Papelón: Argentina-Brasil no se jugó por falta de luz

Papelón: Argentina-Brasil no se jugó por falta de luz
Por Eduardo Menegazzi.

La primera falla fue en un grupo electrógeno, dañado cuando lo chocó el micro de la selección visitante. Después se derritió el disyuntor de una torre que no pudo repararse. Tras 65 minutos de espera se suspendió, sin fecha.

Habían resultado exitosas las aventuras futbolísticas lanzadas por el gobernador Jorge Capitanich en el estadio Centenario. Desde su inauguración, el 25 de Mayo del año pasado con Argentina - Paraguay; pasando por el Superclásico del verano; siguiendo con el cuadrangular Sub 20; y estacionando en algunos partidos de la Copa Argentina. Siempre todo había salido perfecto. Hasta que llegó la primera desilusión con formato de papelón histórico. Nada menos que un Argentina - Brasil se suspendió por una falla eléctrica. Y la fiesta de los chaqueños quedó postergada, sin fecha ni siquiera aproximada. Tan grande resultó la vergüenza que la gente no entonó ningún cántico en común. La respuesta fue una silbatina estruendosa, con algunos gritos aislados como “Devuelvan la plata” o “Vuelvan a jugar”.

Cerca de la medianoche, un técnico que trabaja en el estadio le explicó a Clarín: “Se derritió un disyuntor de la torre central de la platea descubierta”. A esa altura, Neymar, Barcos y compañía ya se habían sacado los botines.

Para aliviar el sistema eléctrico de la capital chaqueña, la organización contrató dos grupos electrógenos de la empresa Seico. Uno de ellos, a las 20.37, entró en estado de alerta. Fue cuando arribó el plantel brasileño. Ahí el micro rojo de la empresa ERSA le pegó con el espejo retrovisor izquierdo a uno de los trailers de los generadores. Enseguida, emergió el humo. Y se desató el primer corte, que se extendió por 7 minutos.

Hasta ahí no era un drama. Faltaba mucho para el partido. Había tiempo para que se enfriaran los focos. Hubo una segunda falla, también gambeteada con éxito. Ahí surgió la orden para sacar del sistema a los dos generadores y alimentar el estadio con la energía eléctrica de la ciudad, provista por SECHEEP. Y se hizo la luz. Pero...

Cuando los equipos terminaban de cantar los himnos, llegó el tercer corte. El del disyuntor. Se apagaron las 3 torres, cada una con 20 reflectores, de la platea descubierta, ocupada por brasileños. Se veía humo saliendo detrás de la platea. Y los bomberos corrían y apagaban el pequeño incendio. La torre central nunca más resspondió. En los extremos, se prendieron 7 focos de una y 4 de la otra. Así se veía bastante en un área, pero muy poco en la de enfrente. Pasaron 10 minutos, el árbitro llamó a los jugadores y decidieron esperar un rato más. “Esto complica porque uno no sabe cuándo va a empezar”, decía Alejandro Sabella. Recién con media hora de demora, a las 22.30, la voz del estadio dijo que había un problema. Insólito. Parecía un chiste para entretener a una multitud que esperaba con paciencia, pero que en un momento rogó a puro grito: “Que jueguen, que jueguen”.

Tras algunas deliberaciones y con el aval de ambas selecciones, a las 22.37, se resolvió que los equipos fuesen a los vestuarios para no enfriarse. La idea era darles tiempo a las torres lumínicas para que se reactivaran. Las esperanzas estaban. Y había espacio para alguna broma que intentaba relajar la escena, como la de Juan Carlos Crespi, vice de Boca y hombre fuerte en la Comisión de las Selecciones Nacionales: “Si no se juega hoy, va el domingo en Córdoba, de preliminar de Boca-Belgrano”...

A 23.05, confirmó Crespi: “Se suspendió el partido”. A las 23.10, un hombre por altoparlantes oficializó la frustración a los hinchas: “Suspendido sin fecha, por razones obvias y de fuerza mayor”. Y enseguida, una voz femenina aclaró: “A partir del lunes, se devolverá el importe de las entradas. No tiren su ticket. La organización verá cómo devuelve el dinero a quienes las compraron con tarjeta de crédito”. Detalles de un papelón en la oscuridad.

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