Tragedias y dolor detrás de los saqueos

Tragedias y dolor detrás de los saqueos
Vecinos de Mar del Plata, Rosario, Tucumán y Córdoba vivieron en carne propia el terror por los ataques y los violentos incidentes; cuentan a LA NACION sus experiencias, similares a las que padecieron muchos argentinos a lo largo de todo el país
MAR DEL PLATA.- "Si vuelven los cago a tiros, eh. Y después ustedes no me vengan a detener a mí." A los gritos, desesperado y mientras juntaba botellas de gaseosas y paquetes de fideos caídos en la vereda, uno de los socios de Súper Comunitario les advertía a los dos policías presentes que estaba dispuesto a todo después de sufrir en su local un saqueo que combinó robos y destrozos. Todo a menos de diez horas de inaugurarlo. Hernán Martínez Galetta, otro de los propietarios y responsable del sector carnicería, explicó a LA NACION que tras el paso de los vándalos tuvieron que reconstruir el mercado que ya estaba listo para recibir a los clientes. "Reventaron cortinas metálicas, destrozaron vidrios, voltearon estanterías y arrasaron con todo", describió sobre el panorama que se encontraron sobre el inicio de la madrugada del lunes.

Por Darío Palavecino

JOSÉ CARRIZO: "ESTA VEZ NO NOS AGARRARON DESPREVENIDOS"

BANDA DEL RÍO SALÍ, Tucumán.- José Carrizo no quería tropezar dos veces con la misma piedra. En 2001 perdió todo lo que tenía. Esta vez, juntó a empleados y vecinos, y se armaron con escopetas, pistolas, látigos y palos para defender su local. La suerte estuvo de su lado.

Estaba parado en la puerta, con las persianas y ventanas cerradas. Pasó 60 horas sin dormir para cuidar su negocio. Recién el jueves a la siesta pudo descansar un poco, cuando las aguas se tranquilizaron. "En 2001 nos habían agarrado desprevenidos. Ahora no", dijo. Algunos vecinos se solidarizaron y protegieron el comercio y las casas vecinas. Cuando la situación parecía complicarse, rompieron botellas y desperdigaron los vidrios por toda la calle. También armaron frentes de contención con maderas y alambres de púa. El objetivo era que los saqueadores no ingresaran en esa zona. Y lo lograron.

Por José Ignacio Sbrocco

ÉRIKA SANTILLÁN: "ME DIJO: «VOY Y VUELVO», Y NO VOLVIÓ"

SAN MIGUEL DE TUCUMÁN.- Carlos Díaz había llegado cansado de trabajar en la carpintería, a siete cuadras de su casa. Cerró el negocio más temprano por temor a los saqueos. Cuando llegó, se acostó y se despertó cerca de las 23, cuando la delincuencia y la violencia empezaban a arrasar la provincia. "Voy a comprar algo para comer", le dijo Carlos a su mujer, Erika Santillán. "Tené cuidado", lo despidió. "Voy y vuelvo", prometió. Pero nunca regresó. En la esquina de su precaria vivienda, una bala le perforó la cabeza, en un enfrentamiento entre saqueadores y vecinos. "Lo vi tirado en el piso, pensé que lo habían herido. Mis padres me llevaron, no querían que me acercara", relató a LA NACION. Cheo tenía 24 años, un hijo de cuatro y otro que nacerá en dos meses. Habían levantado una casilla de madera. Sobre la pared, había dibujado un árbol de Navidad con un juego de luces. No querían que la Navidad pasara inadvertida.

Por José Ignacio Sbrocco

GABRIEL: "ME VA A SER MUY COMPLICADO SALIR ADELANTE"

Foto: LA NACION / Marcelo Manera

ROSARIO.- Gabriel se apoya en el mostrador y admite: "Va a ser complicado remontar la cuesta". Instaló la carnicería El Sol hace apenas dos meses y, cuando esperaba ansioso diciembre -uno de los meses con mayor demanda- el martes a la madrugada fue blanco de un saqueo en medio de la protesta de la policía. "Se llevaron casi toda la mercadería que tenía acopiada para Navidad y Año Nuevo. Equivale a $ 8000 en mercadería. Para mí es una fortuna y ahora se me va a ser muy complicado salir adelante", señala Gabriel, de 40 años, que no da su apellido. Los clientes que esperan a ser atendidos asienten con la cabeza y reafirman su diagnóstico. "El problema no es sólo la mercadería, sino lo que rompieron. Vinieron en seis motos, con pinzas y tenazas. Se llevaron todo. Tenían previsto seguir con otros negocios. Pero llegó un móvil de Prefectura y huyeron", relató el carnicero.

Por Germán de los Santos

LEANDRO MOSCARDOS: "EN MI VIDA HABÍA AGARRADO UN PALO"

CÓRDOBA.- "Teníamos palos, piedras y escombros. Yo no había agarrado un palo en toda mi vida, ni le tiré una piedra nunca a nadie. Tenía temor de entrar en violencia. Yo prefería esa noche estar trabajando y no en la calle con un palo y una piedra, esperando que alguien me meta un tiro". Así recordó Leandro Moscardos (29 años), diseñador y editor de arte, las horas que vivió durante los saqueos. Estuvo con vecinos y comerciantes en una trinchera levantada en Nueva Córdoba. "Los robos que yo vi fueron de ropa, pero no de alimentos. No vi al pueblo con hambre saliendo a robar: vi ladrones que entraron a robar", contó Moscardos a LA NACION. ¿Cómo se gestó la defensa vecinal?: "Estaba trabajando en mi casa, en el cierre de la edición de una revista de arte. Al bajar, cerca de las 22, me sorprendió ver un par de negocios cerrados y seis o siete motos con chicos, al grito de ¡Viva el choreo!, tocando bocinas y festejando".

Por Orlando Andrada

MARIO CASALI: "MI VECINA FUE UNA DE LAS QUE VINO A SAQUEAR"

SAN MIGUEL DE TUCUMÁN.- Mario Casali aún vive porque Dios fue muy generoso. El martes, cuando llegaba a su distribuidora de bebidas, vio cómo unas 150 personas forzaban el portón para arrebatarle la mercadería. Por instinto, estacionó su camioneta en medio de las motos de los saqueadores e intentó cerrar el portón, que ya habían roto. "¿Quién sos vos?", le preguntó un saqueador. "El dueño", respondió. El saqueo duró casi una hora. Tiene todo registrado en las cámaras de seguridad. Ya aportó los videos a la fiscalía. Mario trataba de impedir mayores daños. Les pidió a los ladrones que se fueran porque no quedaban más bebidas por llevarse. Cuando LA NACION lo visitó en su local, clientes llamaban para hacer pedidos. "Me acaba de llamar la señora que vive a la vuelta para hacerme un pedido", le apuntó su novia. "No le voy a mandar nada. Ella fue una de las que vino a saquear", continuó.

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