Miles de personas se dieron cita para celebrar a Iemanjá, la deidad yoruba de la fertilidad y los mares a la que los fieles de cultos africanistas rindieron homenaje con coloridos ritos, incluyendo el “despacho” de barcazas.
Está empapada hasta el cuello y temblando de frío después de haberse introducido en aguas contaminadas, pero sonríe cuando asegura que “nada de eso importa”.
“Si bien el río es dominio de mai Oxum en el africanismo, venimos pidiéndole licencia para que nuestra ofrenda llegue al mar, que es de Iemanjá. Si la mai lo recibe, lo toma y lo sumerge en sus aguas. Cuando la mai no lo recibe, lo devuelve”, explica la mujer, una de las mayores autoridades del templo Umbanda Caboclo Roso de Lanús Este.
El Río de la Plata se presentó hoy especialmente picado y el oleaje pegaba con fuerzas sobre los muros de contención.
Cada templo estuvo representado por un grupo de feligreses reunidos en rueda, quienes se prepararon para el “despacho” realizando “sesiones de umbanda”, una especie de representación del accionar de orixás (deidades yorubas) a través de la danza y al son de shekerés (especie de maraca) y atabaques (tambores).
"Iemanjá, rainha das ondas, sereia do mar/ Iemanjá, rainha das ondas sereia do mar", el himno a la diosa se escucchaba repetir por intervalos en la costanera Quilmeña, desde el viejo anfiteatro hasta el Destacamento Policial de la Ribera.
Pero no todos los practicantes de religiones africanistas que llegaron al lugar lo hicieron en calidad de miembros de un templo en particular y acompañando a su pai o mai.
Susana Rodríguez, sus cinco hijos y su nieta de 4 meses, por ejemplo, fueron por su cuenta desde Temperley. Llegaron poco después del mediodía y ahí nomás se pusieron a armar su barcaza de fibrofácil pintada de color celeste, como manda la tradición.
“Nosotros no pertenecemos a ninguna Iglesia, así como hay católicos que son creyentes pero no van a misa”, explica Susana.
Sobre un colchón de pochoclos, los hijos de Susana van colocando flores, frutas, anillos, cadenitas, espejos y velas en el interior del barquito, todos elementos asociados a esta deidad sincretizada con la advocación Stella Maris de la Virgen María católica
En el medio de la barcaza insertarán luego el mástil con sus velas de tafeta celeste, del que penderá también una cinta celeste con todas sus peticiones por escrito.
“Quiero tener mi casa propia”, se puede leer, entre otras cosas, en la hilera superior de la cinta, destinada a las cosas que piden les traiga la orixá; “quiero olvidar lo malo que me ocurrió y vivir una vida nueva”, dice justo abajo, en el espacio reservado para las cosas que Iemanjá debe eliminar de sus vidas.
La ofrenda más valiosa para ellos es sin duda la canastita forrada en cintas y tules donde van los souvenires del cumpleaños número 15 de Maira, una de las hijas de Susana que padece epilepsia y a la que “creíamos que no le íbamos a poder festejar el cumpleaños”.
La celebración de Iemanjá coincidió este año con el 200º aniversario del decreto a través del cual la Asamblea del año XIII estableció la “Libertad de Vientres”, es decir, la condición de libres para todos los hijos de esclavas nacidos luego del 31 de enero de 1813.
“Las coincidencias que tenemos en la religión no son casuales, están predestinadas a serlo”, asegura Juan Brito durante un alto en el armado de su barcaza.
Junto al despliegue religioso, floreció la actividad comercial a partir de numerosos puestos de venta donde se podía conseguir todo tipo de elementos relacionados con la celebración: barcos de fibrofácil, flores, velas, trajes, imágenes, perfumes, miel, pochoclos, copas, abanicos, guías (collares de canutillos), etc.
“Todo esto que estoy vendiendo lo hacemos con mi familia en mi casa y todo lo que recaudo es para mi templo de Berazategui”, aseguró la mai Marisel.
Una de las instituciones más importantes que nuclean a los centros religiosos africanistas es la Agrupación Social, Cultural y Religiosa Africanista y Umbandista (ASRAU), que tuvo a su cargo el armado de una de las barcazas más grandes y sacó en procesión una imagen de Iemanjá.
“Casi 16 millones de negros tuvieron que morir como esclavos en América para que hoy disfrutemos los blancos de esta religión”, reflexionó Santiago Allegue, presiente de la organización.
Allegue volvió a aclarar que la práctica del umbanda no está ligada al sacrificio de animales, recalcó que se trata de una religión "espiritual" y afirmó que la discriminación de la que son objetos se explica sólo en el "miedo a lo que no se conoce".
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