INV, sello de calidad

INV, sello de calidad
El Instituto Nacional de Vitivinicultura es uno de los organismos de control más prestigiosos del país. En 10 años, modernizó laboratorios, duplicó el plantel técnico e informatizó todos los datos.

“El Instituto Nacional de Vitivinicultura nació como un organismo para combatir el fraude y la adulteración de los vinos”. Con esa frase, el ingeniero Guillermo García, al frente de la institución, sintetiza el trabajo que se realiza desde hace 53 años. En la actualidad, el INV cuenta con la más avanzada tecnología para analizar las muestras que todas las bodegas mendocinas envían para determinar si cumplen con los parámetros exigibles, tanto para el consumo interno como para la exportación.

Desde hace poco más de una década, el sector vitivinícola nacional, con Mendoza como uno de los polos principales de producción, experimentó una expansión sin precedentes. Al mismo tiempo, gran parte de los viñedos se reconvirtieron a uvas finas, para ubicar la producción en el mercado internacional. El crecimiento del sector produjo también un avance notable en el INV.

En los laboratorios de la sede central del instituto se analizan todas las muestras que envían las bodegas del Gran Mendoza y del Este. Desde la graduación alcohólica hasta el color, cada uno de los valores estudiados por los técnicos determinan si un vino es apto para el consumo y si bien cumple con los estándares de exportación.

“La idiosincrasia de la industria ha cambiado mucho desde hace 10 años a esta parte. Esto nos ha obligado a una modernización y optimización de todos los recursos. Hoy, nuestros laboratorios trabajan a doble turno, con un equipo de 40 técnicos”, detalla Gladys Ranzuglia, a cargo de la subgerencia de Fiscalización y Normalización Analítica.

Recorrer los laboratorios del INV sirve para mensurar el trabajo de control que hay detrás de cada botella de vino que llega a la mesa de un consumidor. “Los controles de calidad que se le aplican al vino son mucho más exigentes que los que rigen para la mayoría de los alimentos”, asegura Ranzuglia.

Muestras rotuladas de distintas bodegas, desde las de mayor renombre, hasta las de una bodega boutique se entremezclan en un mundo de probetas, tubos de ensayo, tablas periódicas y computadoras. Los vinos deben pasar por ellos para obtener un certificado de análisis, que tiene un costo casi simbólico y que convalida partidas aptas para la exportación de hasta 100.000 litros.

El INV suele enviar muestras y resultados a todos los laboratorios que tiene en el país. “Es una manera de saber cómo estamos haciendo las cosas. Por encima nuestro no tenemos una entidad que fiscalice nuestro trabajo, por eso apuntamos también al autocontrol”, aunque también hay contacto con los laboratorios más importantes del mundo.

Ante tanta fiscalización, la pregunta surge rápido: ¿son muchas las muestras que no pasan los controles? Para decir que no, que son muy pocas, hay una clave: la mentalidad de los empresarios. “Hay un cambio de mentalidad que acompañó la expansión del sector. Y es que las bodegas saben que para poder ubicar sus productos necesitan estar a la altura de las circunstancias. Ya no hace falta que el organismo de control lo persiga para que cumpla”, opina Ranzuglia.

Informática entre vinos

Datos de todo tipo se entrecruzan y confluyen en una enorme base informática con la que cuenta el INV. Cualquier persona puede acceder, por ejemplo, al registro nacional de viñedos, que muestra toda la superficie nacional que se encuentra cultivada con vides, discriminada por provincias y departamentos.

Gracias al sistema informático María, el INV proporciona estadísticas con mucho detalle sobre producción, comercialización y consumo de vinos. Por medio de este sistema se sabe que, a mayo de este año, la cosecha de uva alcanzó los 2.238 millones de kilos.

La modernización de las bases de datos está dando sus frutos y cualquiera puede acceder a los resultados ingresando en el sitio oficial del INV: www.inv.gov.ar.

El INV a través del tiempo

Nació el organismo de control. Fue en 1959, de la mano de la promulgación de la Ley de Vinos.

Un antecedente. Comenzó a trabajar basándose en la ex Dirección de Vinos y Bebidas.

En todo el país. Fijó su sede central en Mendoza y abrió 12 delegaciones en los principales centros productivos del país.

Sus objetivos. Nació para combatir el fraude y la adulteración de vinos. Hoy extiende sus misiones a avances tecnológicos.

Proceso de adaptación. Sus metas se fueron redefiniendo de acuerdo con los contextos de consumo interno y externo.

Tiempos difíciles. En su historia debió afrontar momentos críticos para el sector: entre 1982 y 1992, se erradicó el 36porciento de los viñedos argentinos.

Manos a la obra. Estas circunstancias llevaron a tomar acciones concretas: a partir de 1993 se comenzó a implantar varietales de alta calidad en todo el territorio nacional.

Puertas abiertas. El bajo consumo interno de fin de siglo XX obligó a rediseñar la estrategia: comenzó una fuerte política de exportación.

Expansión sin precedentes. Desde el 2000, el INV se acopló a la renovación tecnológica e industrial que tuvo el sector. Hoy, sus laboratorios están a la altura de los mejores del mundo.

Protagonismo. Con las exportaciones en franco ascenso, el INV se convirtió en referente mundial. Hoy representa al país ante la Organización Internacional de la Vid y el Vino.

Pieza clave. Hoy, el INV es una pieza clave en el andamiaje que vincula las políticas públicas, con los intereses del sector privado.

Mendoza será sede de una asamblea mundial

En 2014, Mendoza recibirá la Asamblea Mundial de las Grandes Capitales del Vino, a la que asistirán representantes del sector de los 44 países que integran la Organización Internacional de la Vid y el Vino.

La novedad fue comunicada por la titular de la OIV, la mendocina Claudia Quini –al frente de la subgerencia de Investigación del INV–, a principios de octubre y fue confirmada hace días por el ministro de Turismo, Javier Espina.

La última asamblea se desarrolló en junio en la provincia turca de Esmira. Allí se trataron cerca de 40 resoluciones que determinan parámetros internacionales de elaboración y comercialización vitivinícola.

En ese encuentro también se determinó que sea Claudia Quini quien presida este organismo internacional fundado en 1924.

El acontecimiento representa un reposicionamiento de Mendoza como una de las grandes capitales del vino en el mundo.

Además de todo lo relacionado con las normas de elaboración y comercialización, será una excelente oportunidad en materia de turismo.

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