El equipamiento de la Policía bonaerense sigue mostrando defectos y falencias. Las características técnicas de las motos con las que cuenta la Fuerza dejan mucho que desear. Las de la Metropolitana y la Federal superan los 180 km de velocidad máxima, las de Casal no llegan a 100.
En este sentido, las motocicletas Gilera Smash fueron el foco de las miradas por su llamativo porte y por la dudosa efectividad de su uso. Integrantes de la propia Fuerza hablan de lo sensibles que son estos vehículos al momento de accionar contra el delito.
Se sabe que este tipo de motocicletas se cuentan entre las más económicas del mercado -su valor no supera los cuatro mil pesos- pero ¿sirven?
Desafío realizó un relevamiento por las distintas Jefaturas Departamentales y consultó a integrantes de la Fuerza policial para indagar sobre la verdadera efectividad de la adquisición de estos vehículos, en los que la cartera de Justicia y Seguridad ha desembolsado suculentos montos.
“Este tipo de motos no supera los 100 km, lo que hace casi imposible realizar una persecución” confía una fuente policial a esta publicación.
El punto es que las Gilera Smash tienen el sistema de frenos de expansión, lo que hace que les cueste detenerse y, además, tienden a clavarse en una persecución: por sus características técnicas, al momento del frenado, pierden estabilidad.
En estricto off, desde una Departamental, reconocen a Desafío que “las Gileras son motos que hay que estar arreglando permanentemente porque son flojitas”.
Entre los principales obstáculos, los referentes consultados reconocen:
El sistema de frenos: a diferencia de las motos más grandes, la Gilera Smash Patrullera posee un sistema de frenado a tambor, lo que hace que les cueste detenerse.
La estabilidad: la pierden al momento de aminorar la marcha para detenerse. Esta ventaja es crucial a la hora de efectuar acciones sorpresivas.
Carga máxima: su débil estructura sólo permite transportar hasta 150 kilos, por lo que le imposibilita montar a más de un efectivo por rodado.
“Habría que pensar en una moto entre calle y enduro. Un vehículo que pueda desarrollar cierta velocidad y tener, al mismo tiempo, versatilidad. Lo ideal sería un intermedio: ni tan chiquitas, ni tan grandes”, admiten desde otra Departamental a Desafío.
Cómo son las Gilera
Lo cierto es que las características técnicas no las hacen combativas y en varios lugares la inseguridad se burló de ellas.
Por ejemplo, en uno de los tantos asentamientos del conurbano bonaerense, Villa Croacia, partido de José C. Paz, un policía a bordo de estas motos fue alcanzado por un grupo de jóvenes que le robaron el vehículo.
Otro caso es el que ocurrió en la Jefatura Departamental de La Plata ubicada en 12 entre 60 y 61, donde también se robaron una de estas motos de la puerta del lugar.
Según confió una fuente policial a Desafío Económico “este tipo de motos no superan los 100 kilómetros”, lo que hace casi imposible realizar una persecución. En efecto, si se observa el manual de la Gilera Smash se puede corroborar que la velocidad máxima indicada es de 80 kilómetros por hora.
Lo que parece positivo de la adquisición de estas motos es que tienen un valor de mercado muy bajo, oscila entre los 3.500 y 4.000 pesos, pero como dice el dicho, “lo barato cuesta caro”. Una alta fuente policial dice a Desafío: “Las Gilera son motos costosas para el mantenimiento, son flojitas. Eso sí: le ponés una visera y la hacés vistosa”.
¿Deja Vu?
Llamativo o no, las últimas motos adquiridas por la cartera de Justicia y Seguridad sufren el mismo defecto que “las motos de Arslanian”, refrigeran por aire y no por agua, lo que hace dificultoso patrullar mucho tiempo continuado.
En febrero de 2009, cuando la Policía bonaerense realizó la primera entrega de las motos Gilera Smash Patrullera, varias comisarías confiaron en que no se volvería a repetir lo ocurrido en 2005 con las motocicletas Guzzi que había comprado el entonces ministro León Arslanian.
Estos vehículos de dos ruedas que se adjudicaron hace 5 años, eran marca Guzzi Breva de 750 cm3 de cilindrada, de origen italiano, superaban los 250 kilómetros por hora pero había que ser un verdadero experto para manejarlas.
Sin embargo, el ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires decidió comprar 270 unidades al valor de 7.000 euros por unidad y, según aseguran diversas investigaciones, nunca fueron usadas.
En estricto off, una alta fuente de Seguridad de la Provincia le dijo a Desafío que “cuando Arslanian (León) me preguntó qué moto me parecía bien le dije entre 150 y 250 cilindradas, tipo enduro, que son versátiles y tenés un rango de velocidad importante. La moto grande tiene dificultades, las Guzzi además tenían otro problema: refrigeran por aire, no por agua, entonces no la podés andar mucho tiempo regulando, o sea, en la velocidad de recorrida, de paseo, recalienta. Esa moto para la Vial es espectacular, pero no para patrullar en la ciudad”.
Antes de que el ministerio de Seguridad anunciara la adquisición de las Gilera, en 2008, habían empezado a circular por la web estas líneas: “Gilera Motors Argentina SA está terminando de producir la primera tanda de unidades de su modelo Smash Patrullera para cumplir con un propósito concreto: aumentar el porcentaje de renovación y refuerzo del parque de motovehículos de la Policía de la provincia de Buenos Aires. De acuerdo a las informaciones recogidas en la fábrica de la marca, situada en Carlos Spegazzini (Buenos Aires), el primer pedido está estipulado en 750 unidades, las cuales han empezado a ser armadas días antes de que terminara 2008”.
Las motos de otras fuerzas
Las críticas a la Policía Metropolitana que creó Mauricio Macri fueron incontables, sin embargo, en lo que respecta a equipamiento de las patrullas la diferencia se nota en demasía respecto a las motos de Casal.
La polémica Metropolitana se mueve sobre motos Honda NT700 Deauville, que cuestan 62 mil pesos más que las de la Provincia. Por cada moto que compró el gobierno porteño se pagaron 66.149,59 pesos.
¿Dónde radica la diferencia? La velocidad puede ser el punto número uno: las motos porteñas alcanzan en sólo seis segundos de 0 a 100 km y tienen una velocidad final de casi 190 km/h, la refrigeración no es aire sino líquida, tienen 680 cm3 de cilindradas. También cuentan con protección aerodinámica, una elevada capacidad de carga, un motor 4T con dos cilindros en V, chasis de doble viga de acero que le dan un peso de más de 230 kilos de carga máxima. Las de la Bonaerense sólo permiten 150 kilos, lo que hace muy dificultoso que vayan dos policías a bordo. Las motos porteñas además tienen integrado GPS y una cámara en la parte delantera que puede ser manejada por cualquier operador, incluso a través de un celular.
La Policía Federal Argentina también cuenta con un equipamiento más moderno. Varias de las motos que emplean, las Yamaha TDM 900, son aún más potentes que las de la Ciudad de Buenos Aires.
El valor de mercado de estos vehículos es de 18.500 dólares, pasados a pesos son 73.600. Al igual que las de la Metropolitana, cuentan con refrigeración líquida, pero son de 897 cc. de cilindrada y la velocidad final alcanza a alrededor de 240 km/h.
Otra de las grandes diferencias entre estas motos y las de la Provincia bonaerense es que cuentan con freno a discos en las dos ruedas, mientras que las Gilera Smash tienen el sistema de frenos de expansión, lo que hace que a la moto le cueste frenar y además tiendan a clavarse, otra complicación para realizar una persecución.
Si se quiere comparar con otra provincia, por ejemplo Mendoza, actualmente gobernada por el kirchnerista Celso Jaque, encontramos que tienen dos tipos de motocicletas: Honda Tornado XR 250 cc. y la BMW de 450 cc. Esta última cotiza alrededor de 14 mil dólares, mientras que la Tornado cuesta 20 mil pesos.
También se realizó una entrega similar en Catamarca, el gobernador de esa provincia, Eduardo Brizuela del Moral, facilitó gran cantidad de motocicletas Honda Tornado XR 250 cc. Ahora, desde este medio se vislumbran las necesidades en cuestiones básicas que tiene la Provincia de Buenos Aires, cuyas adquisiciones dejan a los integrantes de la fuerza policial muy desprotegidos en relación a los policías de otras partes del país y de la Capital Federal.
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