La sesión venía densa y cuando se leyó el currículum de Auza (¡17 minutos!) el bostezo fue unánime

Finalmente ayer en el Salón Blanco del Palacio Municipal juraron los nuevos concejales. Esta ceremonia, ya de por sí históricamente tediosa, tuvo su clímax de mayúsculo embole cuando, previo a la jura de Néstor Cleto Auza, la locutora del acto leyó, como es de forma, el Currículum Vitae del veterinario. ¿Consecuencia? La lectura del farragoso CV demoró 17 minutos y un contagioso bostezo se apoderó de los presentes.
La locutora oficial del acto, Andrea Rosetti, se la vio venir. Tomó aire y empezó a leer las abundantes carillas que días atrás los asesores de Néstor Auza habían entregado a Ceremonial y Protocolo. La lectura del Currículum Vitae del concejal que se aprestaba a jurar parado como una estaca frente a la Biblia forma parte de la tradición institucional de este acto. Se estila, entonces, que los ediles no se excedan en la descripción de sus hazañas académicas, sociales o empresariales. Ya sabemos para qué sirve un currículum (para buscar trabajo), pero como durante este acontecimiento en particular el trabajo ya lo han encontrado, entonces se apela a la humildad intelectual cuando los pergaminos son demasiado ostentosos.

Así fue ocurriendo con la mayoría (no todos, eh) de los antecedentes de los ediles. Justo es aclarar que alguno/as también se pasaron de rosca con el autobombo, no sólo Auza. Pero claro, en medio del tedio dantesco que abruma a la concurrencia ante el soporífero ritual previo y posterior al juramento de los concejales entrantes, Néstor Cleto Yoísmo Auza dio la nota a su manera: entregó un kilométrico currículum que dejó sin aire y sin saliva a la locutora, demoliendo el ánimo de los presentes y contagiando a la multitud con un espontáneo bostezo, que dicen es la respuesta automática de la psique humana ante el fastidio reprimido. La vida entera de Yoísmo A. desfiló por las páginas de su CV: desde los Muy Bien 10 Felicitados que le otorgó su maestra de matemática de la escuela primaria en Dudignac hasta doctorados, premios y otras distinciones académicas, incluido el haber sido elegido como mejor compañero por la unidad básica El Coco No Sabe La Marcha (pero lo bancamo’ igual) de la populosa Villa Aguirre.

Tres horas después, dicen (porque el Portal, en un acto de defensa propia ya se había retirado en busca de una mesa del Bar Tito), los nuevos concejales terminaron de asumir sus bancas. Y los viejos se fueron despidiendo silbando bajito, aunque esta cuestión es tema para otra nota.

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