Romero no quiere que la Corte resuelva sobre las elecciones y sigue impugnando

Romero no quiere que la Corte resuelva sobre las elecciones y sigue impugnando

Dos apoderados del frente de Romero más Olmedo presentaron el viernes el pedido de recusación de dos jueces que habían sido electos por sorteo para integrar el Tribunal que resolverá sobre su pedido de inconstitucionalidad y dejaron al desnudo su estrategia.

En el escrito dicen que recusaron con causa a los jueces Adriana Rodríguez y Soledad Fiorillo, lo que se suma al planteo excusatorio de los jueces José Ruiz y Hebe Samsón y deja una sola jueza de los cinco designados por sorteo (Verónica Gómez Naar) lo que sumado a los dos jueces de Corte que quedaron en pie por el apartamiento de los miembros del Tribunal Electoral, deja al Tribunal Integrado por tres jueces.

Los de la Corte de Justicia son los jueces Abel Cornejo y Fabián Vittar, a los que se suma Gómez Naar.

El Tribunal debería sumar al menos un juez más para expedirse sobre las recusaciones de Rodríguez y de Fiorillo y luego pasar a decidir sobre las excusaciones del resto de los miembros de la Corte.

Desde hoy restan cinco días hábiles y siete corridos hasta las elecciones. Luego del domingo 17, el planteo de Romero quedará en abstracto, es decir que desaparecerá la razón material que lo sustenta.

¿Pero Romero quiere efectivamente que se lo resuelva? No. Claro que no. La estrategia de Romero es demostrar que lo que su diario (El Tribuno) sostuvo hasta el hartazgo es realidad y que en consecuencia, proyecta impugnar diario en mano a los jueces que salgan sorteados.

Pero la razón de las recusaciones es no sólo conseguir confirmar que lo dicho por su diario sería real, también necesita que no se lo resuelva para su recurso. Si se resolviera favorable o negativamente, su estrategia de reclamar en vacío quedaría sin sustento. Y su proyecto de nacionalizar su reclamo y deslegitimar el proceso electoral del próximo domingo, quedaría en la nada. Por eso es que sus letrados tienen instrucciones precisas para recusar a cuanto juez resulte electo por sorteo para impedir la conformación del Tribunal que debería analizar su recurso de inconstitucionalidad y llegar hasta jueves o viernes, dar entonces el golpe de gracia recurriendo a un tribunal ajeno como la Corte Suprema de Justicia y entonces, sí invocar la falta de garantías constitucionales para participar del acto electoral.

Romero no quiere perder el domingo próximo. Su estrategia tiene dos ejes: conseguir que la elección no se realice o que si se hiciera la participación fuera tan baja como para deslegitimar a quien resulte electo y mantener una cuota de poder en la provincia.

La rama judicial de su estrategia electoral es el reflejo de su estrategia política. A fin y al cabo sabe que nadie en su sano juicio podría declarar que un silencio del Tribunal Electoral es inconstitucional. Eso equivaldría a sostener que las palabras no dichas por la boca de los jueces o de las mismas autoridades son inconstitucionales. Dicho de otra forma, es una suerte de adivinación de las palabras que vienen y entonces preventivamente deben ser declaradas inconstitucionales.

Romero quiere dilatar y evitar el pronunciamiento de la Corte vía de la recusación o por la vía de ir planteando nuevos pedidos que eviten llegar a una sentencia. Necesita que los días corran tan rápido que pueda anunciar mediáticamente que no hay posibilidad de conseguir justicia en la provincia y entonces anunciar una catarata de medidas, entre ellas ir a la Corte Suprema.

Ni siquiera sabe si es que la Corte Suprema le daría la razón a su planteo, pero sí que debe evitar un pronunciamiento local. Sabe también que no puede permitirse perder en instancia judicial y luego en las urnas. Por eso es que la actividad proselitista de Romero aparece como escasa. Sus esfuerzos están concentrados en retener desde el domingo 17 una cuota de poder. Ya ni le importa ser gobernador. Sólo quiere mantener el poder que su familia detenta desde 1983.

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