La promesa de Macri y la falta de un Plan B

La promesa de Macri y la falta de un Plan B

El tema de los sueldos municipales sobrevuela otra vez los pasillos del municipio. Mientras miles de chicos disfrutaban del sol y el calor con que Mar del Plata recibió el Día de la Primavera, el intendente Carlos Arroyovolvió a recorrer la autovía 2 para gestionar obras y fondos. Las primeras, para mostrar una ciudad activa y resolver algunas cuestiones que vienen de hace años y la plata, para salir del ahogo financiero que atraviesa su gestión.

 

“El presidente te va a ayudar”, le dijo el viceministro del Interior Sebastián García De Luca, cuando el jefe comunal planteó la necesidad de un auxilio financiero para poder pagar los sueldos. Fue un alivio recibir una promesa de ayuda, cuando más de uno en Mar del Plata repite que tanto en Provincia como en Nación “se cansaron” de “salvar” al jefe comunal y por eso “le van a soltar la mano”.

El argumento para refutar esa idea, desde las altas esferas nacionales y provinciales, es el mismo de siempre: “Dejar que Mar del Plata se estrelle es una locura. Y menos ahora que se viene la temporada”.

Lo cierto es que la frase, repetida por todas las fuentes consultadas, no se condice con la realidad: este mes, Arroyo enfrentó un paro de 8 días hasta que consiguió que la Provincia le girara plata para pagar la totalidad de los sueldos de los municipales. Y la promesa del gobierno nacional de colaborar para el futuro inmediato no trae completa tranquilidad. “Hasta que no llegue la plata, no celebramos”, indicaron desde el entorno del jefe comunal. En su equipo saben que sin la asistencia de Provincia o Nación en octubre volverán a tener conflicto.

En medio de la incertidumbre, esta semana desde el gobierno municipal buscaron remarcar en todo momento que la crisis que atraviesa el gobierno es estrictamente económica y no política. Así se los transmitió el secretario de Gobierno Alejandro Vicente a los jefes de las bancadas opositoras. El diagnóstico, sin embargo, no es compartido por los bloques opositores (tampoco por algunos oficialistas) que creen que con otro manejo político la situación no sería tan grave.

Al mismo tiempo, desde el entorno del intendente trabajaron para instalar en la opinión pública que el gobierno provincial encabezado por María Eugenia Vidal da “completo apoyo” a la gestión en General Pueyrredon, cuando comenzaron a incrementarse las versiones de un quiebre en las relaciones.

El quiebre no es tal, pero sí es cierto que la Provincia no tiene ninguna intención de firmarle un cheque en blanco a Arroyo. Por eso, el intendente aceptó (tuvo que hacerlo) varios de los pedidos de la gobernadora. Uno de ellos fue un reemplazo en el Ente Municipal de Turismo (Emtur). No obstante, no logró que el saliente presidente, Mario Marchioli, se fuera sin polemizar.

“Hay un paquete de medidas que pidieron de la gobernación de la provincia, en las cuales hay un ítem que es que las secretarías tienen que estar manejadas por gente más allegada a la gobernación que a la municipalidad”, disparó en una entrevista radial.

Otra de las medidas que adoptó el jefe comunal por pedido de la Gobernación fue una reducción de salarios del 10%. En este caso, no hubo coletazos, aunque podría haberlos: hasta el momento la medida es por menos dos meses, dado que en el decreto estableció que la reducción dura hasta la vigencia de la emergencia económica que vence a fines de octubre.

Desde el Ejecutivo anticiparon que están evaluando prorrogarla por otros 180 días, pero hasta el momento no hay definiciones al respecto.

En ese contexto, en las últimas horas comenzó a tomar cuerpo otra hipótesis sobre la relación de Arroyo con la Nación y la Provincia. En rigor, no es otra hipótesis, sino un complemento de aquella que señala que no le soltarán la mano a Mar del Plata. “¿Si lo dejamos caer qué ganamos?”, se preguntaron.

La línea sucesoria indica que debería asumir su hijo Guillermo. Por lógica, si el padre da un paso al costado (renuncia o pide licencia) en medio de una crisis es esperable que su hijo rechace reemplazarlo. Así, el sillón principal de la comuna quedaría en manos de Mario Rodríguez, concejal del radicalismo, que responde a Ricardo Alfonsín, que en los últimos meses asumió una postura más crítica contra varias decisiones de Cambiemos.

La otra opción sería forzar un adelanto de elecciones. Hoy por hoy, el Pro no tiene ninguna figura de peso que tenga posibilidades reales de imponerse en Mar del Plata.

Con esas variables que le jugaron a favor, Arroyo logró mantener la ayuda por parte de los gobiernos nacional y provincial. Seguramente, no será gratuita y las recomendaciones seguirán llegando para que el intendente se ajuste al estilo y el modo de gestión que profesan en el Pro. ¿Cuánto más pedirán cambiar? ¿Cuál será el nivel de tolerancia de Arroyo? Tiempo al tiempo.

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