Reprimen a los medios críticos y refuerzan la censura en Turquía

Reprimen a los medios críticos y refuerzan la censura en Turquía

A cuatro días del golpe. El gobierno canceló licencias de 24 canales de radio y TV y anuló las  credenciales a 34 periodistas. Unos 20 diarios online han sido cerrados. “Van por las voces disidentes”, dijeron a Clarín periodistas de Estambul.

Los medios de comunicación turcos reaccionaron con valentía la noche del golpe de Estado. Mientras los tanques salían a la calle, las versiones online de los diarios, las emisoras de radio y las televisoras, leales u opositores al régimen del presidente Recep Tayyip Erdogan, defendieron desde sus tribunas las instituciones democráticas y condenaron a los militares que se levantaron contra el gobierno elegido democráticamente.

“Era casi elegir entre la peste y el cólera”, contaba la tarde del martes un joven periodista de la versión turca de la cadena televisiva CNN, “pero no tuvimos ninguna duda. Somos muy críticos con este gobierno pero lo eligió el pueblo y teníamos que condenar el golpe”.

El papel esencial de la prensa forma parte del debate diario entre los turcos hoy, a cuatro días de la asonada militar. En Estambul, se percibe la queja de muchos habitantes por falta de información o por reportes sesgados, siempre a favor del gobierno. Un fenómeno que amenaza con agudizarse.

El día del alzamiento militar, los golpistas entraron en las instalaciones de la CNN turca, que no paró de emitir. Y a la vez difundió imágenes de sus propios periodistas, ayudados por personal de seguridad privada, desarmando y deteniendo a soldados. ¿Y cómo ves la reacción de estos días?, pregunta este enviado. “El gobierno va a ir a por cualquier voz disidente, pero no me arrepiento de haberle defendido el viernes”, dice a Clarín el colega de la emisora.

Este periodista sólo acepta hablar con la condición de mantener su anonimato porque lleva días recibiendo amenazas de muerte a través de sus perfiles en las redes sociales y en su celular. “Si alguien nos quiere hacer daño nos va a encontrar y ya no podemos confiar tampoco en el gobierno para nuestra seguridad. Pero esto tiene que parar un poco, es imposible que sigan despidiendo y deteniendo gente a esta velocidad”.

Además de los casi 7.000 detenidos y los más de 50.000 ciudadanos que han perdido el empleo, el gobierno de Erdogan ataca desde el sábado a cualquier medio de comunicación mínimamente crítico. Unos veinte diarios online están cerrados desde el lunes y la agencia que regula las autorizaciones de emisión anunció que suspende las licencias para “cualquier radio o televisión conectados o que apoyaran al grupo detrás del golpe”, en alusión a la red de Fethullah Güllen, exiliado en EE.UU. y acusado como promotor del golpe.

La directiva, cuenta la agencia de prensa oficial Anadolu, es tan vaga que no identifica qué medios deben ser cerrados, dejando así manos libres al gobierno. Pero el gubernamental Consejo Supremo de Radio y Televisión Turcas canceló las licencias de 24 canales de televisión y radio y anuló las credenciales a 34 periodistas.

La Federación Europea de Periodistas pidió al Consejo de Europa –del que Turquía es miembro– que actúe ante lo que considera violaciones de la libertad de prensa. La EFJ recordó la muerte a tiros el viernes del fotógrafo Mustafa Cambaz, del diario Yeni Safak. También sufrió heridas Emi Samiloglu, fotógrafo del Hurriyet Selçuk.

El presidente de la International Federation of Journalists, Philippe Leruth, dijo que “hay claras violaciones de la libertad de prensa y los derechos humanos en Turquía. La situación está degenerando hacia más detenciones y más censura. La comunidad internacional no puede mantenerse silenciosa y no tomar ninguna medida concreta mientras cualquier forma de crítica es aplastada, amenazando los valores democráticos en Turquía”.

No todos los periodistas viven de forma tan dramática el día a día desde el golpe. Emre Kizilkaya, del Hurriyet –un diario que fue crítico con Erdogan pero cada vez es más acomodaticio con el dirigente turco–, explicó a Clarín que “la represión y la censura habrían sido mucho peores si el golpe hubiera triunfado, así que estoy feliz porque se salvó la democracia”.

Kizilkaya no espera que el gobierno cierre más medios. “Los medios gülenistas ya estaban neutralizados y los demás, incluso los más críticos con Erdogan, se opusieron claramente al golpe”. El discurso de este periodista es contrario al de la mayoría con los que habló Clarín estos días en Estambul.

En marzo fue intervenido Zaman, el principal diario conservador e islámico del país pero opositor al régimen de Erdogan. La Justicia cambió a sus directivos. Y del diario que denunciaba las corruptelas del entorno de Erdogan –y el envío de armas a facciones islamistas en Siria– sólo queda el nombre. Sus páginas son ahora puro elogio al presidente. Zaman, líder de la prensa turca hasta marzo, vendía 650.000 ejemplares al día. Ahora apenas llega a 10.000 al día. El comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa Nils Muiznieks dijo entonces que esa intervención “refuerza la extremadamente preocupante tendencia al acoso judicial hacia los medios y periodistas disidentes

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