El recaudador menos conocido de Scioli

El recaudador menos conocido de Scioli

Operador y socio del juez Canicoba Corral, el ex jefe de ABSA Guillermo Scarcella está en el ojo de la tormenta. 

Las aguas cada vez bajan más turbias para Guillermo el Gordo Scarcella, un verdadero desconocido salvo porque al frente de Aguas Bonaerenses de Scioli fue uno de los grandes recaudadores del gobernador. Y por otro detalle: Scioli lo puso ahí a pedido de un juez bien amigo: Canicoba Corral.

Ya estamos hablando mucho más que de Scarcella. Y alrededor de los protagonistas de esta historia, que mezcla políticos, jueces y negocios, orbitan empresarios y sindicalistas.

A varios de ellos se los vio estos días en el festejo de cumpleaños de Diego Mazer en el restorán Fabric de Punta del Este. Mazer es un desarrollador inmobiliario famoso sobre todo por la fama de su suegro: Sergio Grosskopf, dueño de varios de los edificios más lujosos de la ciudad como las torres Le Parc y los Chateau de Puerto Madero y Núñez y el de Sunny Island en Miami.

Mazer animaba reuniones de Scioli en La Ñata y la Rody Cup, el torneo de truco llamado así por Rody Canicoba. Otros animadores eran Freddy Lijo, el empresario hotelero Aldo Elías y Darío Werthein, accionista del grupo Werthein.

En una fiesta de cumpleaños que no fue la de Mazer sino la de otro Werthein, la segunda esposa de Canicoba, Viviana Tejada, se enamoró de la casa del cumpleañero que acababa de separarse. El juez Canicoba terminó viviendo con Tejada en esa mansión de uno de los empresarios más ricos del país.

Hay varias cosas en común entre todos. Una es la relación con Scioli. Otra, los años 90. Scioli es un 90 puro. Canicoba fue funcionario menemista en Justicia y juez designado por Menem. Y uno de los nombres que Corach puso como propio en la famosa servilleta que le entregó a Cavallo. Organizaba comidas en el quincho de Scioli en el Abasto.

Werthein para esa época fue asesor en la secretaría de Industria y el suegro de Mazer hacía punta con la construcción de Alto Palermo y Alto Avellaneda. Scarcella se ganaba la vida como profesor de tenis pero consiguió trabajo en Comodoro Py. Un amigo platense , el ex camarista Freiler, lo acercó a Canicoba.

Scarcella había sido ayudante del juez Branca que terminó igual que Freiler: fuera de la justicia acusado de corrupción. Canicoba lo protegió y más que protegerlo lo convirtió en operador y socio. Era la persona con la que había que hablar si se quería hablar con Canicoba.

Scarcella se asoció a Tejeda para envolver valijas en el aeropuerto de Ezeiza. Si la década del 2000 fue la de acumular negocios y plata, la del 2010 termina explicando o intentando explicar cómo hizo esos negocios y esa plata. La UIF que se encarga de investigar el lavado de dinero dice que no puede probar la compra de propiedades por más de $ 50 millones.

El Tribunal de Cuentas provincial le exigió devolver otra montaña de dinero por gastos irregulares durante su desastrosa gestión en ABSA, que también investiga la Justicia. El foco está puesto en tres sociedades en las que Scarcella concentró los contratos de obras. Esas empresas son de Julio César Castro, jefe del sindicato de Obras Sanitarias bonaerense y del abogado Marcelo Salinas, de la que su ex mujer, la vedette Maria Eugenia Ritó, dijo que tenía una fortuna oculta.

El eje de esta historia de negociados pasa por Scarcella y termina en Scioli, que está en el ojo del huracán. Canicoba tiene lo suyo. Pero no por esta historia. Le hizo dos favores al Gobierno: una absolución exprés a Arribas y meter preso al Caballo Suárez. ¿Le alcanzará?

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