Murió Rafsanjani, el ex presidente iraní acusado por el ataque a la AMIA

Murió Rafsanjani, el ex presidente iraní acusado por el ataque a la AMIA

Sufrió un infarto. Tenía 82 años. La justicia argentina pidió su captura por el atentado contra la mutual judía.

El ex presidente iraní Akbar Hashemi Rafsanjani, uno de los arquitectos de la revolución islámica de 1979 y antigua mano derecha del ayatollah Ruhollah Jomeini, murió hoy a los 82 años víctima de un ataque cardíaco. Su figura fue conocida en la Argentina a partir de denuncias que lo ligaron al atentado terrorista contra la AMIA en 1994.

Rafsanjani, que presidió el país entre 1989 y 1997 cuando Irán se recuperaba de la devastadora guerra que lo enfrentó al Irak del fallecido y depuesto dictador Saddam Hussein, había sido internado por la mañana en un hospital de Teherán afectado por una arritmia cardíaca y finalmente sufrió un infarto letal, según las agencias de noticias ISNA y FARS.

Conocido por su pragmatismo conservador y centrado en la revitalización económica por medio del fomento del sector privado, el clérigo fallecido fue uno de los artífices de la revolución que depuso al Sha Reza Pahlevi en 1979 y estableció un régimen religioso en el país. Pero en círculos occidentales se lo conoció además como el representante, en la complicada interna política iraní, del poder económico tradicional del poderoso “bazaar” de Teherán, la burguesía que sostiene al régimen.

En 2006, Rafsanjani fue uno de los acusados por la Justicia argentina por el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina, que dejó 85 muertos y cientos de heridos. El régimen teocrático rechazó esos cargos.

A sus 82 años, Rafsanyaní ha participado en la mayoría de las elecciones celebradas en la República Islámica, aunque durante las últimas dos décadas siempre resultó derrotado. Hasta los comicios a la Asamblea de Expertos del pasado 26 de febrero cuando, con 2,3 millones de sufragios, se convirtió en el candidato más votado de toda la historia de esta cámara que nombra, supervisa y destituye al líder supremo. Sin embargo, no presentó su candidatura a presidirla, lo que dejó vía libre a Ahmad Jannatí, uno de los clérigos más conservadores del país elegido en el último puesto por Teherán.

Su gesto frustró las esperanzas de muchos reformistas que le habían apoyado y lo enfrentó al actual presidente Hasan Rohani, que lo veía como una figura de peso para sostener su gobierno ante los conservadores que responden al íider supremo, Alí Jamenei, con poder de veto en todas las decisiones esenciales de la teocracia persa.

Como presidente, el plan de reconstrucción de Rajsanjani tras ocho años de guerra con Irak marcó el rumbo económico para las siguientes décadas y su estrategia de desarrollo.

El ocaso de Rafsanjani empezó en la cima de su poder, cuando la gente empezó a llamarlo “Akbar Shah” (Rey Akbar) por la fortuna que había amasado, aunque sus seguidores preferían verlo como un Deng Xiaoping iraní.

Pero fue el ultraconservador Mahmud Ahmadinejad quien durante su presidencia (2005-2013) puso coto al imperio económico de la familia Rafsanjani y neutralizó sus mecanismos políticos. A partir de entonces, el viejo clérigo tuvo que conformarse con la limitada influencia que le confería encabezar el Consejo de Discernimiento y la Asamblea de Expertos, dos organismos que supervisan la legislación.

A medida que disminuía el poder de Rafsanjaní, el ayatolá Jamenei, su gran rival político, consolidaba su liderazgo y se convertía en el verdadero mandamás del régimen teocrático iraní.

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