Lía Salgado habló sobre las difíciles enfermedades que tuvo que atravesar`

Lía Salgado habló sobre las difíciles enfermedades que tuvo que atravesar`
En una charla con LA NACION, la popular conductora contó los duros momentos que vivió y cómo se recupera ahora de una dolorosa operación
Llamo a Lía Salgado para hacer la clásica nota "qué es de la vida de." y me encuentro con esta historia: la conductora emblemática del talk show en la Argentina está en rehabilitación hace un año. Un día salió a la calle y se desplomó. La operaron de la columna y tuvo problemas para caminar. Llegó a usar silla de ruedas y hasta tuvo que mudarse a la casa de su mamá para ser atendida. A pesar de estar afuera del circuito mediático, acepta que nos encontremos para conversar. La veo bien, con muchas ganas de estar mejor. Caminamos desde su casa hasta un barcito en la zona de Libertador y Salguero. Charlamos muchísimo.

-¿Qué fue lo último que hiciste en televisión?

-Un ciclo de entrevistas en Canal 7, creo que fue en 2004 o 2003, no me acuerdo. Pero fue un programa que no cubría mis expectativas. Entonces me fui a trabajar a la radio y ahí me quedé.

-¿A qué radio?

-Primero, a Radio Nacional. Hice diversos programas, la pasé muy bien, me gustó mucho reencontrarme con la radio porque claro, me había alejado de tanta tele. En una época tenía un programa de televisión en el noticiero de las siete, en Canal 7. Después, un programa en Radio América. Y a la tarde Sin vueltas. No tenía tiempo ni para tomar un café con un amigo. No tenía tiempo para vivir, no tenía tiempo para nada. Fueron muchos años de acumular mucho, mucho, mucho y de un estrés enorme. Entonces cuando volví a la radio, ay, qué placer.

-¿Ahora qué estás haciendo?

-Tengo un programa de entrevistas en Radio El Mundo, los lunes, a las once de la noche.

-En todos estos años, ¿intentaste volver a la tele?

-Hubo un montón de propuestas y yo dije a todas que no.

-¿Y de qué vivís?

-Invertí organizadamente. Cuando yo tenía 14 años se murió mi papá, que era abogado laboral. Y como soy hija única, cuando tuve la mayoría de edad, heredé y organicé ese dinero.

-¿Te casaste joven?

-No, me casé bastante grandecita.

-Te casaste, tuviste a tu hijo, te separaste.

-Así es.

-¿Y ¿te volviste a casar?

-No. Tuve una pareja un largo tiempo. El en su casa, yo en la mía. Y estuvimos bien, muy bien. Hasta que dejó de estar bien y nos separamos. Pero lo importante es que mantengo una buena relación con el padre de mi hijo. Pasamos Navidades, Años Nuevos, momentos difíciles, momentos fáciles... Estamos juntos y eso es muy bueno.

-Es gracioso hablar estos temas con vos. Son los mismos temas que tratabas en tu programa...

-Sí. Me encuentro muchas veces siendo protagonista de mi propio talk-show.

-La gente piensa que al conductor no le pasa nada pero a lo mejor tiene los mismos problemas que los otros.

-Claro, por eso los entendés, porque tenés los mismos problemas.

«Ahora estoy bárbara, pero si me hubieras visto... ahora estoy sanita y estoy contenta». Foto: LA NACION / Matias Aimar

-¿Cómo te ves a la distancia?

-En esa época estaba un poco abrumada. Mucha gente me decía: "Lía, no te enganches tanto con los problemas de la gente porque te va a hacer mal". Y me hizo mal, me enfermé varias veces.

-¿De qué?

-Tuve dos operaciones de cáncer, una operación en el intestino.

-¿Cáncer?

-Sí, de útero. Y en el intestino me tuvieron que hacer una histerectomía, y después una brida, se me complicó al año siguiente, fue una operación tras otra. Me sacaron el útero y no pude tener más hijos.

-¿Querías?

-Sí, quería tener más hijos. Pero Santi tenía 10 o 12 años. Entonces dije: "Este chico me necesita, no puedo pensar en otro hijo cuando tengo este que me necesita viva". Y cada vez que dudaba, se me aparecía su carita que me decía: "Mami, te estoy esperando".

-¿Todo esto te pasó mientras hacías Sin vueltas?

-Sí. Fueron tres años en total. Y el programa duró casi diez. En esa época yo vivía en un frasco de mayonesa. Trabajaba y el resto del tiempo se lo dedicaba a mi hijo. No podía ir a ningún lado. Estas cosas así como las enfermedades que tuve contribuyeron a que yo quisiera dejar todo en un momento porque fue demasiado.

-¿Y ahora qué te pasó?

-Un día me levanté para ir al supermercado, salí a la calle y las dos piernas se me soltaron y me caí. Pasó un chico amoroso de 20 años, y me dijo: "¿La ayudo, señora?". "Bueno". Me levantó junto con un vecino y me llevaron a mi departamento. Y ahí me volví a caer, me costó muchísimo levantarme y entonces fui al médico. Me dieron un diagnostico errado. Fui a otro lado y lo mismo. Igual me indicaron mucha rehabilitación. Pero retrocedí. Entonces me fui al Fleni, porque supuse que era algo nervioso. Para esa época ya me dolía tanto que no podía ni caminar. Andaba en silla de ruedas. Ahí me hicieron un estudio y me encontraron un quiste sinovial, que es un quiste que está pegado al ciático. Se opera, cualquiera lo puede hacer, es parte del tejido de la piel que se desprende y se empieza a llenar de agua. Entra y queda adentro de una vértebra. No pasa nada. Sólo hay que sobrevivirlo.

-¿Saliste caminando de la operación?

-Sí, salí caminando lenteja, lenteja. Tengo varios apodos, entre otros "robotina". Y después empecé a hacer recuperación kinesiológica.

-¿Vivías sola o te ayudaba alguien?

-Me ayudaba una señora. Mi hijo me venía a ver. Y mi mamá, que vive en La Plata y está por cumplir 90 años, también. Después me fui a su casa, me interné cual hija. Ella tiene ahí señoras que la cuidan, entonces me venía fenómeno. Y además las quiero mucho, son gente maravillosa. De a poco empecé a tomar fuerza.

-Ahora se te ve bien.

-Ahora estoy bárbara, pero si me hubieras visto... Fue bastante difícil ese año con ese tema. Pero lo pasé, estoy sanita y estoy contenta. Todavía me falta un poco pero cuando pueda salgo trotando por las calles.

-¿Etrañás la exposición, los canjes, maquillarte, peinarte, toda la cosa que tiene la tele?

-Sí, ¿cómo no voy a extrañar? Si la pasé muy bien. Fue duro por las historias de la gente, pero en general, fue maravilloso. Lo que no extraño son los tacos altos. Aunque quizás más adelante los extrañe y me los vuelva a poner. Quién sabe.

Comentá la nota