Peru se apresta a votar bajo la sombra poderosa de Fujimori

Peru se apresta a votar bajo la sombra poderosa de Fujimori

Elecciones presidenciales. El recuerdo del ex presidente, hoy en prisión, divide al país. Su hija Keiko marcha a la cabeza de los sondeos.

Por Pablo Biffi

Leonina bajó de un pueblo cercano a Cerro de Pasco, en el centro andino de Perú, una ciudad a más de 4.300 metros de altura sobre el nivel del mar. Vino a Lima en busca de “unos papeles” para poder cobrar una pensión. En el Parque Kennedy, en el coqueto barrio de Miraflores, come frutas y algo de pan, envuelta –pese al calor– en un poncho multicolor. El ruido de una motoescabadora hace más inaudible su voz baja. “Mire –dice a Clarín–, yo sólo sé que con él tenía para mi comidita y la de mi familia.Y nos llevó el agua y la salita de salud. Si ahora estuviera él, yo no estaría aca esperando”.

Leonina tiene la edad indefinida de las mujeres de la sierra. Y aunque no lo nombra, “él” es el ex presidente Alberto Fujimori, condenando a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad. Pero a ella eso no le importa, porque, dice, vivió los años duros de la violencia guerrilla y fue “el Chino” el que acabó con eso tras el autogolpe de 1992 que barrió el Congreso, la Justicia y, también, a los partidos políticos. Ningún argumento la mueve de su convicciones. Y por eso espera poder regresar a su pueblo a tiempo para votar a Keiko, la heredadera del clan Fujimori, que el domingo irá por su segundo intento, tras el fallido de 2011, de llegar a la presidencia.

Enfrente del parque está el Cafe Haití. Paso obligado para turistas y cierta bohemia e intelectualidad limeña. La bruma de la mañana todavía no dio paso al sol abrasador del mediodía. Luis lee el diario y espanta al enjambre de “arbolitos” que, debidamente identificados, se acercan ante la presencia de un grupo de extranjeros. “Aquí siempre es así. Siempre nos la pasamos votando por el mal menor. Esa es la historia de este país. Y claro que otra vez vamos a estar en la diyuntiva fujimorismo-antifujimorismo. No podemos permitir que esa familia vuelva a gobernar el Perú”, dice convencido a Clarín. Y aunque no revela su voto para esta primera vuelta del domingo, es claro que para el casi seguro balotaje del 5 de junio piensa hacerlo en contra de Keiko.

“La campaña para esta primera vuelta no estaba planteada en esos términos, pero cuando la Justicia Nacional Electoral inhabilitó al empresario Julio Guzmán en marzo, que de algún modo representaba la idea del cambio dentro del sistema, la elección se polarizó en torno de la figura de Keiko. Ya es un clásico en el país. Como en 2011, todos con Keiko o todos contra Keiko”, explica a este enviado el analista Luis Benavente, director de la consultora Vox Populi.

Alberto Fujimori gobernó entre 1990 (cuando siendo un ignoto candidato derrotó al mismísimo Mario Vargas Llosa) y el año 2000. En noviembre de ese año envió desde Japón su renuncia a la presidencia, acorralado por las denuncias de violaciones a los derechos humanos, la difusión de los famosos “vladivideos” (en los que su jefe de Inteligencia, el poderoso Vladimiro Montesinos, aparecía sobornando a todo el mundo) y la sospecha de estar involucrado en el tráfico de armas vía Rusia para la guerrilla de las FARC.

También le pesaba el lastre de haberse impuesto por fraude en las elecciones de abril y mayo de aquel año, además de haber forzado la interpretación de la Constitución para poder presentarse: precursor, alegó que su primer gobierno y su reelección (1990 y 1995) se hicieron bajo la Carta Magna de 1979 y el mandato que intentaba lo era bajo el paraguas de la sancionada por él, tras el autogolpe de 1992, un año más tarde.

Arropado por el gobierno de Japón como descendiente directo (incluso se sospechó durante mucho tiempo que había nacido allí), siguió activo en política y depositó en Keiko todo el peso de potenciar el legado de sus 10 años en el poder. Keiko, que había sido su “primera dama” de hecho luego de que su esposa, Susana Higuchi, lo abandonara denunciando que Montesinos había querido asesinarlo, cumplió con creces. Recorrió el país profundizando el vínculo con aquellos que, como Leonina, se habían beneficiado del populismo demagógico de su padre y soportó su arresto, en Chile en 2005, y su posterior condena a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad, en abril de 2009, apenas dos años antes de las pasadas elecciones presidenciales.

“El voto duro del fujimorismo es muy fuerte en el interior del país, en donde se vivió con más dramatismo la violencia terrorista de Sendero Luminoso. Y en donde Fujimori no sólo llegó con tropas, sino con ayuda social del Estado, traducido en obras concretas. Y eso pesa mucho”, explica a Clarín el analista Juan Paredes Castro, ex director del diario El Comercio de Lima.

Las enormes marchas del martes, aniversario del autogolpe de Estado de Fujimori en 1992, al grito de “Nunca más” y “Keiko no va”, son una muestra cabal del rechazo, también, que aún sigue generando el fujimorismo. Las encuestas, con todo, le sonríen a Keiko. Todas la dan primera con números por encima del 30%, seguida del liberal Pedro Pablo Kuczynski (PKK) y de la joven izquierdista Verónika Mendoza, que pelean voto a voto por elsegundo lugar. Con todo, el escenario es de balotaje. Y allí habrá que ver si no se repite el escenario de 2011, cuando Vargas Llosa, dijo, ante la diyuntiva de elegir a Keiko o al actual presidente Ollanta Humala, que la decisión era entre “el cáncer o el sida”. O, menos drástico, entre “fujimorismo y antifujimorismo”.

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