Otra vez: tensión en un intento de desalojo a ambulantes céntricos

La Municipalidad denunció manipulación política y volvió a insistir con la prohibición de puestos callejeros en el microcentro. Finalmente no se concretaron decomisos de la mercadería ilegal. Hospitalizaron a una vendedora.

A pocos días de cumplirse dos años de los históricos incidentes de 2008 en la peatonal de Resistencia, ayer volvieron a registrarse momentos de tensión en el centro capitalino, entre vendedores ambulantes e inspectores municipales.

Con un fuerte operativo de seguridad, los agentes municipales intentaron decomisar la mercadería ilegal a no más de cinco puestos ubicados en distintos puntos del centro de la ciudad. Finalmente, la intervención no se concretó: los vendedores antepusieron a niños y adolescentes al frente de los puestos y los inspectores se negaron a actuar.

Tras media hora de idas y vueltas, la tensión cedió y se descomprimió el «escenario». Más allá de que no se produjeron incidentes, una mujer dueña de un puesto debió ser hospitalizada por una descompensación.

El operativo municipal se inició antes de las 18, cuando inspectores municipales custodiados por oficiales de policía comenzaron a levantar los puestos de venta, en su mayoría de discos compactos.

Sin embargo, el dispositivo se frenó luego de que los vendedores ambulantes ubicados sobre la vereda del supermercado de la avenida Alberdi, se negaron a retirarse, lo que tensó la situación.

niÑos de por medio

El punto más álgido de la tarde-noche tuvo que ver con el puesto del vendedor Gustavo Monzón, quien comentó que desde hace un tiempo trabaja en la vereda del Carrefour, más allá de algunos desalojos anteriores. «No tuve un lugar en el Viejo Galeón», dijo, en referencia al local en que reubicaron -tras los incidentes de 2008- a más de 100 puesteros. Pero ayer, durante el operativo, quien estaba al frente del puesto era el hijo de Monzón, un adolescente de 14 años: «Quieren llevar preso a un niño, que lo único que pretende es trabajar», gritaba el dueño de la mercadería, mientras los agentes municiapales intentaban proceder.

Monzón le ordenó a su hijo que proteja los CD que venden en el puesto y que no se levante del paño expositor sobre el cual montan la mercadería. Asimismo, el padre confesó que el muchacho había sido detenido varias veces por robo y que con la venta callejera había logrado alejarlo de la delincuencia.

La madre del chico, también cerca del puesto, pidió que cierren los cabarets en lugar de avanzar contra los ambulantes. «No tienen vergüenza», gritaba, mientras, con sus piernas, protegía los discos.

Todo el operativo sobre el puesto de Monzón ocurría bajo la atenta mirada de transeúntes y curiosos, que fueron juntándose alrededor del lugar. También estaban presentes algunos policías. Los inspectores municipales observaban «de lejos» las alternativas del caso y en todo momento dejaron en claro que no intervendrían «por la fuerza».

«No queremos enfrentamientos, somos nosotros los que venimos todos los días», explicó el agente municipal Jorge Montero a Silvia Godoy, la directora general de Inspecciones de la comuna. Otro inspector, que prefirió reservar su identidad, comentó que el vendedor Monzón se maneja con actitud caprichosa, al igual que un hermano. «Quieren vender acá y saben que no pueden hacerlo», señaló.

EL desCenlaCe

Después de media hora de conflicto, un par de inspectores decidieron tomar cartas en el asunto y se dispusieron a decomisar los CD, siempre con los oficiales como custodia y con los vendedores encima de la mercadería.

La esposa de Monzón se aferró a sus productos y, en actitud violenta, impidió que se lleven la totalidad de la mercadería. «No tienen respeto por la vida humana», dijo, e inmediatamente se desmayó.

La mujer fue atendida por médicos de una ambulancia que minutos más tarde la llevó al Hospital Perrando, con un cuadro de descompensación. La familia -finalmente- trasladó el puesto a otra calle.

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