecida en el centro Borges, Boltanski ligaba su obra a la composición musical, y contó que si bien en su juventud comenzó pintando se adhirió luego al conceptualismo alemán, capturado por la temática y el contexto de posguerra, como una forma de elaboración de los traumas sociales y personales.

El artista descendiente de polacos afirmaba que si hubiera nacido después, tal vez hubiera sido un pintor del expresionismo abstracto y aunque encuentra el arte conceptual bastante rígido y frío, esta vertiente le permitió contener el propio desborde.

El drama humano del holocausto, la guerra y las persecuciones se manifiesta en sus proyectos como ambientaciones y puestas en escena a partir de la acumulación objetos cotidianos, creando archivos diferentes, donde el cuerpo sólo aparece con la presencia del público, que a su vez se integra a la obra.

La necesidad del distanciamiento lo llevó en un principio a utilizar la fotografía y luego las proyecciones de los rostros de los muertos, y a veces de los vivos, como se puede ver en las instalaciones, retratos de jóvenes iluminados con tenues bombitas con los filamentos y los cables al aire.

Con esa misma técnica aparecen cientos de caras compuestas por partes extraídas de diferentes retratos que sucesivamente van sumando y cambiando, sobre una cortina de piolines que se puede atravesar y que con un sensor se detiene, como el tiempo con la muerte.

Así también es proyectado su propio autorretrato que evoluciona en fundidos desde niño hasta la actualidad, movido por el aire, como una presencia inquietante.

Boltanski nace un mes después de la salida de los nazis de París. Durante la ocupación su familia se ocultaba en un altillo, pero el trauma vivido por esta pareja mixta, padre judío y madre cristiana, marca a fuego al autor, llevado al límite de no participar de la vida habitual de cualquier chico, no asiste a la escuela, y sale solo por primera vez a los 18 años.

Esta traumática experiencia deriva en su obsesión contra el olvido, a través de la pregunta: qué queda de nosotros cuando ya no estamos, a tal punto que desde hace unos años tiene una cámara en su taller que registra todos los movimientos, aunque no pase nada, durante las 24 horas.

Mientras afirma que dada la unicidad de cada ser humano debería haber un museo personal de todo el mundo, aunque reflexiona “tampoco esta filmación representa lo que soy”.

“Lo que trato de hacer con mi trabajo es plantear preguntas, contar historias a través de imágenes visuales. Hablo de cosas efectivamente muy simples, comunes a todos. Intento que la gente se olvide que es arte y piense que es vida”, explica Christian Boltanski a propósito de su obra.

Con esa obsesión de preservar algo de lo humano para la trascendencia, crea: los “Achives du coeur “, un reservorio mundial de latidos del corazón de personas de diferentes latitudes, que el artista almacena en una isla del Japón.

En Tecnópolis el dispositivo “Le coeur”, como un consultorio médico donde se grabaron los latidos de los visitantes -donantes, sumó 12.000 latidos a los 45.000 ya guardados.

En el tercer piso del Hotel de Inmigrantes ubicado en Puerto Madero nos recibe “Migrants” una bruma en infinidad de voces que susurran nombres, edad, ocupación, fecha de llegada al país y sitio de partida, en distintos idiomas.

Al caminar por los pasillos apenas iluminados con luces rasantes, tropezamos con vitrinas y camas de hospital que en vez de cuerpos albergan tubos de luz.

Junto con el humo que inunda el ambiente, los capotes colgados aportan al carácter fantasmal de la obra. Estos abrigos que mantienen la forma del cuerpo, evidencian la ausencia con mayúscula. Mientras un clima a lo Tadeusz Kantor nos envuelve.

Si bien el Museo está cargado por las historias de las corrientes migratorias, que nos constituyen, Boltanski relaciona esta instalación con los escapados de la segunda guerra, de los campos de concentración, y entonces este panorama fantasmagórico también nos recuerda los estragos del terrorismo de estado en la Argentina.

En cambio en “Flying books / Homenaje a Borges” en la sala central de lectura de la ex Biblioteca Nacional, actual Centro Nacional de la Música, nos reciben 600 libros suspendidos, que como pájaros de alas abiertas nos revelan sus páginas, nos devuelven el sonido del movimiento de miles de hojas, a la espera de que recojamos sus palabras.

Y en el Museo de la UNTREF, se presenta una selección de obras de Boltanski, elegidas por su carácter autobiográfico y representativas de su itinerario artístico.

El rector de la Universidad, Aníbal Jozami, señala: “Trabajamos en esta presentación con el convencimiento de que el arte es una herramienta sumamente eficaz para otorgar visibilidad, en ese sentido es invaluable el trabajo de Boltanski en sus indagaciones de la memoria, del valor de la vida y la dimensión de lo humano”.

Hasta el domingo 16 se pueden visitar estas muestras donde lo autobiográfico se cruza con las tragedias colectivas, poniendo en evidencia la permanencia de los estragos y la necesidad de preservar sino los cuerpos al menos las historias y los objetos, como portadores de la humanidad y los sentimientos, para reflexionar acerca de la memoria colectiva.

El domingo a las 19 el Ballet Nacional de danza contemporánea realiza una performance en México 564, y la UNTREF dispuso un Servicio de ómnibus gratuito para recorrer las tres muestras: sábado 15 y domingo 16 a las 14.45 y 17.30 (sale del Hotel de Inmigrantes y regresa a la ex Biblioteca Nacional).

Por reserva de plazas escribir a boltanskibuenosaires@gmail.com.

Para conocer más acerca de las muestras visitar www.boltanskibsas.com.ar y también se puede acceder al libro de Ediciones de la Flor: “La vida posible de un artista” Christian Boltanski en diálogo con Catherine Gernier.

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